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Inicio / Cuenteros Locales / mariomatera / Y la luna caerá del cielo…

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Nuestros científicos habían descubierto un nuevo planeta, más alejado del último que fuera ubicado en el cosmos por el astrónomo norteamericano Clyde Tombaugh. El astro rompía el orden natural del movimiento de traslación de los demás planetas alrededor del sol, ya que giraba en sentido inverso al de éstos. Thor, un dios de la mitología germana, había dado nombre al reciente hallazgo.
Proveniente de la constelación de Orión, un peligro acechaba al sistema solar; era un gran cometa que amenazaba colisionar con cualquier planeta que se interpusiera en su marcha vertiginosa. Los observatorios astronómicos terrestres habían detectado su presencia cuando escrutaban el espacio cósmico y daban cuenta de su poder destructor.
Las nociones filosóficas aristotélicas de acto y de potencia se identificaban plenamente en un astro en su marcha terrorífica.
Thor, con su movimiento orbital invertido, esquivaba largamente la trayectoria del cometa. El cuerpo celeste seguía inexorablemente su marcha y su mensaje cósmico era único: destrucción a cuanto se interpusiera a su paso. Nuestros astrónomos habían dado al peligroso visitante del espacio, dos denominaciones que les parecían acordes: el destructor y el astro x.
En esa ciudad que muchos quisieran visitar antes de morir, ubicada junto a la bahía de los ensueños, Nápoles, vivía un hombre que gustaba de la Física y era un astrónomo apasionado. Profesaba además la religión de los testigos de Jehová, y creía como todos ellos en el fin de este estado de cosas y en la instauración de un estado teocrático universal que duraría mil años. Pero en ese año 2012, el telescopio instalado en el observatorio astronómico de Nápoles, le permitía observar que se desplazaba un cometa por el espacio a una fantástica velocidad. Vittorio Lorenzato tenía, ante su campo visual, la imagen amplificada de un cometa que se aproximaba vertiginosamente a la tierra. El científico observaba cuidadosamente su trayectoria y creía que era probable una colisión con la luna.
Era el 21 de diciembre de 2012 y la tierra se hallaba en un momento astronómico muy especial y ocupaba el centro de la vía láctea. Tierra y cometa tenían sus propios campos gravitacionales. Lorenzato no se había equivocado en sus suposiciones: una violenta colisión se producía entre la Luna y el cometa. Nuestro satélite natural, que hay científicos que creen que es un desprendimiento de nuestro planeta, se fragmentaba en mil pedazos. El pánico cundía en la tierra, mientras una lluvia de meteoros gigantes caía sobre la misma. La gente corría despavorida por las calles, mientras el cometa pasaba triunfalmente rozando la tierra.
Victorio Lorenzato en su casa sentía que todo giraba en torno suyo y que todo se había trastocado. Donde antes estaba el piso ahora estaba el techo.
Los grandes cataclismos naturales se habían producido en el solsticio de invierno de 2012, el eje de la tierra había cambiado y los polos se habían invertido. Islandia y las islas británicas habían sido invadidas totalmente por las aguas.
El científico, pero también creyente, decía en el mas completo anonadamiento:
-Es el fin de la civilización y de este estado de cosas, pero después de esta noche de destrucción, habrá un nuevo amanecer y el comienzo de una era dorada que está anunciada en la Biblia como cielos nuevos y tierra nueva.

Texto agregado el 02-07-2010, y leído por 136 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
02-07-2010 Dios! , esto si confirmaria la teoria de la fungibilidad de la mente humana galbereth
 
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