Yo no digo que la vida sea injusta. No soy desagradecido con Dios, ni niego que he sido bendecido con grandes cosas (no hablo de lo material). No reniego contra mi existencia… me alegra el rol que me ha tocado vivir… el plan que el Señor me tiene… ya saben, todo lo que he hecho, hago y haré.
No estoy descontento de quién soy, aunque sé que puedo (y debo) ser más. No siento que deba conocer a alguien más para ser feliz. Tampoco creo que deba desaparecer alguno de los que me rodean.
En fin. A parte de cosas específicas y pequeñas, creo que mi vida es buena. Creo que he sido extra-bendecido por la gracia de Dios. Familia, amigos, una persona especial, y cientos de regalos ‘‘extras’’ incluidos dentro de este ‘‘pack’’ que vienen con el dejar que Dios entre en tu vida… una meta de vida… un camino ya trazado por la mano Divina, y un mapa infalible de cómo llegar hasta el final, qué hacer, cómo hacerlo, cuándo y dónde… si… suena bien, y en serio está bien. Soy feliz.
Pese a esta vida de ensueño, creo que debería ser la persona más feliz sobre la tierra… y aunque no me siento capaz de afirmar semejante título, si puedo decir que soy feliz. Dios me ha provisto de la virtud de ser feliz. Es, en realidad, algo fácil de alcanzar. No necesitas leer mil libros de autoayuda, ni asistir a terapias de motivación personal, ni un mentor que te diga ‘‘haz esto’’, ‘‘haz esto otro’’, o ‘’puedes lograrlo si crees en ti…’’ bla, bla, bla, y esa basura. Soy feliz porque Cristo vive en mí. Ese es el punto. Con defectos propios de cada humano, si, con caídas miles, y la estupidez a flor de piel. Con tentaciones ‘‘naturales’’ y con bajones… si… pero feliz, porque al fin y al cabo hay algo mayor sobre cualquier irregularidad de esta vida… o de la vida de otros, o del estado del mundo… o no sé, lo que quieras agregarle a este discurso. Soy feliz. Si.
Entonces si, soy feliz. Pero hoy es uno de esos días en que desearía, no sé, que (a propósito de la moda de los avistamientos extraterrestres y esas cosas) bajara una nave extraterrestre y me raptara. Me llevaran en su nave y me mantuvieran lejos un par de años… no sé. OK, quizás me salió todo lo ‘‘freaky’’ con ese comentario. Podemos ser un poco menos ‘‘nerd’’ y decir que simplemente me gustaría irme lejos un tiempo. Europa suena bien, ¿cierto?
Es que va mas allá de un viajecito programado en el cual te despides de todos, solo para que te digan el típico: ‘‘te extrañaremos’’ (si, porque además hablan en plural), y el infaltable: ‘‘tienes que traerme algo de allá’’.
Si, lo siento. Dije que estaba rodeado de gente a la cual amo. Y es verdad, les amo… pero a veces no quiero saber nada de nadie. Esas ganas de mandarlos al carajo a todos, y es porque soy humano, y Dios sabe que es verdad…
Bueno… la verdad es que no me quiero ir porque quiera mandarlos al carajo a todos… sino que yo mismo quiero mantenerme lejos de todo… porque quiero estar solo, conmigo mismo, (obviamente mi soledad es compartida con mi infaltable mejor amistad, Jesús, del que nunca quiero apartarme) y así pensar… respirar. Ustedes (y yo mismo) dirán y se reirán de mí: ‘‘ay, pobre de el, tan estresado, ocupado, bla bla bla…’’. Es verdad.
Si, se que no puedo en realidad expresarme muy bien… imagínenme hablando esto en vez de escribirlo… ¡que desastre! Pero lo necesito.
¡Ráptenme por favor! A algún lugar lejano… y déjenme allí, solo, un buen tiempo… no porque odie esta vida, no porque les odie a todos, no porque este descontento, no porque me aburrí de… de todo… sino porque… porque… porque si… que Dios me tenga paciencia… ¿no es así?
Si… así es solo una parte de mi extraña mente. Es a veces, o en ciertas secciones un caos. Es por eso que Dios dice en su palabra que nuestro corazón y todos sus rincones son solo explorables por el… sino, creo que habría aún mas gente enferma y loca en este mundo… ya enfermo y loco… impresionante.
Así que me queda esperar solo que alguien me rapte… o ganarme quizás algún pasaje a ‘‘Nunca Jamás’’, o ‘‘Narnia’’ en el mejor de los casos (porque si veo a Peter Pan lo golpearé). En realidad me conformo con salir del país.
Sin mucho más que decir… adiós… gracias por leer sin comprender, por escuchar sin oír… gracias.