En este momento solo pienso en tu presencia aun sobre tu ausencia. La suavidad de tu piel con su tonalidad, inspirándome tranquilidad. ¿En qué piensas? ¿Qué ocupa tu mente? ¿Qué preocupa en tu existencia? ¿Seré parte de ello? O quizá solo anhelo serlo. Pasan minutos, horas deseando tener noticias, pero quizá sea el último de los tantos compromisos y no compromisos que merodean tu mente. Anhelo el derecho a verte, a tu constancia, pero irónicamente, me siento bien siendo necesaria en pocos instantes en tu semana. Ello me hace creer que cuando me requieres es porque realmente me necesitas y esos momentos, son totalmente míos. No me conformo, aunque así parezca, es solo que te necesito con total atención a mí, pero una atención real y no comprometida por la situación que yo pudiera ocasionar.
Jamás he deseado a nadie como ahora a ti. Jamás nadie absorbió mi mundo y me heredo el suyo, jamás nadie había suplantado mi ideología y había logrado hacerme dependiente de la suya. Pero aun así, conservo mi esencia, mi ser, pero en este ser, tu radicas y eres lo primero, lo principal. Disfruto tu sonrisa, tu rareza, tu inconsistencia que me demuestra tu poco conformismo a ser alguien normal. Tu mirada puede ser lo más dulce, lo mas despistada, lo mas grotesca, lo mas sádica y lujuriosa, pero deseable para mí.
¿Qué hay de malo en quererte? Para mí nada, ¿Para ti? Puedo saber cuando estas triste, cuando eres feliz, aun cuando la causa no sea yo. Casi puedo adivinar que te desvela, y que es lo que esperas con angustia. No hablo con nadie, me encierro en mí, y crezco. No me siento sola, aunque a mí alrededor no tenga compañía, porque sé que en algún momento necesitaras de mí.
Cuando duermes me gusta observarte, porque es la única manera de conocerte, sin engaños, sin prejuicios y cuando me abrazas o te abrazo, robo ese instante al universo para sentirte mío. Expresas tanto. Tus labios delgados y bien delineados me aniquilan cuando tocan los míos. Y cuando tus manos se desplazan sobre mi pecho, explorando es cuando se que no habrá quien remplace esas manos en su recorrido. Jamás. ¿Qué ocurrirá cuando no estés? ¿Qué ocurrirá cuando yo me marche? Mereceré un te extraño, o solo pasaran los días y buscaras un reemplazo. No lo sé, ni pretendo encontrar respuesta, prefiero imaginar que dolerá mi ausencia.
Tu persona siempre tendrá mi devoción, aunque tu devoción no sea yo. Pretendo dormir tranquila, te sueño. Pero tanta es la angustia que causa mi desvelo. Dime como morir, dime como puedo inmortalizarme en tu mente, no importa si para ello dejo de existir.