Beso de mariposa

Magdalena tiene penita. Santiago llueve y ella llora junto a la ventana de sudormitorio. Hace días que el sol no brilla y gotas se deslizan una y otra vez por los ventanales. No puede salir a jugar a la plaza del barrio con sus amigos. Los columpios están empapados y el balancín parece un puente entre tantas pozas bajo la lluvia.
Su mamá se sienta junto a ella y la abraza,
- Magdalena, ¿porqué lloras mi amor?

La niña acomoda su cabecita entre los brazos de mamá y le pregunta angustiada con sus ojitos nublados,
- ¿Qué les pasa a las mariposas cuando llueve?

La madre acaricia su cabeza, la besa tiernamente y contesta sin dejar de regalonearla,
- Se juntan a conversar debajo de las hojas y organizan juegos para cuando salga el sol y los niños vuelvan a jugar.

La niña se alegra, abraza a su mamá y se duerme en su regazo con una sonrisa dibujada en el rostro.
Cuando el sueño se apodera plenamente de la pequeña y la pena se borra de sus mejillas, Magdalena sueña con mariposas multicolores revoloteando por toda la pieza. Ve como luz traspasa sus alas y tiñen los muros de colores formando abanicos de arcoíris.
Mientras ella duerme, el sol destrona a la lluvia, las mariposas se unen en una ronda alrededor de la cabeza de Magdalena y así la acompañan en su descanso. Una mariposa traviesa se aburre del juego y se posa sobre la oreja de la niña. Sacude sus alas de modo insistente despertándola con su aterciopelado aleteo. Voces y risas desde parque invitan a Magdalena al juego.