A pesar de todo crece y crece

esa flor, modesta, en la rivera.

Toma fuerzas del agua , de la brisa,

aunque nadie la observa, no la miran.



Su derecho en esta estación primordial

es estar en soledad, nadie la espera.

Ella pone su corazón, todo su empeño,

anhela que no la corten, eso ruega.



Noté su presencia en mi paseo

cuando su aroma apenas desprendía.

Saludé su color y puse el mío

a pesar de la lluvia y del viento.



Escuché con atención, fue en vano

pue nada dijo, ni un lamento.

Sólo su presencia inmaculada

cambió el paisaje y hasta el viento.