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Capitulo 1: Conociendo nuevos amigos.

Lunes 5 de marzo de 1950.

Querido diario:
Soy Clarissa Oñoderra de Fernández, me presento, pues eres un diario nuevo y se supone que los diarios de vida nuevos no saben quiénes son sus dueños, mis padres dicen que para mis 17 años soy muy inocente y sensible, aparte ellos son muy religiosos y conservadores, pues varias veces los he oído hablar muy mal de los chilenos. ¿Será que están molestos porque aquellas personas se liberaron de mi natal España? Pero yo no soy como ellos, por lo contrario, me dan rabia los maltratos y las injusticias. De hecho muchas veces he recibido castigos en mi escuela porque soy una idealista. Yo me pregunto: ¿Qué tiene de malo luchar por la libertad, la justicia y la igualdad? Prueba de mis diferencias con los demás es la historia que os relataré:

Hoy fue mi primer día de escuela de este año y como de costumbre llegaron alumnos nuevos, pero uno de ellos me llamo la atención en especial, se llama Celindo Huenchumilla. Como podéis ver es mapuche, nativo chileno, y por ende muy odiado por mis compatriotas y, mis condiscípulos no fueron la excepción. En el entretiempo de las clases de historia y álgebra lo vi sentado en un banco que hay en el patio central. No dudé en ir a verlo. Se veía muy triste y solo. Al parecer lo habían molestado los muy racistas. Yo corrí a verlo y, le estreché la mano saludándolo.
-Soy Clarissa, Clarissa Oñoderra de Fernández. Mucho gusto- dije.
-Yo me llamo Celindo Huenchumilla. El placer es mío- contestó educadamente.
-No es necesario que me digas porque estás solo- señalé, y definitivamente me senté en el banquito.
- Eres muy inteligente. En el entretiempo no han cesado de molestarme, incluso me agarré a golpes con un muchacho y me castigaron para la salida. Lo más probable es que me quiten la beca y a él nada- dijo molesto.
-No te preocupes, a mi me dan mucho dinero en casa y si te la quitan yo te pagaré la escuela, pues se te ve como un buen alumno- le dije.
-Al fin alguien me respeta y me escucha tal cual soy- sonrió Celindo.
-Te lo mereces- repliqué.
-Es que me parece algo raro, que alguien no me ofenda…Y me escuche- comunicó
-Si queréis, yo voy a hablar a la rectoría. Os tenéis todo el derecho del mundo a defenderte y a aprender- afirmé.
-¡En serio crees eso!- exclamó.
-No bromearía con algo así, no podría negarte tus derechos- aclaré.
-Clarissa, te lo agradezco, pero, ¿por qué haces esto?- preguntó extrañado.
-Porque mis padres y yo pasamos muchas penurias en mi infancia, eso me hizo entender lo que significa no tener derechos. Con la diferencia de que ellos fueron socorridos y por ende no lo entienden. Son muy clasistas, yo no- respondí.
-Sabía que tu madurez y tu forma de revolución se debían a algo- comentó mi amigo.
-Sólo quiero ayudar-dije.
-¿Qué hace tu padre?- indagó.
-Es un banquero, pero gana demasiado dinero, por eso somos de clase alta. Aunque yo no sea una derrochadora como otros jóvenes- expliqué.
-Te digo algo Clarissa, me pareces bastante sensata, ¿qué edad tienes?-me preguntó.
-17 años, ¿y tú?-respondí.
-Tenemos la misma edad, sabes, te encuentro muy bonita- me confesó.
-Pero, no sé qué te pareció lindo de mi- lo inquirí.
-Todo, tus ojos del cielo, tu cabello del fuego que ondea imponente, tu piel de tierra y tu carácter de la pureza del aire- recitó.
-Qué bella forma de decir las cosas, sois un verdadero caballero. Me pregunto qué hará tu padre- lo felicité.
-El era poeta, del aprendí todo esto. Y, mi madre es una machi- narró.
-¡Tu mamá trabaja!, la mía se queda en casa. ¿Te pido un favor?- inquirí.
-Estoy a tu servicio- dijo.
-Enséñame trucos de poesía- pedí.
-Lógico, ¿este jueves?- señaló.
-Por favor, antes estaré ocupada-dije.
-Por qué, ¿tienes hermanos?-indagó
-Gracias a Dios no- contesté.
-Pues yo si tengo, y son un regalo. Bueno eso depende- rió.
Justo cuando entrábamos aún más en conversación sonó la campana y nos fuimos a clases. Fue el mejor entretiempo de mi vida.
A la salida, no alcancé a ver a Celindo, decidí que mañana yo lo acompañaría a la rectoría. Era un joven muy inteligente y simpático como para desperdiciar su talento. Llegué a mi casa caminando, mi familia me esperaba para almorzar. Yo estaba feliz y papá me preguntó por qué sonreía tanto.
-¿Por qué estáis tan feliz, Clarissa?-dijo papá.
-Por que conocí a un alumno nuevo en la escuela- respondí.
-A sí, ¿cómo se llama?- indagó mamá.
- Celindo Huemchumilla - conteste.
-¡Que!,un mapuche en la escuela esto es inaudito- siguio papá.
-¿pero, que tiene de malo?-dije.
-Espero que no te le hayas acercado mucho , los mapuches son una mala influenza -dijo mamá.
-Te prohibo que le hableis o ayudeis , si no te golpeo- amenazo papá.
- ¡escuchadme bien yo me puedo guntarme con quien me de la gana!- Aclare.
-No me falteis el repeto-dijo él.
-¡Basta!-Lloro mamá-.
-¡Callaros!-Le grito papá.
-Ella sabe lo que deve hacer -Insistio mi madre.
-Mamá tiene razón-Dije.
-Espero que asi sea - Contesto mi padre.
Terminamos de copmer entre lo llantos de mi mamá . Y yo , a lo unico que atine fue a subir las escaleras y encerrarme en mi alcoba;a pensar en como ayudar a aquel simpatico amigo que acababa de conocer.Tenia ganas de llorar y gritar lo más fuerte que pudiera . Solo devo ser rebelde y creer en mi.
Clarissa Francisca .

Capítulo 2: El viaje a Castilla.

Jueves 12 de Abril de 1950:



Querido Diario:

Mis padres no han dejado de acosarme desde que ellos se enteraron de mi nuevo amigo, me preguntan si es que lo veo y por si fuera poco mi madre, ya que no tiene nada que hacer pasa todos los días de semana a buscarme a la escuela , cosa de que yo no tenga oportunidad de hablar con Celindo. Pero ya que estaré muy lejos de mis padres unos días le pedí a Celindo su dirección y le explique porque no podía hablar con él y le dije que le mandaría cartas desde Castilla, España y que por ende esperaría ansiosa sus contestaciones.

Por fortuna pronto será Semana Santa y mis padres como ya os he dicho antes son muy religiosos, pero como yo me aburro y no quiero pasar tres días con el Rosario en mano mis padres me enviaran con mi maravillosa tía María Loreto . Ella es hermana de mi padre siempre han tenido buena comunicación solo que a veces pelean por sus diferentes ideas políticas, mi padre apoya todo golpe de discriminación hacia los mapuches, ella en cambio es más…. como decirlo… ¡revolucionaria!, es tan poco reglamentarista, que la admiro demasiado, lucha por los mismos ideales que yo, por mi me quedaría en Castilla de por vida, y junto a ella, por cierto ; es tan maravillosa yo os juro que haría lo que fuera para estar en el lugar de Soledad (mi prima); nacimos el mismo día lo que sucedió fue que conmigo pasaron los nueve meses y con ella solo siete. A veces pienso que a lo mejor se equivocaron al entregarme porque mi sincera opinión es que yo era hija de mi tía María Loreto, y por un error llegue a caer en los brazos de Francisca (mi madre), claro que eso es una tontería ya que el parecido entre mi madre y yo es demasiado para ignorarlo. Ella y yo nos parecemos en todo en la piel, cabello hasta en la altura nuestra única diferencia es que ella tiene los ojos marrones y yo celestes gracias a mi padre, en cambio el parecido físico entre mi prima Soledad y mi tía es tan estrecho que se dudaría si son familiares o no ya que mi tía es morena y Soledad es blanca como cal, ella tiene el cabello negro azabache y Soledad muy dorado, los ojos de mi tía son muy verdes y los ojos de mi prima son pardos.

Ya se lo que llevare a su casa, llevare mi ropa más cómoda porque salgo a hacer actividades con mi tía, te llevare a ti para escribirte y llevare boletos para el tren (obviamente), me iré con el vestido turquesa que me regalo ella para navidad ahora mis padres me llaman para llevarme a la estación, te volveré a escribir cuando esté en el tren.

Por fin te puedo volver a escribir, veo todo desde aquí, Castilla es un lugar maravilloso, pero ahora debo dormir un poco porque anoche estuve tan impaciente que eso me impidió dormir las horas que mi cuerpo necesita.



Clarissa Francisca.


Texto agregado el 31-07-2010, y leído por 233 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
10-04-2012 En primer lugar, aunque su prosa se entiende bien, al no aclarar términos- ni se sabe de qué carajos habla, por ejemplo, ni qué es eso de una charla con un diario, consigue lo contrario de lo que toda persona que escribe pretende: darse a entender. En segundo lugar no parece usted tener gran vocabulario ya que repite demasiado las palabras. No está bien dar por concluido un texto sin revisarlo cuantas veces sea necesario... Y lo siento, no se ganó ninguna estrella. jarri
01-08-2010 Apoyo a Jagómez en aquello de la edad. Son todas dos unas viejas infantiles. Cox
31-07-2010 Un texto que para la edad mostrada en la bio se me hace de personas más grandes, me gustó y espero ver crecimiento pronto******* JAGOMEZ
 
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