Vengo del espacio. Soy muy pequeño, en comparación con el vasto lugar de donde provengo. En mi corta existencia, imaginé que recorrí todos sus rincones, pero creo que no hice mucho más que imaginar.
Un día alguien tocó la tecla espacio y morí aplastado.
¿Te parece chistoso? ¿Más bien no?
A mí no me pareció tan gracioso. En ese momento, en plena unicelularidad, no me pareció nada, nada lo hizo. Pero ahora, reencarnado como partícipe de la raza que en aquel momento me destruyó, recuerdo con dolor como alguien como yo me asesinó, quizás creyendo hacer lo correcto, separar una palabra de otra, disparar un rayo láser, saltear otra página de una conmovedora presentación PPS, sólo para agitar más los ojos, para que caigan las lágrimas ante las dulces palabras de alguien que nunca salió de su casa en favor de recopilar las mejores fotos de la naturaleza jamás subidas a internet.
Yo evito el uso de la barra espaciadora, consciente de los daños que podría llegar a ocasionar.
Recorto y pego espacios. Es lento, pero gratificante.
Aunque últimamente me asalta una duda, quizás no esté libre de la acumulación de infracciones en mi karma.
Me pregunto si hay vida en otras teclas.
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