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I

Ella se sentía mal esa noche, iba a nacer su hijo y su marido había salido muy preocupado a pedir ayuda, iba muy preocupado por los cambios y por lo que había sucedido durante el embarazo. Cuándo volvía con la ayuda llovía intensamente, entraron en la casa, fueron a la habitación y no estaba, su marido corría por la casa llamándola y al no verla dentro, se dirigió a un huerto que allí tenían, ella estaba sentada con la cabeza agachada, con los dedos de las manos cruzados y apoyadas en sus piernas, la cogieron y hasta que no llegaron a la habitación no dijo nada, rápidamente la secaron y al echarse en la cama les dijo que se fueran.
Su marido con cara de asombro le decía que dado su estado eso era imposible, pero ella se negaba, y solo les decía que se fueran, sólo decía eso, que salieran de la habitación, que se fueran…ya fuera, la persona que había ido a ayudar con el parto hablaba con el, sólo pensaba en lo que días y meses atrás había sucedido, y en esto que no se esperaba…

II
La persona que fue a ayudarles le seguía hablando y preguntando y él no se enteraba de nada de lo que le decía, su cara de preocupación era notoria, se sentaba, se levantaba he iba hacia la puerta de la habitación donde estaba su esposa, se volvía, no sabía que hacer…la casa tenía poca luz y el silencio era también notorio porque se escuchaba caer la lluvia perfectamente…de repente se escuchó que algo rasgaba la puerta, la amiga de la familia y él se miraban, ese sonido cesó, pero enseguida lo escucharon con más insistencia, él sin más se dirigió hacia la puerta, y abrió la mirilla para ver quien era, no veía a nadie, pero el sonido seguía, así que decidió abrir la puerta, miró hacia abajo y era una perrita pequeña toda empapada de la lluvia que estaba cayendo, esta perrita sin más entró en la casa, además muy serena, comenzó a andar por el pasillo, cuando llegó al fondo cruzó el salón y se encaminó hacia la habitación donde estaba su esposa y se tumbó a un lado de la puerta, cosa que dejó perplejo de nuevo no solo al marido si no también a la amiga de la familia que estaba allí con el…está perrita era marrón con una mancha blanca en la pierna derecha y otra pequeñita en el pecho, el pelo lo tenía un poco largo, y un mechón de pelo casi le tapaba uno de sus ojos, la amiga fue a limpiar todo el agua que había dejado en el suelo esta perrita y él fue a por paños para secarla…pero sin dejar de pensar en su esposa, pues tenía toda su atención puesta en ella. Se sentaron, y él con la cara de preocupación que tenia desde que comenzó a suceder desde que se quedó en estado su esposa, pensaba, miraba hacia la puerta donde estaba su mujer , bajaba la vista hacia abajo y miraba a la perrita allí tumbada, ya no se levantaba igual que al principio, pero estaba intranquilo por que cambiaba de posición en el sofá constantemente…
III

Ella estaba tendida en la cama, su pelo era largo, castaño, le cubría casi toda la frente, y al estar de lado, en ese momento no se le veía la cara, su pelo lo impedía. Su habitación era elegante, allí había una cuna que había preparado su marido para el nacimiento de su hija, dos armarios, uno con un espejo, dos mesitas de noche, una a cada lado de la cama, un perchero de madera, las cortinas que tenía puestas en la ventana, una de ellas era de un leve tono rosado, y la otra que cubría a esta, blanca, en la pared habían tres cuadros, uno justo encima de donde dormían. Afuera, seguía lloviendo, las demás partes de la casa estaban a oscuras, la habitación de ella y el salón sólo una luz tenue la iluminaba. De repente sonó un trueno, no era muy intenso, solo la perrita levantó la cabeza, y volvió ha posarla sobre sus patas. En la casa había un silencio absoluto, de repente, su esposa entreabrió la puerta de la habitación y llamó a su marido, él se levanto rápidamente y fue hacia ella, al entrar, la perrita se coló en la habitación, su esposa lo llamó para decirle que no entrara en la habitación hasta que ella lo llamara, pasara lo que pasara, a lo que el se negaba, y trataba de hacerle comprender a su esposa que eso no era bueno, le rogaba que lo dejara estar allí, sobre todo en por el estado en que se encontraba, sus ruegos no tuvieron éxito y tubo que salir y dejarla y hacer lo que su esposa le había indicado. Ella se volvió ha echar en la cama, sus brazos y sus manos, con mucha ternura acariciaban a su hija que estaba a punto de nacer, sus piernas las levantó, las dejó caer, y quedando sus rodillas hacía arriba, pasadas unas dos horas comenzó a sentir dolores, en ese momento, la perrita salió de debajo de la cama, ella solo suspiraba, a veces eran intensos, pero solo eso, ella solo suspiraba…


J.L Olvera.

Texto agregado el 16-10-2011, y leído por 70 visitantes. (0 votos)


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