Pensamientos. Notas fugaces que pasan por la cabeza sin tener demasiada consciencia de ellas. Pero hacen mucho ruido y marcan y se quedan.
Tienes muy poco que decir. Al menos esa es la impresión que te empeñas en demostrarme cada vez que cogemos el teléfono e intentamos mantener una conversación. A diario. Esto ocurre a diario. Desesperante.
Muy poca imaginación, muy poca sorpresa. Poca labia para argumentar y discutir. ¿No tienes tiempo para crear ideas, sueños, simplemente pensamientos? Hablas de hechos. ¿Cuántos ocurren al día? Imagina. Por una vez imagina y cuenta lo que pudiera ser, lo que sería, lo que querrías, lo que te apetecería. No tengo ni puta idea de lo que se te pasa por la cabeza.
Cambio: me estoy preguntando últimamente si tengo amigos de verdad. Cuántos o cuáles. No acabo de encontrarlos o de poder incluirlos en el “club de los indispensables”. Siempre te dejan colgado o tirado por algo. Siempre tienen otra cosa que no pueden dejar, aunque sea la compra. Aunque sea cansancio. Aunque sea que sólo un no. ¿Por qué yo doy más que todo eso si nunca recibo tanto?