MI PRIMER ENCUENTRO CON LA LITERATURA

¿Cuál fue mi primer encuentro con la lengua? Es difícil encontrar en mis recuerdos ese momento, porque no hay un momento, hay muchos en distintas edades.

En nuestra infancia no había ni tele ni jueguitos electrónicos, pero nos sobraba imaginación. Con una simple hoja de diario fabricábamos los mejores barcos que flotaban en el agua de lluvia pegaditos al cordón de la vereda.
Uno de esos encuentros fue la radio. Dueña y señora nos traía las voces de héroes y heroínas de distintas historias.
O cuando mi padre me leía los clásicos de la literatura, cambiando a veces palabras o situaciones que no eran adecuadas para mi edad. Fue así que navegué con Ulises por todos los mares, él quería volver a su querida Ítaca y abrazar a su Penélope y su hijo Telémaco. O sufría a la par de Antígona al querer sepultar con honores a sus hermanos muertos. Disfrutaba esas tragedias griegas donde los humanos se mezclaban con los Dioses. Envidiaba a Elena que había provocado la guerra de Troya.

O tal vez, cuando comencé a leer y apareció en mis manos el libro “Pinocho” de Carlo Collodi y donde al muñeco de madera desobediente y travieso le crece la nariz al mentir. Que el hada de cabellos azules lo rescata del interior de una ballena. Esa misma hada que luego lo convertirá en un niño de verdad.


Quizás, cuando escuché la historia del “Conde de Montecristo” y pergeñaba junto a él la mejor manera de vengarnos, o al cabalgar junto a “Los tres mosqueteros” en la Francia de Richelieu.

Tal vez, cuando lloré a mares junto al niño que buscaba a su madre en “De los Apeninos a los Andes” de Edmundo de Amicis.

O, cuando a mi infancia llegó “Platero y yo”, Solamente recuerdo a su autor, Juan Ramón Jiménez.

Llegó la adolescencia junto a Rubén Darío y su “Azul”, Alfonsina con su melancolía, Gustavo Adolfo Bécquer y sus golondrinas; y yo enamorada de mi primer noviecito que me recitaba poemas y silbaba por las noches los temas musicales de moda, en ese entonces Panamá, (no me pregunten el autor sería demasiado).

Shakespeare, entró a mi vida triunfal junto a “Romero Y Julieta”, ¿Quién en algún momento no soñó con alguien colgado de un balcón imaginario recitándonos palabras dulces cual Romeo?

Y así prosiguió mi encuentro con la lengua, este arte maravilloso que es la literatura que, junto con la memoria nos permite revivir toda nuestra vida.

¡Cervantes! Don Quijote junto a Sancho panza…. “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme no ha mucho tiempo vivía un Hidalgo”. Leer a cervantes y a Shakespeare era estar a la moda, no me olvidé de la novelas del momento, ¿recuerdan alguna? Yo no.

Y los años pasaron, noviazgo, casamiento hijos que demanda tiempo. Pero la rueda volvió a girar, mi hijo después de los cuentos infantiles, logró que volviera a otro de mis encuentros con la lengua. Y así junto a mi pequeño y “Robín Hood” nos escondíamos en los bosques de Sherwod. A mi hijo le encantaba este héroe popular ingles de figura caballeresca, justiciero y jefe de bandoleros en los tiempos de Ricardo Corazón de León. Al mismo tiempo apareció Robinson Crusoe perdido en una isla desierta, dicen que es un hecho real que inspiró a Daniel Defoe para su novela.
En la pared, sobre la cabecera de las camas de mis hijos había una repisa con sus juguetes, en ella también una colección de Emilio Salgari, “El tigre de la Malasia” leído varias veces. Viene a mi memoria Mowgli, un niño criado por una manada de lobos y su amistad con el oso Baloo y la pantera Bagheera, enemigos del tigre Shere Khan. Este hermoso cuento es de “El libro de la selva”, de Kiplig.

Después, un día cualquiera se “me dio” como dicen, escribir, y siempre pasa igual, uno escribe lo que siente y cuando se es joven, uno, SIENTE. Se enamora, sufre, llora y ríe. Y La literatura está allí para plasmar todos los sentimientos, alegrías, tristezas, amoríos y abandonos. Pero también hoy tengo la esperanza de poder hacer girar nuevamente la rueda, para poder contar a mis nietos mi encuentro con la literatura.

MONICA FRANCO JULIO 2008