Viene el poeta y me jode
con que ve imágenes astrales
o que puede ver más allá…
¿más allá de qué?
¿de su nariz?
No creo que importen esos temas
de que si ve más allá
o que si está enredado en un más acá
que por mucho es un menos allá.

Luego viene otro poeta y me dice
que seguramente el amor lo salva todo
y le abre los ojos,
y le hace ver más allá
de esas tonterías que no son,
sombras, escurridizas ideas
o simple patafísica en ciernes.

Luego ni se asoma al poeta
pero se que quiere decirme algo,
él sabe que lo voy a ignorar
y él me dice sus teoremas cuánticos
y sus problemas viscerales…
yo le digo ¿para qué?
él de seguro quiere decirme que porque sí.
Sé que le diré que no es importante.

Luego no se asoma ni un solo poeta,
ni solo, y me busca y ni mi sombra
y ni mi resto desperdigado
en las sombras o los restos callados,
que buscan huir de quién sabe qué
o de quien sabe quién…
Por lo general ya es tarde
y será hora de dormir,
y él, el poeta, también deberá ir.
Entonces tal vez me dé sueño.