(Te gustaría cenar esta noche conmigo)


El sol inicio su descenso, pero dejo en aquel manto trasparente un calor desenfrenado, uno distinto a la piel, este mas bien se aferraba, dejaba humedecerla y muy pocas veces, gotas corrieron por mi cuello, decidí entonces despojarme aquella franelilla que ocultaba mis senos, acostarme sobre la cama y esperar la caricia del frio arrollador, que pertenece a la madrugada. De pronto mis sueños, las imágenes de ellos comenzaron a arrástrame a la realidad, cuando un hombre esbelto tomo mi cuerpo y me arrebataba besos pasando sus manos cálidas por el mismo. Sentí un suspiro en mi piel, aquel hombre que no divisaba en aquella bella oscuridad efímera, comenzó a arroparme con su ternura y adormecerme sobre sus sabanas. Mis ojos se debilitaron y esperaron la tentación de encontrarlo por la mañana.


M.G.W