Que no haya espacio
entre corazón y corazón
y entre verso y verso,
que el amor hable
por la misma boca
y grite en la media noche,
que cada uno se refugie en el otro
cuando llegue la tormenta
y le saquen chispas a la noche.
Que cada uno tenga la llave
para entrar al cuerpo del otro
y que cuando el uno se vaya
el otro cierre su cuerpo
para que no entre nadie
y, cuando regrese el que se ha ido
se embriaguen de tanto amarse,
hasta que uno de los dos
se vaya a la casa de los muertos.