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Es una corrección al cuento ya publicado
21/04/07
Iba por un sendero cordillerano que a esta altura de su viaje estaba poblado de raíces superficiales y de escarbadas de conejos .Era un sendero que él lo llamaba la huella.
El siempre pasaba por ahí cuando iba de regreso a su puebla .
Hace muchos años que vivía allí , es más, cuando comenzó a vivir es ese lugar, sólo había selva , arroyos cantarinos y cantos silvestres .Esa tierra no sabía de pisadas humanas; fueron las suyas las pioneras, como también sus manos fueron las primeras que abrieron espacios entre la selva donde fue armando su rancho, cultivando sus árboles frutales los que bebieron las aguas primeras del río Lirquén.
A medida que caminaba , en silencio y armando recuerdos , los copihues y las frutillas silvestres le regalaban su color y sus aromas .
El cerro le era tan conocido a este tranquilo campesino , como los vericuetos de su propia soledad.
Montañas, cerros y agüita mojando barrancas y helechos eran su compañía mientras daba pasos viejos cargados de tiempos antiguos y de esa premura joven por llegar a su casita, donde seguramente lo esperaba su gato , que probablemente estaba durmiendo sobre el rescoldo del último calor del tronco de mañío, al que antes de salir al pueblo había atizado . Siempre , antes de salir, atizaba el fuego cosa que cuando llegara, con los primeros fríos de la tarde molestando a sus huesos , su rancho no estuviera muy helado .
Pasó el primer canal y ya vio los ciruelos que mostraban sus ramas desnudas.
Mas allá el chancho ya estaba esperando la noche bajo las dos tablas del techo de su chanchera .
El perrito dormía su niñez metido en las costillas del perro viejo,el guardián de la propiedad por más de diez años, pero que ahora pasaba casi todo el día durmiendo.
El hombre estaba llegando y el perro viejo lo recibió con dos ladridos , quiso levantarse pero no pudo .
El hombre lo miró largo rato, luego dejó su bolsa sobre una tabla y lo miró acercándose hasta casi tocar su cara .
Estamos viejo, le dijo, mientras le acariciaba una oreja. Se miraron un rato y, muy próximo a la frialdad, el hombre le dio una palmadita sobre las costillas .
El perro guardián movió la punta de la cola y cerró nuevamente sus ojos antiguos.
La puerta del dormitorio estaba entre abierta y había cosas tiradas en el piso, mostrando despreocupado abandono.
No había nadie más en el rancho, donde se habían acumulado muchos años de soledad enquistada en aquellas tablas imbricadas que amuraban la apacible vida del hombre .
Fue larga la caminata ,dijo, se acercó al lavatorio y lavó un poco su cansancio.
Caminó hasta el fogón y atizó el tronco de mañío para sacarle un poquito de su último calor , luego le arrimó una ramitas secas de ciruelo y le acercó un fósforo .
Al rato saltó una llama amarillenta y tenue, que cuando fue encontrando las ramitas del ciruelo se fue haciendo cada vez más alta y crepitante. El hombre frotó sus manos arriba de la llama y con un impulso, mandado por la inercia de la costumbre, se incorporó y fue hasta el rincón de la leña, agarró otro tronco de mañío y lo acomodó al costado de uno de roble apellinado . Echó agua al calderín y lo arrimó al calor de las brasas .
Al rato su gato sintió calorcito y muy tranquilo estiró su cuerpo , que al dar la vuelta sus patas quedaron sobre las llamas .Dio un brinco y se fue a echar a otro lado.
La noche empezó a llegar y traía en sus prevenciones mucho frio.
El agua empezó a dar borbotones y el mate estuvo listo.
Había otro banco frente al hombre , pero aun estaba vacío. Seguramente hoy no va a venir se preguntó el hombre .
El perrito dejo la protección del viejo guardián y se vino al rancho, se acomodó sobre las chalas del hombre y puso su carita sobre sus manitos estiradas y suspiró corto.
Otra cucharada de azúcar y otro silencio, un pedazo de tortilla en la otra mano y la noche avanzando .
El rancho era dormitorio , cocina y fogón en un suelo duro de trumao endurecido. El suelo tenia un rostro de cicatrices labradas por el caldo hirviendo que el hombre desparramada cuando algún plato tenía mucha grasa de cordero .
Debajo del lavatorio de la cocina /baño había una pequeña zanja que llevaba los residuos al vientre de su quinta .También esta zanja era aprovechada por el viento para rejuvenecer los pulmones del rancho.
Cuando hacía mucho frio había que colocar la piedra .
Se sacó la chaqueta de pueblo y tiró la faja roja cerca del banco vacío , que estaba frente al fogón .
Sacó un cigarrillo y lo acercó a las brasas ;se chamuscó un poco los dedos, chistó y luego otro mate.
Ese día había sido diferente porque anduvo en la micro , hizo compras y respiró vida de pueblo, por lo que en su mente había imágenes diferentes, como aquella muchacha algo gordita que estaba en la plaza a la que mucho quiso hablarle , pero que no pudo desabrochar su silencio montañés .
Cerró sus ojos y pareció verla otra vez , y en la soledad de su rancho quiso hablarle, pero otra vez, no encontró las palabras .
El cigarrillo se fue en un hilo de humo largo invadiendo sus pulmones ,tocando , de pasada, sensaciones que lo elevaron a otra realidad.
Destapó la olla y el gato comenzó a desperezarse .
A cada vuelta del caldo las imágenes en su memoria fueron dando brincos y pareció que se fueron trepando por el vapor aromado de la comida hasta llegar a las vigas duras de sus pensamientos .
En esto andaba el hombre recordando , cuando se vio otra vez niño sentado sobre la roca, mirando al infinito verde de las montañas .
Se vio cuidando las vacas montado en su caballo rosillo .
Se vio cuando el rio Lirquén pasaba por ambos lados cuando estaba sentado sobre la roca y lo salpicaban gotas curiosas que estallaban frescor en húmedos saludos a su cuerpo.
Era adolescente , pero hacía muchos años que la amaba y siempre pensaba en ella cuando estaba sobre esta roca ,y desde su tranquilo refugio viajaba a su rostro para mirarla y verla bella .
reía cuando se acordaba que ella , a veces, lo rozaba con su mirada en un delicado gesto de reciprocidad al que el no sabía como responder.
Sus sentimientos de entonces, eran como el amanecer de un beso primero , eran como aquel beso que caía sobre sus labios cuando él la soñaba .
El banco frente al fogón seguía vacío , la faja roja tirada muy cerca del banco .
La noche estaba llegando y el mate iba perdiendo su esencia .
La olla había sido retirada del fuego y el caldo ya estaba caliente .
El gato dormía .
El silencio se hizo más silencio y el canto de los búhos fue arropando a la noche .
No era muy noche cuando terminaron de comer el gato se lavaba la cara y limpiaba sus mostachos .
El perrito fue arañado dos veces cuando quiso pasarse al pedazo de trumao de su vecino. Como buen perro nuevo siguió relamiendo el trumao endurecido y en una lo arañó dejando otra cicatriz en el suelo duro del rancho .
El hombre miraba al profundo de su pasado cuando de pronto lo vino a visitar otro lejano y tibio recuerdo . Lo dejó entrar y le sonrió , venían con el sus vecinos .
Conversaron un rato sobre tiempos idos .
En la mesa había mote con huesillos y recién habían carneado .
El cordero colgaba mostrando su cuerpo vacío de entrañas y sus costillas humeantes de vida estaban despidiéndose de los potreros y del instinto.
Aquella era una mañana brillante y el sol estaba despuntando sobre las copas de los robles y peumos selváticos.
El río Lirquén sonreía en cascadas pequeñitas , porque se sentía cada vez más caudaloso a medida que avanzada pendiente abajo.
Los vecinos hablaron de carreras y ella lo miraba ; hablaron de las carreras que se estaban armando para el próximo Domingo.
Su vecino le decía que el hijo de su pingo, rosillo, tiene un contrincante !así que vaya preparándolo para la carrera compadre¡¡
La tarde venía llegando en tenues aromas vegetales y en manotazos de olvido -como ocurre con los recuerdos-fue desapareciendo su amigo.
Pero ella se quedó sentada en el banco que siempre estaba vacío .
Ella lo miraba y sonreía , le ofreció un mate y el hombre lo aceptó sin dejar de mirarla .
Ella se acercó y le tomó sus manos huesudas y tristes y le dijo al oído : ¿Por qué no me dijiste nada? Si yo también te amaba
Recuerdo que siempre te iba a mirar cuando estabas sentado sobre esa roca en el río .
El hombre acercó la tenue luz de la vela iluminando el rostro amado de su vecina , luego se incorporó y la besó como en aquellos sueños, cuando era adolescente.
Acarició a su gato .
Esta vez no pudo llorar.
Se incorporó y se fue a dormir .
El gato lo siguió
Se acostó , apagó la vela y dejó, delicadamente, otro día más en el almanaque de sus recuerdos .
La noche también comenzó a dormir .

Texto agregado el 24-10-2010, y leído por 513 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
03-01-2013 Nunca más vigente esta historia. Un abrazo, amigo amado, allá en el cielo donde estás con Dios. SOFIAMA
28-04-2011 Quise buscarte al leer de tu ausencia y me doy cuenta que si estuve en tu último texto. Con un titulo que dice tanto. Donde estés,recibe mi afecto,mi recuerdo y muchos besos. He quedado triste aunque quizás tú estás contento. Victoria 6236013
27-03-2011 Amigo lindo, te leo y releo. Jamás desaparecerás de mi corazón. Tu nobleza y fidelidad a la amistad, no tenía paragón. No eras de los que te dejabas envolver en tonterías. Por eso, te respeté y respeto tanto. Te abrazo amigo-hermano querido, y desde el infinito azul del cielo, tú lo sabes. SOFIAMA
17-03-2011 Hoy te leo y comprendo este cuento tan delicado y con tan hermosos recuerdos , ya estarás junto a todos esos recuerdos que escribís tan bien, que Dios te ilumine amigo. silvimar-
17-03-2011 hermoso cuento, lleno de recuerdos y sensaciones que invaden a uno de placer al leerlas. No he conocido a Negrate, se ve entre línaes la pureza de su alma. Su huella ha dejado aquí para hacer su despegue de luz. ************ miriades
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