O R A C I O N.

Señor, enséñame a envejecer con dignidad.
Aminora mi dolor cuando no me tomen en cuenta.
Convénceme que no es amarga la ingratitud
si buscan voces nuevas para escuchar un buen consejo.
Recuérdame quitarme la túnica del orgullo
y la dura coraza de que soy indispensable.
Señor sigue cuidando de mis manos, te lo pido,
para que les sean útiles a todos los que amo.
Que puedan remendar algún bolsillo roto,
bordar flores y palomas en la pechera de mi nieta.
Que no tiemblen si marcan el número de un hijo.
Que vuelen armando aviones y cometas en algún chaleco.
Señor, ayúdame a devolver sin egoísmo el testimonio
de la posta de la vida, al que ha de reemplazarme, en la carrera.
Y que serena lo espere yo en la meta
con la confianza del deber cumplido.
Gracias te doy, Señor, por concederme el tiempo,
para valorar que lo sembrado con tanto afán
en el devenir del día a día fue dando frutos.
Pues quien siembra con amor cosecha estrellas.