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Mediodía, cruzaba la Plaza San Martín esquivando el monumento como lo hago diariamente para llegar a mi trabajo.
Sin el mejor humor, común en mí este último tiempo, solo acompañado de un crujido en las tripas producto de haber almorzado rápidamente en La Recova
Siempre me entretengo en la plaza mirando a la gente. Sus gestos, su vestimenta. Trato de adivinar que es de sus vidas y es cuando me viene a la cabeza la imagen del hormiguero. Todos tan anónimos. Tan esperanzados imaginando que nuestras pequeñas existencias significan algo. Creyéndonos protagonistas de una historia atractiva y única. Pensamos que somos tan especiales. Y sin embargo, somos tan comunes.
Por ejemplo ¿Que será de esa parejita del colegio besándose tímidamente? ¿Qué será de esos políticos que van y cruzan hasta el municipio? ¿Todos se estarán prometiendo amor eterno?
Cuando uno mira desde un escalón no demasiado alto con el ánimo demasiado bajo nos damos cuenta que somos solo una mínima porción de energía en el devenir universal.
Pero inmediatamente pasa algo mágico, inexplicable.
Darnos cuenta que no estamos solos.
Cruzo el monumento, uno, dos, tres pasos y al levantar la mirada los veo sentados en el banco de banco de la plaza debajo de la pérgola.
Algo les pasa. Están mirando el horizonte sin decir nada. El le pasa el brazo y le acaricia la cabeza como consolándola. Ella con su larga cabellera rubia se recuesta contra su hombro. Me detengo y no puedo dejar de mirarlos.
No se porque. No lo puedo explicar.
De vez en cuando se miran parecen decirse algo pero no pasan más allá de eso. Solo se miran. Se me ocurre que fueron amantes. Se me ocurren tantas cosas sobre ellos como que se conocen lo suficiente como para consolarse mutuamente sin decir muchas palabras.
De golpe el le da un beso corto en la boca, se levanta y la deja sola. Se va caminando y pasa por adelante mío con la cabeza gacha como resignado. De vez en cuando mira para atrás, buscando la mirada de ella.
La tristeza poética de verla sola, apretando un celular contra sus manos y llorando despacito. Porque no esta llorando a los gritos, histérica. Llora bajito, para adentro. Las lágrimas apenas se notan por el brillo del sol en sus mejillas. Seguro que pronto se irá caminando al estudio contable donde trabaja. No se porque pienso eso: tiene cara empleada administrativa. Capaz que esa escala en la plaza es un recreo que se había dado para dejar escapar el dolor. Un amor que se pierde, una mala noticia de casa o un telegrama de despido anunciado anticipadamente o un viaje no deseado.
Vaya uno a saber.
Hay ternura en sus ojos, que al cruzarse me hicieron sentirla muy cerca.
Habla por celular y trata de sonreír disimulando la voz que le sale entrecortada.
Siempre me pregunto que piensa la gente cuando te ve llorar. Escuche por ahí que cuando lloras en la calle lo haces para que te vean. No se. Creo que no se elije el momento. O será que tenemos tanta la necesidad de cariño, tanta necesidad de que nos digan lo bueno, lindos, útiles que somos. No se.
Por eso esta mañana dudé.
Pensé en ofrecerle aunque sea un cigarrillo o preguntarle si necesitaba algo.
Decirle que la estaba observando y que me gustaba.
Pero seguí caminando, cobardemente seguí mi camino.
Como todos los que circulaban por la plaza San Martín

Texto agregado el 22-06-2011, y leído por 309 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
02-11-2012 Atrapante tu manera de contar algo que nos sucede a muchos, sentarse en cualquier plaza de Buenos Aires y ver pasar anonimos y simplemente imaginarles una vida,un motivo, una herida, un amor..algo que los haga vivos y no simplemente, gente que pasa. Como uno. Hay textos nuevos? Estare esperando, un abrazo, amigo. Mildemonios
04-11-2011 Me ha parecido increíble tu texto,porque me ha sucedido tantas veces que he imaginado,lo que le sucede a esas personas que se mueven como hormigas y que sin querer analizamos. Pensé en cuando se llora para adentro;pero también las veces que las lágrimas corren porfiadas por nuestras mejillas y que provocan ese sentimiento especial que tan bien describes. Es bello,certero,tierno tu escrito******* Victoria 6236013
24-06-2011 Me gustó ese paseo...Estuve a tu lado ¿te diste cuenta?. Es fascinante observar a las personas, siempre me gustó hacerlo. Y hay mil historias en pocos metros cuadrados... Iba antes a la Plaza San Martín de Córdoba, (mi ciudad amada) para tener momentos como el que terminas de describir con tanto acierto. Un abrazo y todo mi cariño.***** MujerDiosa
23-06-2011 Muy buena descripción de un momento, creo que muchas veces juego el mismo juego de tratar de adivinar, es muy entretenido o muy loco dirian algunos, un gusto volverte a leer.********** shosha
 
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