| Ahora llueve,
 con ira y desazón,
 resquebrajando el cielo
 con inclemencia.
 
 Los nuevos usuarios
 de los contenedores
 se han refugiado
 en algún cajero para
 poner a salvo sus mantas
 de cartón
 de un verano que aun no llega
 aunque estemos
 a finales de julio.
 
 Sigue lloviendo,
 con rabia contenida
 entre rayos
 y ensordecedores truenos.
 
 Los nuevos pobres
 -cada vez son más-
 no cenarán hoy
 ¿quién saldría
 a rebuscar entre la basura,
 lloviendo
 de esta manera?
 
 Los hoteles del paseo marítimo
 están repletos,
 -tanto como los cajeros.
 
 El mundo está en déficit.
 Una estrella enana (Elenin),
 -recientemente descubierta-
 se aproxima velozmente
 hacia nosotros,
 pronto estallaremos.
 
 Y yo,
 no sé qué me pondré mañana.
 
 Este país está en quiebra,
 no hay trabajo,
 ni futuro
 para nuestra gente joven,
 ni pensiones,
 para los que pronto seremos viejos.
 
 Mañana,
 -¡que hermosura de palabra!-
 me teñiré el cabello de rojo,
 emulando a la Diosa guerrera
 de la mitología griega...
 
 ¡Maldita lluvia
 que no cesa!
 Tengo la impresión
 de que quisiera ahogarnos,
 en un gran diluvio.
 
 Si sigue lloviendo así,
 no sé qué zapatos luciré mañana;
 tal vez, los Manolo Blahnik
 más cerrados -para no mojarme
 los dedos-, o quizás,
 mis sandalias nuevas
 de Pura López.
 
 Me voy a dormir,
 -para a quien pueda interesar-
 aquí dejo estos versos absurdos,
 de escaso valor poético.
 
 
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