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Inicio / Cuenteros Locales / santiagocastro / El hombre de la camisa manchada.

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-Te amo.
-... Yo no- respondió con simpleza, mientras abotonaba su camisa blanca con manchas de sangre seca, al parecer imborrables-, no entiendo por qué siempre repites lo mismo.
- No sé, tal vez algún día respondas algo diferente- Ella seguía desnuda. Estaba sentada frente al escritorio de la habitación. Escribía algo en la pequeña libreta que tenía en sus manos mientras hablaba con él-. Aunque al parecer son falsas esperanzas.
-Esperanzas...-Al haberse puesto el chaleco negro, se dispuso a ponerse la máscara, que era un largo pedazo de tela negra con dos orificios en la mitad para los ojos; tenia el grosor suficiente para cubrirle desde la frente hasta poco antes de sus fosas nasales. Luego se puso un sombrero hongo de color negro- Puedes estar a segundos de morir y aún así la conservas. ¿Y donde está mi arma?
-mírala ahí- señaló con su delgado índice a la mesa de noche-. También está ahí tu placa.
-¿Me acompañas?
-No, estoy ocupada-Seguía escribiendo en la libreta-, además solo será una reunión con tus superiores, nada interesante.
-¿Todavía sigues escribiendo?-se acercó a la puerta, en disposición para irse- Desde que te conozco lo has hecho ¿Cuantas libretas llevas ya?
- Las suficientes como para llenar las cuatro cajas que hay debajo de la cama. Y no digas que es una obsesión, porque lo hago solo por diversión.
-Pues un incendio en esta habitación sería oportuno para acabar con esa "diversión" tuya.
-Cállate.
-Muy bien. Adiós.

Él salió de la habitación y luego de la casa. Ella continuó escribiendo en la libreta, pero ahora lloraba. No era por el mal chiste de él, ni porque le había dicho que no la amaba. No, ella ya estaba acostumbrada a eso. Lloraba porque ésa podría ser la última vez que escribiría sobre el mismo tema que trataban las otras libretas en las cuatro cajas. Las aventuras que había vivido con él, su amado.

Ese día, en el último mes del dos mil ocho, sería para ella el día más triste que había tenido desde que lo conoció hace dos años; pero estaba feliz porque llevaría esos curiosos recuerdos en esas cuatro cajas, listas para salir del continente, con su melancólica dueña.

Texto agregado el 18-05-2010, y leído por 97 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-05-2010 Me parece que le faltan detalles, sin embargo tiene algo que te deja pensando. Saludos avefenixazul
18-05-2010 Me gustó..!!! lady-blue
 
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