La infinita soledad.

El Bip final fue el epitafio absoluto e irresoluble de la nefasta conclusión, la pantalla holográfica casi se desvanecía al compás del zumbido casi imperceptible de la maquina cuyo cerebro apuntaba directamente al centro mismo de la galaxia, en donde el último sistema solar, constituido por tres estrellas pulsares de gran magnitud que arrastraban a los veinticinco planetas en infinitas orbitas que nunca ningún ojo volvería a ver, cada minuto era una configuración única y preciosa.
El resultado era simple, la maquina jamás se equivocaría, había registrado capa tras capa de material petrificado sobre las superficies muertas a razón de diez mil millones de datos por milisegundo y los datos finales estaban en la mano del único humano que había logrado ver las fronteras mismas del universo, en donde la creación aún crecía geométricamente.
Era el último sistema solar, era el último rincón del cosmos.
- 0,003 % de vida microrgánica.- leyó el hombre y por su semblante paso una sombra.
-¿Y ahora que?.- se pregunto al percatarse de que los humanos, a fin de cuentas, estaban solos en todo el universo...

(extracto)