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Y le tocó el momento en que tuvo que verse a si mismo, reflejado en el espejo de la realidad y la cotidianeidad, vislumbró la inusitada frecuencia con que realizaba el acto de escribir (le), se había percatado de aquello desde hace un buen tiempo ya, sin embargo era algo extraño, pues la frecuencia denotaba una ingente necesidad de escribir...

Efectivamente había algo extraño en el ambiente, a más de que el clima estaba cambiando, los expertos decían que era el calentamiento global el que generaba temperaturas estivales en pleno invierno o viceversa, frios otoñales y lluvias invernales en una tierna primavera, la mamá del sol se había extraviado, las lluvias acariciaban las tardes de sol, las hojas caían por las horas de calor, y cuanta cháchara climática se veía entre el sol, las lluvias, el frío y las estaciones que se agudizaban en los semestres.

Los homínidos que circundaban se les veía cada vez más irascibles, peleaban por todo, los patinadores protestaban por las nuevas formas de generar energía, los adinerados marchaban cuan desharrapado upeliento, los negros se tornaron negreros, los de las casas blancas se vestían de negro, los genocidas se premiaban en nombre de la paz, los verdugos eran beatificados, y los pobres se identificaban con la riqueza; por decir un par de situaciones anómalas que ocurrían en estos tiempos.

Y algo de caos se podía observar por alrededor del orbe, muchas situaciones que generaban cierta confusión, los jinetes del apocalípsis se habían bajado de sus monturas de forma anticipada, eros se tornaba una hera, al igual que la palindromía del imperio Roma, la sangre vestía las togas, y los muertos hablaban de la vida, como el sol se estaba mojando, los volcanes derramaban agua, las placas danzaban al son de las emisiones, y los vendavales fluían por las cordilleras en donde las presiones no existían, el queremos se traducía en sueños, y los caminos se cansaban a medio camino, en sintesis el caos reinaba por la esfera del doquier.

No obstante en su reflejo se veía intacto, no habían atisbos de modificaciones que alterasen el quid de lo que era y es, sin embargo, cuando releyó lo que estaba haciendo, observó un acopio de acciones, de palabras, de letras, de voces, de cantantes, y de escritores que susurraban en llamas, parsimoniosamente, y con apacible candidez que el camino era mucho más de lo que el pensó.

Pero algo pasó, al mirar atrás, mas no tan atrás, veía, palpaba que algo no estaba en su lugar, había algo inmenso que le cubría el paso, había algo colosal que le incitaba a no detenerse, a proyectar y seguir más y más, a crear con sus manos de greda el derrotero de lo soñado, ese sueño ensoñado... Mas no a solas.

Curiosamente, curiosamente a tu lado me ha ocurrido eso, eso y más; algunos le dicen amor, yo le pongo tu nombre.

Texto agregado el 09-06-2011, y leído por 129 visitantes. (0 votos)


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