| Un veinte de mayo,exactamente
 hace un año,
 a las diez de la noche,
 me encontraba en
 el terminal de buses
 que van a Guayaquil,
 abordando la unidad
 que me llevaría
 hacia ti.
 
 Y aquella fría noche,
 yo, lleno de dudas
 pero también de
 ilusión por verte
 una vez mas,
 no imaginaba
 que aquel pasaría
 a ser mi
 último viaje.
 
 Tras ocho horas
 de largo viaje
 llegué a tu ciudad,
 la humilde casita
 de de unos familiares
 me acogió sin
 dudar un instante.
 
 Ya en la noche
 en aquel mágico lugar,
 el Malecón, junto al Monumento
 a los Libertadores Bolívar
 y San Martín, como si
 hubieran sido mudos testigos
 de nuestro encuentro.
 
 Una ola de nervios
 invadió todo mi cuerpo
 al verte después de
 tanto tiempo, simplemente
 desbordabas belleza
 por todas partes.
 
 La magia de tu cuerpo,
 de tus ojos, de tu sonrisa,
 de tu largo cabello,
 toda radiante,
 yo estaba como
 algo torpe y
 muy nervioso.
 
 Tras una larga
 charla y después
 de la cena, en un restaurante
 del lugar, finalizó la noche
 llevándote a tu casa,
 para esperar al nuevo día.
 
 CONTINUARÁ...
 
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