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MEMORIAS DE UN MARTES 13
Martes 13, abro los ojos y todavía siento el dulce aroma de la mujer que enamoré en mi juventud a mi lado, en sábanas suaves y calientes aún se siente su presencia. Escucho desde lejos su trajín, seguramente despertando a mis hijos para ir a la escuela.
Me levanto y el orgullo que siento al ver a mis hijos, niño y niña grandes y saludables, me hincha el pecho hasta querer explotar. El desayuno es normal y cotidiano: café caliente, pan y mantequilla, leche y galletas, alguna fruta, risas de niños, conversaciones y recomendaciones diarias, algo de apuro pues se nos hace tarde.
Mis hijos y yo salimos hacia el nuevo día que se presenta, martes 13. Vamos con rumbo a la escuela, besos aquí y allá. Dulces, caramelos y alguna otra golosina para apaciguar el hambre de media mañana. Conduzco el automóvil hacía el lugar que me acoge día tras día para realizar el trabajo que me permite ayudar a la gente y ganarme honestamente un salario que me permite vivir y disfrutar con mi familia
Camino hacia el escritorio que me recibe cada mañana en el Banco donde cada día veo, converso y lidio con gente de diferente condición económica y social, con historias distintas y conflictos individuales particulares.
Ingreso al Banco con un traje impecable que supuestamente me da categoría, una corbata que hace la diferencia entre muchas personas, un portafolio que me da importancia. Camino mecánicamente hacia el escritorio que en letras doradas lleva mi nombre: Lic. Gustavo Álvarez, OFICIAL DE CREDITO.
Lo cotidiano se hace presente y la rutina vuelve a hacer su trabajo mientras yo realizo el mío. Persona tras persona, historia tras historia y la necesidad es la misma: Dinero.
Escuchar tantas tragedias, aspiraciones y proyectos personales que necesitan de dinero para solventar, es rutinario, monótono, mi trabajo. Números, nombres, cuentas, montos; todo normal. Escuchar, entender, facilitar. Inspeccionar los préstamos otorgados y su cancelación respectiva; todo está bajo control.
La vida me regaló una vida perfecta, y este día era uno más en los que al despertar agradecía por todo aquello que tenía. Familia, trabajo, salud y felicidad. Martes 13.
Cerca de mediodía y ya casi de concluir la mitad de la jornada se acercan hasta mi escritorio unos ojos del color de la miel, pertenecientes a una hermosa y extraña mujer que no parecía ser de la ciudad. Aquellos ojos se prendieron de los míos y el tiempo se detuvo para mí.
Por alguna extraña razón sentía que esa mujer era parte de mi historia, aunque jamás la había visto en mi vida. El tiempo paralizado en ese segundo se me hizo una eternidad y en ese segundo me llene de amor, sentía que mi espíritu bailaba de felicidad, la paz infinita me atrapó en ese glorioso segundo conectado a los ojos de una desconocida en un lazo inexplicable.
¿Qué me decía, qué preguntaba? No lo comprendía, cuando volví de aquel glorioso segundo intenté volver a la realidad aunque por el impacto temblaba de la emoción, me sudaban las manos, los nervios me hacían tartamudear, parecía un adolescente en su primera cita, nervioso y torpe frente a esa mujer de ojos enigmáticos, labios seductores y sonrisa franca.
Extranjera, latinoamericana del sur, vestimenta algo colorida, nada convencional algo desorientada por las dudas, necesitaba saber cómo realizar algunos trámites financieros en su cuenta, yo no estaba en la posibilidad de ayudarla desde mi escritorio pero la acompañé en todo el trayecto que debía realizar para concluir con el trámite que requería. Supe que su nombre era Leticia Mirabal de nacionalidad Chilena, que venía en viaje de turismo y por asunto de unas cuentas y cajeros debía resolver algunos líos.
La invité a almorzar cerca, falté a casa. Estaba atrapado por esos dulces ojos que sonreían cuando me miraba, no sé si ella sentía lo mismo que yo, sólo sé que me sentía en las nubes a cada movimiento que ella realizaba ¿qué me pasaba?
Debía volver al trabajo, ella me dejó en la puerta del Banco y dijo que volvería. Le creí, necesitaba creerle porque precisaba volver a verla. Esa tarde pasó muy lenta, nunca la había sentido tan larga ¿por qué esperar es tan interminable? La cantidad de personas designadas a mi escritorio parecía que crecía minuto a minuto, las palabras que salían de sus bocas me atormentaban en los oídos y en el cerebro, se me había acabado la paciencia y las historias y los papeles no cesaban de venir.
Necesitaba que la jornada se acabe pero todo parecía contrario a mis deseos, todo complotaba en mi contra, ¿volvería a verla? ¿Qué me habían hecho esos ojos? Sus palabras resonaban en mi mente “Nos vemos a la tarde, pasaré por aquí a la hora de salida para verte otra vez”… ¿Acaso había sentido lo mismo que yo? ¿Me esperaría a la salida? Yo ya no sabía lo que hacía sentado en ese escritorio que llevaba mi nombre. Por esa tarde nadie era de mi agrado, todos los asuntos me irritaban y lo único que clamaba mi ser era ¡QUE TERMINE TODO ESTO!... Y los minutos seguían empeñados en tardar lo más que podían sin dejar que las horas pasen.
Al fin terminó el día de trabajo. Salí sin esperanzas de ese lugar de tortura, nunca más volvería a verla, sentía que mi alma se desgarraba de dolor. Caminé sin rumbo con el portafolio en mis manos y el traje que era el reflejo de mi estado interior, arrugado, maltrecho, sudado.
La luna asomaba por el Este mientras el sol se ocultaba por el poniente y el cielo cambiaba de colores, estaba desolado en medio de la ciudad. ¿Dónde buscarla? Se me hacía un nudo en la garganta sin poder hacer que las lágrimas asomen a mis ojos en la desesperanza de poder volver a verla.
Ya sin ilusión alguna traté de retornar a la rutina de mis días. De repente sentí una mano en el hombro, al volverme me encontré nuevamente con esos ojos cuya ausencia había sido mi tortura. Me sonrió y el alma me volvió al cuerpo, la escena volvió a cobrar color, ella estaba conmigo otra vez.
Olvide todo nuevamente, volví a sentirme un niño a su lado, era como sentir cada molécula de aire entrando a mi cuerpo para darme vida.
- Siento que te conozco de toda la vida.
- Necesitaba darte las gracias por los favores que me hiciste hoy, no entendía nada. Tu ayuda fue de gran valor.
- No entiendo la conexión que siento contigo, estoy tan bien a tu lado.
- Me pasa lo mismo contigo, pero no es correcto, sabes, debo irme, mi lugar no está aquí.
- Lo sé, sin embargo desearía acompañarte por el resto de mi vida.
- Yo siento que estoy contigo toda una vida.
Paseamos por la noche charlando y riendo. Olvidé el mundo donde pertenecía, olvide a la mujer que había enamorado siendo joven y ahora era mi esposa, olvide a mis hijos y el orgullo que por ellos sentía.
- Te conocí en un sueño, lo estoy viviendo ahora.
- Que este sueño no termine, tengo miedo de perderte.
- No es correcto, tienes una vida que debes continuar, yo no pertenezco a este lugar.
- Lo dejo todo si me lo pides.
- No pido nada, las cosas deben seguir su curso.
Y la noche transcurría y seguía caminado a lado de aquella mujer que me transportaba por un sueño. Sus largos cabellos volaban con la brisa mientras una luz especial iluminaba su sonrisa. Los colores que vestía la llenaban de magia, verdes y azules que la rodeaban de una forma especial que jamás olvidaré.
- Debo irme.
- No me dejes.
- No eres mío ahora, tal vez en la siguiente vida.
- Me niego a aceptarlo, necesito estar contigo.
- Ahora no, debes cumplir tu destino.
- No me dejes.
- No te dejo, siempre estaré contigo, no me olvides.
- Déjame llevarte entonces, quiero que el tiempo se detenga nuevamente.
Al punto recordé que poseía un automóvil y la llevé al hotel donde se hospedaba, ella me dejo un beso en los labios y otro en la frente antes de salir y perderse en la puerta de ese hotel. La mire desaparecer sin querer borrar esa imagen de mi mente, lloré mientras se iba y lloré cuando ya estaba lejos de mis ojos. En ese lugar, no sé en qué momento me quedé dormido.
Despierto, estoy en mi cama, siento un dulce olor a mujer y ahí estaba mi esposa con la dulzura de otros ojos en la mirada ¿qué pasó? Estoy con la mujer que decidí pasar mis días ¿Todo fue un sueño acaso?… busco el calendario para salir de mi confusión…
Miércoles 14.

Texto agregado el 26-12-2010, y leído por 306 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
04-01-2011 ...y el mérito de tratar de pensar como hombre...muy bien hecho, un gran sueño. za-lac-fay33
27-12-2010 me gustó, intrigante y buen final. PUCHUNCHA
26-12-2010 Buen relato y excelente narrativa. susana-del-rosal
26-12-2010 Un relato entre rel y onírico, me gustó. Buena narración y el final abierto a la imaginación del lector. Un beso u mis estrellas. Magda gmmagdalena
26-12-2010 . moebiux
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