Creo que este verso muerto jamás habrá de morir…

Reconstruyo con mis palabras
La triste epifanía
Que ha sido mi viaje a tu lado,
Mujer lejana.

He tenido ya tantas horas
De recordarte olvidándote,
De olvidarte recordándote…

…Y de pronto me encuentro
En el mismo sitio donde comencé,
Pensando y pensando
Cómo carajos terminé
Con un karma en mi conciencia…

Y de pronto me siento aliviado,
Y de pronto me siento triste,
Y de pronto ya no siento nada,
Y no deja de dolerme mi propia inmundicia…

¿Por qué me odias, mujer lejana,
Si mi corazón hubo de pertenecerte
En alguna lejana vida?

Conozco la respuesta…

Después de todo,
¿Qué es el odio sino la forma
En que el amor muestra su ira?

Me invade cierto regocijo,
Como un ínfimo vestigio de sadismo
Perdido en el fondo de mi mala memoria,
Como la espina de una rosa marchita y vieja…

Pero, no dejo de recordar
Que soy culpable de mi propia ignominia,
De mi propio destino…
… Me sumerjo en mi propia oscuridad…

Gracias, mujer lejana,
Porque el amor que me tienes
Aun es suficiente para odiarme…

… Aunque no te amo.