A él no le interesa en un principio, verla a su lado totalmente vacía, su alma si es que eso existe 
está muy lejos. Ahora la toca y está muy fría, pero no es aquel frío que sentía cuando la abrazaba en las 
noches de invierno, ya no es la misma. Porsupuesto, está muerta, se le acerca y la toma de la mano. 
Si pudiera levantarse y mirarlo a los ojos, seguramente su angustia se hiría lejos. Pero jamás 
despertará , ya no. Se sienta a su lado y las lágrimas fluyen y se mezclan con su cabello castaño, 
sus ojos color avellana se tornan grises, las lágrimas caen en el rostro helado. 
 
Oye personas a su alrededor, algunas le dicen palabras que no las entiende, se va perdiendo y en su 
viaje va soltando la navaja con sangre fresca, sus lágrimas se secan en su mejilla, sus ojos siguen 
siendo grises, ya no hay más nada a que aferrarse a este mundo. Ella ya no volverá, tal vez si no 
hubiera sido así con él, si ella en repetidas ocaciones no se hubiera cortado las muñecas, sino hubiera 
jugado con él, si su sonrisa no se hubiese transformado en una mueca extraña, él no habría introducido 
la navaja en su pecho. 
 
Tanto amor, tirado al viento, arrojado al vacío.  
 
Da un suspiro, el último  a esa locura colectiva a la que llaman "Realidad" y se adentra en su propia 
locura, en su propio mundo. QUizás allí ella este, tal vez los recuerdos estén muy reales en ese 
mundo, de cuando todo iba bien.
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