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Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / Un paseo literario (Columnista invitada de este viernes: Maravillas)

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“Estrasburgo es una ciudad que provoca un cierto exceso de literatura al caminante” (Pierre Mac Orlan).





Estrasburgo es una ciudad de piedra, rodeada de ríos y canales donde el agua refleja sus casas, construidas con granito rosáceo y vigas de madera, que conforman la estructura de sus muros, llamadas “maisons à colombages”.

La catedral de “Notre Dame de Strasbourg”, levanta su altura al cielo erigiéndose, orgullosa, en la octava maravilla del mundo. Sus bóvedas y arcos, filtrando la luz por sus coloridos vitrales, invitan a la contemplación espiritual y a la mística. Este escultural monumento ha sido objeto de tantos y tantos elogios, que resulta casi imposible describir la impresión que causa, a nuestra alma, al mirar los cinco siglos de historia europea impregnados en la inmensa altura de este monumento gótico.

La catedral ha sido también objeto de reivindicaciones culturales: Goethe le adjudicada su construcción al ingenio alemán; y Louis Aragon cantará esta “catedral, color del día, prisionera de los alemanes....”. Polisemia y permanencia: el símbolo es flexible.

En nuestra breve visita, a través de esta ventana, echaremos un vistazo, dejando nuestra mirada perdida por entre sus callejuelas pintorescas y por los tejados, con sus casas puntiagudas, con sus torres y sus palacios de piedra enverjados. Sus fuentes, sus canales y esclusas nos harán posible navegar por las huellas literarias y por el testimonio de esos escritores que contribuyeron a grabar en sus muros el encanto del tiempo y la historia de un Continente que abrió también sus brazos, curioso, al descubrimiento del Nuevo Mundo.

Estrasburgo ha atraído siempre a muchos poetas, novelistas, periodistas, historiadores como Sébastien Brandt e Jean Hans Arp , de pasaje como a Goethe o Victor Hugo dejando todos su mirada inmortalizada en esta ciudad de piedra y agua. Citaremos también a Alfred de Vigny, Hippolyte Taine, Prosper Mérimée, Honoré de Balzac, Stendal. Sin embargo, pocas serán las mujeres que darán vuelo a su miriñaque por esta ciudad: Juliette Drouet e Georges Sand se destacan de la masa oscura de los levitones.

Todos los pasos por esta ciudad conducirán al caminante al pie de la catedral, torre mística o romántica que la encarna y la representa. Su nombre, Estrasburgo, etimológicamente significa, “ciudad en el cruce de caminos”. Su historia ha conseguido guardar la multiplicidad de culturas que, con el tiempo, han logrado consolidar en una talla humana, en un manto que cubre a los pueblos de Europa reuniéndolos en ese hemiciclo que se llama el Palacio de los Derechos Humanos.

Pero esta ciudad gastronómica por excelencia, guarda también sus citas clásicas. A propósito de su apetito, Montaigne anotó en su “Journal”:“los alsacianos tienen más preocupación por sus cenas, que por su vivir”. Y dos siglos más tarde, Rousseau visitará Estrasburgo, escribiendo:“ Las frecuentes cenas en esta ciudad, las amistades femeninas y de gentes del mundo, a los que me he rendido encantado, me han impuesto un género de vida que ha afectado a mi salud, teniendo que despedirme de aquí por necesidad”.

Alexandre Dumas se inspirará en ello con el episodio sobre el General Garnison, que lo encontraremos en sus “Excursiones al borde del Rhin V. Mientras que para Honoré de Balzac, Estrasburgo representará una vieja etapa sobre la ruta que le llevará hacia la “Bella Extranjera”

La visita de Elias Canetti dejará su huella en “Jeux de regard”: “La vieja ciudad es tan pequeña que uno termina siempre encontrándose, naturalmente, en la fachada de la catedral. Se producirá sin premeditación, y será la situación más deseada. Las figuras de su fachada me atraen, los profetas..., pero sobre todo las vírgenes locas. Las vírgenes locas me dejan pálido; eso es, creo que ese sonreír de las vírgenes locas las hace más seductoras. De una de ellas, la más bella, a mi gusto, me he enamorado. Acto seguido la he encontrado en la ciudad y he sido el primero en conducirla hasta su propia estatua”.

Justo enfrente de la fachada lateral de la catedral se encuentra la “Maison Kammerzell” una casa de madera artesonada, como una escultura decorada. En su fachada están representados todos los temas del renacimiento: los héroes, la Biblia, la antigüedad, las diez edades de la vida y los cinco sentidos. Un águila y un sol simbolizan la vista; un mono comiendo frutas de un cesto, el gusto; un ramo de flores y un perro, el olfato; mientras que un violín, un arpa y un ciervo evocan el oído. El tacto será simbolizado con una araña en el centro de su tela y una tortuga.

En esta misma plaza también encontraremos la primera botica de Francia. La farmacia del “Ciervo” fundada en el siglo XIII, de la que se cuenta un extraño ritual, descrito por Gilles Pudlowski en: “Je vous écris de Strasbourg”: “ Le Buchmesser” o “medida del vientre”. En el ángulo entre la farmacia y la columna de piedra contra el muro: debe de permitir pasar el volumen de su abdomen. ¡Terrible prueba!, afirma. No conocía la extraña significación de esta unidad de medida. Pero el símbolo me parece evidente: el vientre en Estrasburgo, ciudad espiritual y mística, posee una importancia primordial por la alegría desmesurada que nunca para. (Refiriéndose a la comida y a la bebida, sin duda).

Nos encaminaremos después por la “Rue des Orfèvres” para apreciar la desmesura de esta ciudad. Una pequeña callejuela, empedrada, llenita de banderolas multicolores, que ilumina los alrededores de la catedral. La “Rue de l’Outre”, al lado de la “Place du Temple Neuf”, que alberga una de las más conocidas y reputadas pastelerías, desembarcará nuestros pasos hasta la “Place Kleber” y el “Aubette”. Un edificio histórico, que abrigaba en 1929 un complejo de los más audaces: restaurante, cervecería, salón de té, salón de baile, cine y discoteca de “nuit”.

Sin olvidar que esta Plaza será uno de los más alto lugares de la música romántica: Brahms, Liszt, Berlioz, Wagner, Mahler, Strauss fueron aquí aclamados. En 1862 un gran auditorio fue habilitado a fin de escuchar el concierto “La infancia de Jesucristo”, de Berlioz, que guardará en su memoria como un recuerdo intenso, que relata en sus memorias, de la siguiente manera: “... tal es la escucha y la atención de este auditorio que en mi alma provoca lágrimas. Cuan feliz soy cuando percibo emoción y lágrimas en mis oyentes. Este coro no produciría la misma emoción en Paris”. Por lo que no nos sorprenderá que el protagonista de la cita que encabeza esta Columna, fuese un asiduo de este espacioso complejo al que se convirtió este edificio del siglo XVII. Pierre Mac Orlan cultivará la literatura con el encantamiento del “Aubette”.

Y tampoco debemos extrañarnos de que Antoine de Saint-Exupéry hiciera en 1921 su aprendizaje de piloto en esta Villa que “aspira hacía lo alto”; alquilando una habitación en el número 12 de la “Rue 22-Novembre”. Y dejando el siguiente texto, en una carta que le escribe a su madre: “Es una ciudad exquisita. Tiene todos los caracteres de una gran ciudad. He encontrado una habitación impresionante. Tiene baño, teléfono, amueblada con gusto, es lujosa, tiene calefacción central y agua caliente, dos lámparas eléctricas, dos armarios y el inmueble tiene ascensor. Todo por 120 francos al mes”.

Victor Hugo dejará, en su entusiasmo ebrio por esta ciudad, las siguientes palabras: “Iré de una torreta a otra, mirando en cada vuelta a Francia, a Suiza y a Alemania en un solo rayo de sol. Cada torreta será una nación diferente”.

Durante la anexión alemana, Estrasburgo cambiará de fisonomía, y la “Place de la République” será bautizada como “Kaiserplatz”. En 1872 los primeros visitantes de Estrasburgo serán Frederic Nietzsche, Richard Wargner y su esposa Cosima. Un extraño ambiente reinará en la ciudad. En su diario, Cosima Wagner anotaría: “Se vive una impresión extraña, la cultura francesa es visible en todo, la ropa y los vestidos son mejores que en Alemania. Las personas son educadas y se esfuerzan por hablar en alemán, sin embargo el ambiente está representado en ese cuadro que se llama ‘Ella espera, con paciencia, pero no con resignación’”.

Una anécdota interesante de este período de entreguerras, titulada por Alphonse Daudet “La última clase”, evoca el adiós de un profesor en lengua francesa a sus alumnos, antes de ser reemplazado por un profesor alemán. Será una verdadera toma de conciencia de eso que significa la identidad alsaciana: “no deseo ser prusiano, francés no puedo. Soy alsaciano”.

El viajero Hemingway visitará también Estrasburgo sin coincidir, por esas cuestiones enigmáticas del tiempo, con Erasme de Rotterdam. Y todos, absolutamente todos ellos tienen una deuda eterna con nuestro insigne Gensfleisch, Johann, llamado Gutenberg, que con su invención, fue el pionero que permitió el milagro de que el pensamiento y las palabras pudieran viajar por el tiempo y el espacio, acercándonoslo a todos. De su paso por esta ciudad, al parecer, nuestro inventor no dejó nada más que el recuerdo de un pasado tumultuoso e innumerables procesos.

He evitado, para no alargar más esta Columna, a otros ilustres personajes y, sobre todo, a aquellos escritores que son originarios de la región, puesto que su obra ya lleva implícita a esta región y a su cultura.

Hoy, 14 de julio, Fiesta Nacional de Francia, recordaros también que antes de la toma de La Bastille, “La Marseillais” fue cantada por primera vez en Estrasburgo, en la Place Broeglie, donde se ubica la Opera del Rhin. No recuerdo si fue en el actual edificio que hoy alberga al Banco de Francia, o en lo que hoy se conoce como el Círculo de Oficiales. Y nosotros cantemos nuestro himno a la libertad de pensamiento y palabra con esta canción, anónima, del siglo XVI.



Los pensamientos son libres
Nadie puede pararlos
Mis pensamientos pueden volar
Como una sombra en la oscuridad
Nadie puede adivinarlos
Ningún cazador matarlos
Ningún fusil asesinarlos
La libertad de pensamiento.




Maravillas




Texto agregado el 16-07-2004, y leído por 705 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
24-07-2004 Genial, me he deleitado tanto que podria saltar en un solo pie. Beso. Gabrielly
20-07-2004 Nada, que te decia que me he interesado por lo típico de alli winstub que significa literalmente "casa de vino", el choucroute y la tarta de cebolla... suena bien. nomecreona
20-07-2004 Menudo fichaje harían contigo en la Oficinina de turismo de Estrasburgo; que bonito itinerario has marcado... y que punto de vista tan especial.que significa literalmente casa de vino. Allí los platos típicos son el (de cebolla). Te haré caso si recalo por allí. Winstub; choucroute y gâteau d'oignon si no recuerdo mal... Saludos. nomecreona
19-07-2004 GRACIAS, QUERIDA AMIGA, por el paseo...hermoso...aunque para mi gusto con exceso de información. Me detengo, querida amiga: "Contemplación espiritual y mística". Modestia sugerencia: yo suprimiría la palabra "mística", aunque es ´válida y muy correcta en tu texto, pero es un término manoseado, particularmente por intelectuales, que no dice nada o dice justamente al revés de lo que señalan los pocos "misticos" que han existido en la humanidad entera. Me parece, amiga, que es poc que hay que guardar para EL LABERINTO...de Minotauros. El Mudo te sonríe y yo te mando un abrazo grandote. Máximo islero
18-07-2004 Muy bello su texto señora, me ilustra, me informa y me da mucho placer leerla. Especialmente para alguien como yo, nativo y habitante de los grandes desiertos del fin del mundo...,donde la mano del hombre (y por supuesto la historia de la cultura) a pasado escasamente (aún). Mis afectos. CalideJacobacci
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