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 Carta a Berenice
 
 
 
 Recordé algún texto leído.
 
 Un poema que desprendía
 Sobre mi mente imágenes
 Que evocaban sensaciones
 Íntimamente ligadas a ti.
 
 Durante los tiempos en que
 Recuerdo aquello leído,
 Viene a mi persona la mejor
 Sensación de serenidad que
 Solo un ser apoyado en un
 Sentimiento, desconocido
 Antes, una sensación de
 Constante y seguro apoyo,
 Un pilar en el que he podido
 Por fin serenar una vida
 En peligro constante
 De romper la continuidad,
 De echar por tierra a la persona,
 A su posible llegada un día
 A puerto.
 
 Sin haber sabido
 Nunca navegar.
 
 Ahora, con la serena y bella
 Vida a tu lado, con un leve
 Repaso a los años junto a ti,
 Desde el momento en que
 Decidimos unirnos, con la
 Seguridad de pertenecer
 A una clase de lámpara
 Que puede iluminar
 Su propio camino.
 
 Dejándose acompañar por
 Aquellos amados, sin ponerlos
 En riesgo.
 
 Una lámpara que quiere
 Derrochar generosidad,
 Bienestar y el más bello
 De los colores en su
 Haz de luz.
 Mi mayor deseo, como
 Pudiera desear la luz
 Iluminar la noche,
 Es ahora poder hacerte saber
 Que tú eres todo lo que
 El más necesitado y ambicioso
 De los hombres pudiera desear.
 
 Sin tener desproporcionadas
 Y denostadas ambiciones.
 
 Solo por amor y gratitud.
 
 Si fuera posible que la arritmia
 Manifiesta que demuestra
 Mi comportamiento, se pudiera
 Manejar con la razón,
 Con la claridad de que
 Ya no soy, como un día dijo”,
 Ese amigo que me conoce bien:
 “Tu eres un lobo solitario”.
 
 
 Aguadulce, mayo de 2008
 José María de Benito
 
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