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Deambula perdida entre las sombras que los árboles proyectan sobre sus cansados pasos. No lleva rumbo ni meta, poco le importa llegar a un destino, no hay puerto en el que descansen esos brazos que anhela se abran a su llegada. Ya se cerraron para siempre. Él se marchó. Desapareció como había llegado, en la nada, sus ojos se dieron tristes la vuelta, su boca ya no sonreirá para ella.
"Tu amor es la furia en mitad de la tormenta, la calma cuando amaina la tempestad, la angustia cuando la soledad me abruma y será mi refugio cuando me recoja la muerte".

Aún recuerda esas líneas que tuvo que leer sobre un papel mojado, palabras a la deriva que jamás salieron de sus labios, pasajeras de un viaje sin retorno, la respuesta de un hechizo efímero donde se mezclaron las mentiras y los sueños. Ya hace tres días que lo vio marchar entre la espesa niebla que inundaba el cielo, bajo la intermitente bruma que manchó sus ojos, sobre el suelo manchado por la fina lluvia. Ni siquiera miró hacia atrás. Se alejó con paso firme mientras ella lo observaba plantada junto a su árbol, quieta cual estatua de puro hielo, muerta por dentro tras una cortina de humo.
"Bajo esta misma copa, envueltos en el manto del silencio, con la mirada cómplice de esta idéntica luna de plata, me diste el primer beso. Todo mi cuerpo temblaba ante cada una de tus caricias, el rubor de mis mejillas era la única respuesta a tu interrogante mirada, creí enloquecer cuando tu cálido aliento se posó sobre mi boca, y un escalofrío recorrió mi cuerpo al encontrarse nuestras lenguas curiosas por vez primera."

Tres días eternos y aún siguen lloviendo lánguidas lágrimas de plata, intentando olvidar cada sueño del futuro, recordando sin remedio las historias de un pasado tan cercano como lejos ya se encuentran, buscando aquel mismo fruto prohibido que tantas veces le devoró las entrañas.
"Deseo volver a besarte y abrazarte, sentir otra vez tus manos recorrer cada recoveco de mi piel desnuda, observar juntos nuestra silueta reflejada en los cristales ahumados de las ventanas empañadas. Liberar el frenético frenesí que precede a cada orgasmo. Beber el sudor de tu cuerpo encerrada entre sábanas de seda. Subir de nuevo las escaleras que dan al séptimo cielo. Si no fuera posible, si jamás pudiera volver a sentirme en el interior de tu cuerpo, al menos, me gustaría verte, contemplarte otra vez bajo esta luna que luce serena cuando el sol ha desaparecido en el infinito donde el horizonte comienza".


En su memoria desfilan todos los momentos que pasaron juntos. Los tardíos paseos junto a la orilla del mar, el atardecer apagado que tantas veces contemplaron junto a las dunas, esas rosas que le entregaba de su boca...Breves espacios de tiempo que no volverían a repetirse. Rememora el timbre de su voz con los párpados cerrados.
"Nada es diferente si tu no lo haces diferente"

Habían jugado y habían ganado. Antes de perder al menos. Habían reído y habían llorado. Fueron dos y fueron uno. Fueron eternos mientras duraron. Tuvieron miedo, desconfianzas y celos.
"No viene. Se habrá perdido por el camino o quizás ha encontrado mejor compañía con la que recorrer los caminos de la incertidumbre".

Ella había dudado en todo momento. Librando una lucha interna entre su corazón y sus pensamientos. Intentando huir del amor, como siempre había hecho. Contradictoria y asustada, intentaba evitar aquellos sentimientos que empezaron a anidar en su pecho. Se había jurado no volver a caer en aquellas redes. No dejar que la sedujeran de nuevo las mieles de una pasión incontrolada. Huir del desbocado galopar del amor. Jamás digas nunca siempre. Una vez más, se había dejado llevar, una vez más, el tiempo terminó barriendo sus restos.
"No me lo esperaba, y aún sigo pensando que será lo que ha pasado para que dudes en un segundo, lo que yo dudé mucho tiempo atrás. Ahora, las que fueron mis dudas, son tus dudas. Y yo dudo porque dudas. Empezaste por el final y tejiste una maraña en la que por una vez has conseguido perderme. Y es que ahora solo sé echarte de menos"

Los pájaros baten sus alas al vuelo, las hojas caen huecas al suelo, el viento mece los árboles con una brisa suave, bajo sus pies, arde de nuevo la calle. Absorbe el aire. Se detiene en una esquina. Enciende un cigarro y sigue de nuevo sus pasos. Sola. Sola de nuevo. Bajo una lluvia de recuerdos.
"Todo empieza de nuevo. Las mismas caras, el mismo tiempo, el mismo silencio. Lo que parece el fin, también puede ser un comienzo".

Texto agregado el 18-12-2010, y leído por 140 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
19-12-2010 . moebiux
 
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