Salto lejano,
pausa incompleta,
sueños distantes.
Gobernado por carreras sin control,
no enfrento,
la tiranía del reloj y su tiempo
marcando los pasos.

Estirando la noche
y su oscuridad impávida.
Como los rostros intactos,
igualdad que no perece.

Agazapado,
aún espero.
Mientras respire,
la apuesta por la búsqueda
y sus delirios eternos
aún existirá.

Alma y carne
no ceden a su esencia,
latiendo entre susurros
para encontrar complicidad.
Dibujando trazos invisibles a la luna
y reclamando aun sin voz
por un refugio en la ternura
que encamine a la aventura
de beber del sudor en otra piel.

Mientras tanto vivo,
en despertares postergados
aspirando a apagar la oscuridad
con nueva luz.

Existencia e intuición.