| Retrato a una joven pálida,
 tan blanca como el día,
 que a pesar de su hermosura
 y esa boca que tenía,
 yo sabía por sus ojos
 que pronto moriría,
 por sus líneas demacradas,
 su mirada de suicida,
 le retrato hasta las costras
 que adornaban sus rodillas.
 
 Retrato a una joven
 que me dio todo su amor una tarde,
 luego de bebernos unas botellas
 de ya ni me acuerdo,
 con calcetas blancas y largas
 y su uniforme del Liceo,
 hicimos algo parecido
 a lo que hoy le llaman sexo,
 éramos tan adolescentes
 que se nos hizo corto el tiempo,
 llegamos tarde a casa y soportamos unos retos,
 la sonrisa no se iba
 ni la tibieza de sus besos,
 la retrato anudando
 el corbatín junto a su pecho.
 
 Retrato a una mujer de estatura baja
 que llevaba suelto el pelo,
 usaba un chaquetón largo
 y unas botas en invierno,
 yo llevaba su paraguas
 y hasta a veces sus cuadernos,
 nos abrazábamos bajo la lluvia
 y nos camuflábamos color viento,
 ella decía que me amaba
 yo también la amé un momento,
 la retrato transparente
 entre el ruido de los truenos.
 
 
 Retrato a una joven que tenía enterrada
 una mina de lápiz en su mano izquierda,
 la confundo todavía
 con el sentido de mi vida,
 con mis risas y tristezas,
 hasta con mis fantasías,
 punky como ella sola
 en su arte y pornografía,
 la retrato como un hada
 entremedio de una orgía,
 con el alma envenenada
 de tanto Nietzsche y compañía,
 pero que importa el veneno de su alma
 si ella misma es poesía,
 da lo mismo que hasta el diablo
 se la follase día a día,
 la retrato ajena al mundo
 incluso ajena a ella misma,
 con un porro entre sus dedos
 y entre grotescas melodías.
 
 Retrato a una joven que se olvidó de mí
 y yo también me olvidé de ella.
 
 
 
 
 |