...que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída…

P. Pasolini



Es complicado querer repetir una palabra
o una pequeña idea, sin que suene hueca;
sin que esta repetición no equivalga a decir lo mismo
que puede ser otra cosa, tal vez menos compleja.
Como si se quisiera tomar equis palabra
y sentarla en el banquillo psiquiátrico y exprimirla
hasta que cuente o se invente a sí misma.
Porque son las cosas que hacemos, dudarlo todo.

También es complejo intentar entender con simpleza
estados de ánimo baratos, sin fundamento
y a veces totalmente insípidos, infranqueables
y muchas veces innecesarios, porque nada hay qué decir
que en verdad valga la pena, ni nada que hacer.
Puedo inútilmente tratar de escribir una línea
tan pequeña, simple, ínfima y hacerla críptica:
porque lo que quería decir era siempre otra cosa.

Puedo perder la razón entre otras cosas sin importancia
e interpretar todo como sé me dé la gana,
o dejar espacios vacíos entre lo que pienso y lo que hago,
para nada, sólo porque es lo que se debe hacer.
También puedo intentar sentir algo que no importe
y repetir una misma sensación que tal vez deba quedar muerta,
porque la única verdad está en lo que está muerto
o en lo que sabemos que podemos matar.