Siempre han sido mis manos
el complemento exacto de tu piel
y mis besos el acertijo errante,
que adquiere sentido solo en tus labios.
Siempre fueron mis ojos
de tu mirada única y soberbia,
y mis palabras la parte de tu boca
que ignoras, y reclama sin falta tu aliento.

Nunca supe dibujar corazones
sin esbozar tu nombre desconocido,
ni fue el color de mi sangre
otro que no fuera el color
de tu mirada inquietante.
Siempre fue cualquier adiós un paso menos
que me acercara a tu destino
y cada despedida la esperanza férrea
de que en la nueva esquina
estarías esperándome.

No siempre fui de ti, es cierto,
pero nunca fui de nadie;

Fluyendo libre como el aire
solo para un día vivir de tu boca
y morir entero en tu beso,
hallándome vivo solo en tu ser;

Aún antes de nunca encontrarte.