La vasta llanura oscurenciendo
es el escenario perfecto
de tu eterno viaje a caballo.

La luna golpea en su frente
con esquivas rachas de luz.
Mientras el fuerte animal
camina con los astros en sus ojos
A paso calmado y preciso
pisando de a poco, con cautela.


El jinete recuerda a su amada
y desea una mujer en ese instante
El horizonte le recuerda que va sólo
y que la necesita entre sus brazos

Es el constante andar
la ácida sed y la necesidad
que lo hace golpear con sus piernas
a la melancólica yegua

Pero siempre el mismo panorama
luces que engañan
le hacen creer que está en alguna parte
pero no es así

Aún ningún bosque saluda a lo lejos
ni un alma bondadosa calma su espíritu.

El jinete va de a poco
va pensando
extrañando
y añorando

Desea que alguna estrella lejana
sea su hogar y le dé abrigo
que en alguna esquina del universo
esté la respuesta a su andar.


Sueña que es el fin del mundo
que la tierra es atacada por un vómito espacial
y que debe correr a las tierra altas.

Y cruza casas, cerros, y sube.
Observa otra gente en el camino
pero continúa su solitario escape
Y al parecer consigue escapar
porque jamás vive la hecatombe.


Despierta, ahora está amaneciendo
y el desierto comienza a despertar,
el sol saluda; y aún no ve nada.

Los astros han desaparecido
y sólo lo acompañan junto a sus sueños
escóndidos y que apenas recuerda.

Sólo un buen trago de agua
logra sanar al pobre caballito
que ya ni recuerda dónde galopar

Y el jinete observa a lo lejos.