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Hoy en mi corazón descubrí una puerta, es bastante sencilla y rustica, pero tiene cierto encanto que me identifica en ella. Está hecha de ramas y troncos caídos de singulares arboles, acordonados por un desgastado alambre de púa un tanto oxidado. Este delgado alambre ensambla la delicada puerta con una larga cerca, que delimita el interminable terreno que posee los diversos colores y paisajes de mi alma.
La entrada se encuentra cerrada por un antiguo candado que impide que las personas que se acerquen, entren y puedan alcanzar o dañar los secretos y sentimientos representados en mi cuidado jardín, claro que todos pueden ver lo más próximo o cercano, pero la parte más hermosa y virgen de su interior solo la conocerán aquellos que merezcan mi confianza y que también confíen en mi.
La llave del candado de mi puerta la resguarda un ave blanca y majestuosa que, con su inmensa sabiduría y experiencia, gano mi confianza absoluta. Esta paloma me ayuda a conocer y a confiar en las personas, a ver sus intenciones y la pureza de su corazón. Hay veces que pese a que me aconsejo no abrir, no le hago caso y me apresuro a abrir, pero cuando siquiera la persona a dado un par de pasos en mi camino, me doy cuenta que mi decisión fue errada, pero es difícil retroceder y cerrar de nuevo la puerta porque, quien sale de mis praderas, consigo se lleva parte de mí, con la que me puede dañar mucho; pero aun cuando me equivoco mi ángel me cuida y protege.
Tras esta puerta hay un sendero, un sendero de greda barrosa e irregular que deja de manifiesto las últimas lluvias de mi corazón. Este camino esta hermosamente adornado por una diversa flora y una salvaje fauna, entre los cuales el más grande y bello tesoro es mi bosque familiar, donde cada árbol es una persona y cada animal un sentimiento. En este bosque de pino y arce me siento resguardada, segura y feliz porque sé que en ellos siempre puedo confiar y por lo mismo lo protejo al máximo de quien pueda entrar y ensuciar su belleza.
El extenso jardín que yace en mi corazón está sembrado sobre diferentes montañas y cerros unidos entre sí formando una gran cordillera, de cerros altos y bajos, con rocas y con selva, con ríos y lagos, pero es mi cordillera. Para todos los cerros hay un sendero, a veces hay que optar por uno o por otro, a veces hay que saber devolverse, a veces están lejos las montañas pero llegas a su cumbre con esfuerzo; a veces no recorro algunos senderos, pero a todos quiero llegar, a ellos siempre recuerdo, son mis metas, algunas lejanas, otras difíciles, incluso inalcanzables, pero a todas quiero llegar. Sobre el horizonte de mis montañas hay un gran y majestuoso sol que ilumina mi camino. Es verdad, a veces tengo días nublados, pero el sol siempre esta, solo hay que saber encontrarlo. Esta gran estrella, mi Padre, esta sobre todas las colinas, él me aguarda en el cielo, la gran meta de mi alma.
También en mi terreno encuentras desiertos inmensamente áridos donde el daño ha sido tan profundo que solo un mar de lágrimas que vengan del fondo de mi corazón lograra hacer florecer un destello de dulzura de entre la arena y cenizas de este desierto, pero esta dulzura y belleza será la más apreciada para flor de mi corazón.
En mi corazón además hay lagos de agua cristalina, pero profunda. Dentro de esto lagos hay recuerdos, hay toda clase de recuerdos, pero lamentablemente los que más abundan son los lagos de recuerdos de la gente que me hiso daño y que quiero dejar atrás, pero no puedo. Si entras en mi edén espero no te encuentres con ningún de estos, son cosas que no me gustan ni me enorgullece mostrarlas porque ya es suficiente el daño que me provocaron como para traer sus recuerdos a flote para dañar a su gestor.
Además de esta paloma que me resguarda y el sol que me ilumina, hay un jardinero, un hombre de cabello largo y túnica que me acompaña y entrega cariño a lo largo del camino. Él me alegra cuando estoy triste, me escucha cuando estoy preocupada y me ayuda a cuidar y a embellecer mi terreno. Es mi mayor alegría y compañía y, si entras en mi, te lo presentare y te darás cuenta de las maravillas que hace en mi.
Estos tres misteriosos personajes son una trinidad perfecta, son hijo, padre y espíritu, son un solo dios único que llena todo mi ser. Sin él no podría vivir, mi terreno estaría devastado y podría ver la belleza en mi vida, esta no tendría sentido alguno, no abría ningún sendero, ni luz, ni montañas que valiera la pena escalar, no habría ni cerca, ni candado, solo abría un terreno plano y oscuro en el que cualquiera podría hacerme daño. Pero con su presencia en todos los terrenos, por arruinados, áridos o rústicos que sean puedo encontrar amor y puedo aceptarlos, porque aun en una tormenta él estaría junto a mi sendero de vida siendo mi luz guía que ilumina hasta la puerta del cielo.

Texto agregado el 26-05-2010, y leído por 67 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
27-05-2010 Exelente cuento una forma sutil de hablar del creador me gusto mucho. Rocxy
 
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