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Andaba por el Bosque Sombrío un joven que buscaba la fuente de la Esperanza. Las sombras no le dejaron atisbar exactamente cual era el sendero que debía seguir, y las estrellas estaban escondidas tras el manto de hojas de los árboles. Así que debía seguir su instinto para llegar a la misma.

De esta forma pudo encontrar el manantial marchito de la desilusión, donde se puedo ver reflejado en todas aquellas ocasiones en las que su vida había sido un Kaos. Las lágrimas brotaron al recordar todas aquellas ocasiones donde el mundo se echaba encima por no saber afrontar la verdad de su vida. Con todo su pesar, siguió su trayecto con la cabeza baja, pensando que la fuente no existiría.

Al cruzar el pequeño arrayo se encontró con un roble milenario que estaba rodeado de tréboles de cuatro hojas. Pensó que la suerte le cambiaba, así que intentó coger uno de ellos, aunque no tan siquiera pudo tratar de arrancarlo. Una voz profunda le habló: "La suerte que buscas no está en el exterior, sino en tu propio interior. Yo vivo aquí desde antes de los tiempos, y nada puede hacer brotar estas hojas si no es mi propio deseo de ser afortunado, pues se cultiva para después recoger. La suerte no existe, sólo el trabajo y la confianza en uno mismo".

Meditando sobre ésto prosiguió. Era cierto que no había sido afortunado, o quizá sólo veía lo que no vivió, lo que le hundía y anda de aquello que lo hizo vibrar. Así andaba ensimismado cuando encontró un pequeño lago lleno de flores de lotto. En ellas vio un mensaje oculto, así que cogió uno y lo abrió. Decía, en éste caso: "Busca la felicidad en tu interior y repartela, pues no hay nadie más rico que el que regala sin esperar recibir".

Al caer la noche se acurrucó a los pies de un ciprés y se dejó guiar por los sueños. En ellos recorría toda su vida, y comenzó a entender el porqué no encontraba su felicidad. Sólo era esclavo de sus errores y su pasado, no dejando libertad al presente. Vió como su vida se esfumaba al intentar no errar en lo mismo del ayer sin poder experimentar el regalo del hoy. Sus sueños le transportaron a la verdad de si mismo.

Al despertar sintió gran sed, y vió una fuente que reflejaba su sonrisa, aún cuando el cansancio hacía mella en su cara y la boca dibujaba una mueca de sinsabores. Era la fuente de la esperanza, quien le decía que sólo la encontraría en aquellas pequeñas cosas que le hacía feliz. Vive tu presente y se feliz en él, pues es un regalo el vivir y poder regalar una sonrisa a la vida.

Texto agregado el 01-07-2010, y leído por 141 visitantes. (0 votos)


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