| Evoco tu frente y de tu ser el misterio.
 
 Cuando aspiro el perfume de azules rosas
 siento que comulgo su alma.
 
 A veces desde mundos desconocidos
 recojo su dulcísimo acento
 musitando: "bien mío, estoy aquí".
 
 Y, ¿sabes? Suena a canción de cuna
 entre celajes de amores.
 
 Pero, ¿por qué no te perciben mis ojos?…
 Te fundes en la tibieza de un suspiro,
 te ausentas en las brisas de un recuerdo.
 
 Tu cristalina maternidad
 se perenniza en el pródigo seno de la tierra,
 tu llanto se cuaja hecho nube huidiza
 para cubrirme luego
 tornada lluvia de buen tiempo.
 
 Y te haces eterna en la caricia del mar
 y en la profundidad de su insondable grito.
 
 Te cristalizas en las tibias sábanas de mil auroras
 y en el verde encanto de tardes primaveras.
 
 Y te vuelves nardo, rosa,
 eres canto, eres perla,
 agua, viento, sangre, fuego,
 seda, hoja, paz, sonrisa.
 
 Madre, madre, madre,
 bendito pincel que plasmas a través del tiempo
 amor, en el viejo lienzo de la vida.
 
 
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