¡CARNAVAL MACABRO!

Este año el carnaval llegó pronto, apenas pasamos las fiestas de navidad y fin de año ya empezaron a jugar en toda la ciudad.
Animados por esto y por el regreso de España del Gato es que habíamos quedado en reunirnos las y los compañeros de la promoción en casa de la Cecilia para hacer una parrillada y bailar un poco.
Llegó el día, mejor dicho, la noche tan esperada y todos estuvimos allí a la ocho en punto, cada quien llevó algo de comer y algo de beber; también el carbón, la parrilla y, por supuesto, los polvos de harina de trigo, harina de maíz, talco, ceniza, también achiote, tizne, globitos llenos de agua, y los aniñados de siempre trajeron “carioca” todo para celebrar un chévere carnaval.
Los amigos iban llegando y nos saludábamos de beso, de abrazo de todo…
- ¡Que fue negrito! ¿Qué has hecho de tu perra vida? ‘ja, ja…!
Algunos llegaban con cara de pendejos igualitos como cuando estábamos en la U y no habían hecho el deber de mate.
- ¡Qué tal Manuco!, ñato, ¿andas solo o ya te enyuntaste?
- ¿Qué sabes del man del flaco, después del grado, como si se lo hubiera tragado la tierra.
¿Y las chicas? Ni hablar éramos las más lindas, las reinitas de la universidad
- ¿Qué fue ñañita, te cuento que casi, casi no llego, es que…el bestia de… bla, bla, bla….
Enseguida llegaron juntas la Miche y la Tere que en los tiempos de la U eran feroces enemigas y se declararon ri-va-les por el energúmeno de Miguel.
Que ambientazo que se iba formando. La Ceci, la dueña de casa nos dijo gritando: ¡Haber chicos y chicas!, óiganme bien, la casa es de ustedes, mis papás, bueno, toda mi familia se fueron a pasar en Vilcabamba y regresan mañana tarde, Así es que…!a disfrutar!
La fiesta se encendió, como debía de ser, bailamos bachatas, quebraditas, regetón, perreo, asamos chuletas, salchichas, choclos y entre copa y comida terminamos con lo típico nuestro:
Al golpe del carnaval
todo el mundo se levanta,
todo el mundo se levanta,
qué bonito es carnaval.
Una copita. Y otra copita más. ¡Qué bonito es carnaval!
- Échale, échale el tizne de la parrilla en las barbas a ese cholo bestia, que está hecho el apretado, parece cuando se sacaba 20 en física y no dejaba copiar a nadie, sigue bestia ¿no?
Cuando ya nos habíamos comido todo lo que trajimos y saqueamos la refri de los papás de la Ceci, cuando ya nos habíamos tomado todo el trago y le echamos mano a las botellas que tenía escondidas Don Pavo, el papá de la Ceci; cuando ya nos habíamos echado todos los polvos y harinas le echamos mano a esa cajita llena de ceniza que estaba en la chimenea de la sala con una cruz, un nombre y una fecha y algo más escrito en la tapa.
En el mismo instante en que nos echábamos esa ceniza en la cabeza aparecieron como fantasmas toda la familia de la Ceci, que por alguna razón que nunca supimos se regresaron de urgencia a Loja.
Doña Martita la mamá de la Ceci apenas puso sus pies en la sala en donde estábamos bailando, echó un alarido que retumbo en toda la casa: ¡Bestias, bestias se han echado las cenizas de la abuelita que la cremamos reciencito …!
Y después se desmayó.



Zoila Isabel Loyola Román
ziloyola@utpl.edu.ec