Cada uno de sus músculos estaba presto a responder en el instante preciso. Agachado, pétreo, detrás de la maleza lo acechaba mientras Filiberto, distraído saltaba feliz entre las flores buscando hormiguitas.
La esperaban en la madriguera sus tres cachorros, que ya eran lo bastante crecidos como para pelearse por la presa. Ya casi…su lomo erizado delataba que en cualquier momento, se detonaría el ataque con un preciso y quirúrgico salto, desde su camuflada guarida. Aprovechó que estuviera descuidado, mirando en dirección opuesta a la suya.
Los cachorros retozaban en el hueco y las hormigas reconstruían su hormiguero desecho por los picotazos de Filiberto. Llegado el momento justo, saltó por el aire para adueñarse de su despreocupado botín. El viento le doblaba los bigotes mientras sus uñas se espigaban como mortales garfios durante la caída…
A Filiberto le gustaba hacerse pasar por distraído y engañar al gato. Los cachorros tendrán que conformarse con otra cosa. De esa forma podía estar seguro de que sus pichones estaban a salvo en el nido.