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Amuleto Para los Corazones Tristes

Importaciones Ramson, Inc., era el responsable de las primeras vacaciones que tomaba con su esposo Tom.
La empresa organizaba anualmente, un retiro para todos sus ejecutivos y sus esposas y aunque Tom nunca la llevaba, esta vez no tuvo mas remedio. Recién promovido, su nuevo jefe insistió en que era importante que sus nuevos subalternos lo conocieran mejor y el retiro era el lugar ideal.
En su habitación del hotel, Katty miraba a Tom salir. Daba gracias de que Tom se marchó a su conferencia después de pasar toda la mañana humillándola.
“Dios mío Katty… ¿No puede verte menos estúpida?”
“¿Esa ropa era de tu abuela?”
“Espero que no se te ocurra abrir la boca cuando estemos en la reunión”.
Seis años de matrimonio, no endurecieron ni un poco, el corazón de Katty, de naturaleza tímida y apacible. Educada de forma rígida para ser una futura esposa y madre, no tenía idea de cómo manejar a su violento marido.
Solo una vez se había quejado con su madre y fue la última.
“––Tu deber como esposa es estar al lado de tu marido, Katherine, si te golpeó, sin duda lo merecías.”
Las duras palabras se grabaron con fuego en la mente de Katty, y esa fue la última vez que habló con su madre.
Sin Tom atosigándola, Katty salió. Necesitaba distraerse un momento y perderse en la muchedumbre. Caminó sin rumbo entre los numerosos comercios ambulantes y solo se detuvo en un puesto de rosquillas para calmar el hambre. Con Tom criticando cada movimiento que hizo esa mañana, olvidó comer algo y ahora su estómago rugía avisándole.
Estaba por seguir su camino, cuando reparó en la pequeña tienda escondida atrás de los puestos de comida.
Era un bazar. Los objetos se amontonaban en las vidrieras de forma muy atractiva. Casi sin pensarlo, Katty entró.
Una anciana de cabellos plateados le dio la bienvenida sonriendo ampliamente.
–– ¿Busca algo en especial, querida?
––Oh no. Espero que no le moleste que solo vea su tienda.
––Siéntase como en su casa. Le puedo asegurar que encontrará lo que necesita.
Katty observó alrededor. Por fuera no parecía muy grande, pero ahora se percataba de que era muy amplio. Muebles, juguetes, instrumentos musicales, floreros…
Por primera vez Katty se relajó realmente y como niña paseó por cada rincón observando cada tesoro. Se topó con una pareja que llevaba un hermoso bebé. El pequeñín gorjeaba feliz en brazos de su madre mientras su padre le hacía caras graciosas.
La vieja punzada en su pecho, volvió a aparecer. Recordó la única vez que pensó que su matrimonio valdría la pena. Ella llevó durante un breve tiempo, un pedacito de esperanza dentro de ella y como siempre, Tom se encargó de arrebatarle eso.
No pudo evitar sentir envidia. Por un momento los viejos sueños se arremolinaron en su mente e incapáz de controlarlos estallaron en forma de sollozos.
Apretando fuertemente los puños, luchó por controlarse y lo logró después de un par de minutos. Respiró hondo y alzo la cabeza para tranquilizarse.
Inmediatamente lo vio. Colgado del reluciente cuello de un venado disecado, estaba un hermoso pendiente de obsidiana. Con cuidado lo alzó para admirarlo.
La brillante piedra de reflejos azules estaba grabada con extraños signos. Sin dudar un momento, la colocó alrededor de su cuello.
Una ligera sonrisa iluminó sus rasgos al sentir el peso sobre su piel.
Se observó en un espejo oval. No parecía posible que un simple pendiente la hiciera sentir tan bien, pero así era. Las ligeras pisadas de la anciana dieron vuelta en el pasillo en dirección a ella y le sonrió amable.
––Veo que encontró lo que buscaba –le dijo observando el pendiente con un dejo de malicia -Se le ve muy bien.
––Es muy hermoso, pero creo que no puedo llevarlo. Estoy segura de que debe costar mucho más de lo que dispongo -Titubeante abrió el broche para quitárselo.
––Ese pendiente te queda fantástico. –Sonriendo, Tom apareció de entre los pasillos –no nos iremos sin ese artículo.
Le dirigió a Katty una resplandeciente sonrisa al tiempo que sacaba su tarjeta de crédito y caminaba al mostrador tomándola gentil de la mano.
Petrificada, lo miró con ojos como platos.
¿Qué pasó? ¿De donde salió?
Confusa lo miró pagar y poner él mismo, el pendiente en su cuello. Era absurdo. Un sueño absurdo y cruelmente maravilloso. ¿Por qué se comportaba Tom esa forma?
Tom se despidió de la anciana. Katty continuaba muda y solo se dejó arrastrar de la mano de Tom entre los puestos. Estaba pálida y sentía nauseas. Sabía lo que sucedería, cada vez que volteaban una esquina Katty se sobresaltaba. Esperaba el fuerte empujón contra la pared y su mano en su cuello, apretando… inmovilizando. La fuerte bofetada…
Sin embargo, no fue así. Mientras la remolcaba entre el mar de puestos de comida y chucherías, Tom le platicaba su día. La reunión marchó fenomenal y no duró lo que pensaba y ahora tenía toda la tarde libre hasta la reunión de la noche con los directivos y sus esposas. ¿Qué tal si comían en un lindo bistro que le recomendó su jefe?
La tarde fue de ensueño. Comieron la pasta más deliciosa que Katty hubiera probado en su vida. Visitaron una tienda en donde Tom insistió en comprarle un traje para esa noche. “No puedo creer lo tacaño que me he vuelto” dijo sonriendo cuando salieron con el traje, zapatos y bolso a juego. De regreso, insistió en comprarle algunas chucherías en algunos de los puestos. Tom era atento, todo sonrisas y bromas. Fue ese el momento en que Katty lo entendió.
No era Tom.
El antiguo Tom lucía una incipiente calva. De niño, Tom se quemó una mano con aceite y aun se notaba la cicatriz.
Su mano estaba intacta y su cabello perfecto. También desaparecieron las líneas a los lados de la nariz y que le daban esa perpetua expresión de oler algo podrido.
En ese momento Tom la miró. Clavo su mirada en ella y le sonrió galante.
Prometió llevarla a la playa al día siguiente. Regresaron al hotel y él la besó apasionado.
––Sube Katty –le dijo –debo comprar algunas cosas y regreso contigo. Tomó sus manos y las besó antes de retirarse. En su habitación, Katty tomó un largo baño.
Secaba su cabello envuelta en una toalla cuando la puerta de la habitación azotó contra la pared.
El otro Tom, estaba ahí.
Furioso, cerró nuevamente la puerta y la tomó de los hombros dolorosamente.
–– ¿En dónde demonios te metiste? –gritó sacudiéndola como muñeca de trapo.
Sin esperar respuesta la empujó contra la pared, y apretó su cuello con una mano mientras con la otra la abofeteaba. En medio del terror, Katty sintió la obsidiana, caliente contra su pecho. Sin pensar, lo arañó con fuerza en la mejilla. Sorprendido Tom la soltó un momento.
Su rostro cambió rápidamente de sorpresa a furia. Una sonrisa maliciosa distorsionó su rostro cuando Katty tomó un florero y lo amenazó.
––No te atrevas a tocarme… Tú no eres mi esposo.
Y algo sucedió.
El viejo Tom se tomó la cabeza entre las manos aullando de dolor. Camino con desparpajo hacia ella, su mano tratando de alcanzarla y Katty quieta como un ciervo, hipnotizado por las luces de la carretera, esperando lo inevitable. El brazo, la mano y su fea cicatriz avanzaban hasta llegar a ella, rodeando su cuello y… desvaneciéndose lentamente como una exhalación.
Tom se vio a sí mismo traslucirse, desvanecerse y finalmente desaparecer en un grito silencioso.
Veinte minutos más tarde, el nuevo Tom entraba a la habitación.
––Katty… ¿estás lista? –se encaminó directamente a la recamara. -Vi un hermoso corsage en la boutique de abajo, aunque creo que las chicas ya no llevan cosas como esta, me pareció bonito. No se si quieras llevarlo.
Katty lo miró dudosa.
Él la miró contrariado.
Ambos lo sabían. Katty le sonrió dulce.
––Es perfecto.


Texto agregado el 09-08-2011, y leído por 263 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
24-12-2013 Es una pena que no todas las historias de esta calaña terminen así. Pero me alegro porque hayas creado mágicamente un mejor porvenir para la protagonista. ikalinen
15-04-2013 muy buena historia******** pensamiento6
23-09-2011 perfecto es lo que acabo de leer...felicitaciones fabiandemaza
03-09-2011 Ritmo, cadencia e influencia anglosajona muy buena historia. emihdez
31-08-2011 Me resultó una muy buena historia. Plena de suspenso y misterio. Muy bien. 5* Catman
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