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Desde aquella tarde.
V
Luego de terminar el desayuno, se sentaron en la sala, uno en frente del otro. Y Wellington empezó a hablar...

-Mira José...Te voy a hablar con el corazón en las manos. Aunque dicen que esto no se debe en los tiempos actuales. Yo creo en lo contrario. Y más si son personas como tu. Y mira que no te conozco! Yo siempre he dicho que para tenerle confianza a alguien, ese alguien tiene que tenerla contigo. Es como dicen algunas personas... No hay amigos... Esto no es más que su subconsciente traicionándolo pues ellos no son amigo de nadie. Yo le digo a Mateo. Tu eres amigo de los amigos pero esos que andan contigo no son tus amigo. Cuando hagan algo que los comprometas, te van a dejar sólo. Ellos son amigos de él por ahora José... Pero dejas que pasen un susto... Escucha... Mi madre ha sido una mujer muy sufrida, desde su infancia. Para que Mateo le esté dando carpeta ahora. Pero no se puede hacer nada. Ella lo apoya mucho. Pon atención a esto que te voy a decir... Teniendo ella como tres días de nacida, mi abuela la regaló. Creo que a unos ricos. Pero al otro día mi bisabuela la buscó. Dijo que la criaría ella. Eran personas muy pobres. Imagínate que comían batata vacía a todas horas del día. Podía ser de sena, de comida o de desayuno. A mi madre mi bisabuela la quería con pena. Fíjate... que a los seis meses de nacida la niña, una tía, que también era una niña, de apenas ochos años, la dejó caer y se le rompió un pie. Ahí viene la niña a sufrir más. Primero la regala su madre y después se rompe un pie. Dime si esto no es una catástrofe! Mi madre ha sufrido desde los primeros días de su vida. De ahí que mi bisabuela le inculcara el amor al trabajo. Teniendo mi madre cincos años de edad, su abuela la mandaba a barrer los patios de los ricos, para ellos comer. Y así, entre trabajo y rechazo, creció la niña. Más tarde, siendo una señorita, ya sabía coser. Mi bisabuela decía que había aprendido desde el cielo. Pero la suerte le duró poco en la juventud. Se enamoró. Y esta fue la desgracia de su vida. Enamorarse de los hombres equivocados. El primero. Mi padre. Un hombre de ojos verdes. Engatusó la niña. Le quitó su inocencia. El la utilizaba todo el tiempo. La familia de él no quería saber de ella. Para lo único que él quería la niña, era, para quitarle lo que ella producía cosiendo. Luego vino el embarazo. Nació éste que está hablando contigo... Pero con todo y que la niña se tuvo al morir en el parto, él no se conmovía con ella. No la ayudaba en nada. No me compró nunca una botella de leche. José... hasta el dinero de ese señor sacar la licencia fue ella que se lo dio. Luego vino la separación. La niña se cansó de que él le quitara lo que ella producía. El señor que me había procreado siempre la molestaba, y ella le decía -me voy meter con un hombre bravo, para que no te me puedas acercar-. Y así mismo fue. Conoció un joven menor que ella. Pedro Hernández, el que mencionaste hace unos minutos. Este era de la ciudad. Menor que ella. La conquistó y aseguró su futuro. Tu me dirás, cómo que aseguró su futuro?, y yo te digo. Nunca más trabajó...Así de sencillo. Empezaron a tener hijos. Son los que tu has conocido. Mateo y Carolina. Mateo es un año mayor que Carolina.

Wellington interrumpe su monologo y le dice a José...

-Te estoy cansando?

José le contesta que no. Y le pide que continúe.

-Yo, mientras tanto, me había quedado con mi abuela en el campo. Mi madre no me pudo traer con ella al principio. Sabes... cosas del destino. Estos fueron los años más lindo de mi vida. Contrario a como la estaba pasando mi madre. A ella las cosas no le estaban saliendo tan bien. Se había metido con un psicópata. Como sabrás, creo... pues me dijiste que has investigado todo lo concerniente a Mateo. Este señor lo crió. Tu te imaginas el conflicto interno que debe tener él! Su madre muy religiosa. Y su padre un monstruo. Sacado de una película de misterio. Tal vez piensas que estoy exagerando! Escucha esto! Luego que mi madre se pudo establecer, me trajo para la ciudad a vivir con ella. Yo no quería dejar a mi abuela. Como te dije... Para mi abuela yo era un príncipe. Pero que va', mi abuela no pudo evitar que mi madre me llevara con ella. Yo lloraba casi todos los días. Mi abuela me hacía mucha faltas al principio. Mi madre hacía todo lo posible para que me sintiera bien. Al poco tiempo aprendí un poco del trabajo de ella. Y ella encontró algo que me fascinaba, las artes marciales... Durante el primer año mi comportamiento no se alteró. Seguía siendo el niño ejemplo. Pero luego... empecé a cambiar. En la escuela me puse rebelde. Mis calificaciones empezaron a bajar. El niño al que todos los profesores querían, se evaporó. Ya estaba sintiendo las atrocidades del esposo de mi madre. Como se la estaba comiendo. La estaba desgarrando pedazo a pedazo. Todo el dinero que ella producía, paraba en su nariz.

Wellington hace un breve silencio. Se le hace un nudo en la garganta, y dice...

-Mi vida en aquellos años fue una pesadilla...

Sandy Valerio.

Texto agregado el 18-01-2011, y leído por 104 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
18-01-2011 Va muy bien Sandy. La novela va tomando mucho interés en el lector, por la tensión que se genera y la importancia del tema. Además, muy buen dominio del lenguaje gatoverde
 
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