Mi ebriedad no me permite distinguir entre sueño y realidad, el tránsito de la gente por las calles, de los carros, buses y taxis me alucina. No comprendo la cotidianidad.
Las avenidas llenas de gente saliendo de sus comunes trabajos. Llenas de estrés y angustiadas por saber cómo están los suyos, la mujer que marca a su esposo para saber de sus hijos. Él hombre que cansado de sus deberes, marca a su mejor amigo buscando aquella diversión, que excusada por su trabajo, justifica a su mujer deseosa de encontrarlo en casa.
Los niños que odiando a sus profesores, cubren con las horas requeridas por la tarea que en escuelas han dejado. La suegra buscando entre sus múltiples chantajes, Aquel que forcé a su hija o hijo visitarle y así fragmentar poco a poco la relación marital que este tenga. El mundo corre, la tierra sin tomar a consideración al humano que en ella habita dispone, dispone del tiempo, del clima, de las situaciones que al destino de esta promulguen.
Los perfumes Dior que la mujer u hombre seleccione par a su mejor ocasión. El estrés que embraga a cualquier ser y la monotonía de una rutina establecida por servicios vendidos al mejor postor, aquel que pretende mejorar su situación empresarial sin importarle el esfuerzo del empleado.
El que por amor suplica un regreso, el que se inspira con la canción del momento y aquel que sufre por un recuerdo.
Días van, días vienen, y aquel ser especial que ocupa mi corazón y cuerpo. A ti te amo, no eres ordinario, no existe dios ni juramento, pero estas, no en un recuerdo, real. Entre la soda, el alcohol yo me pierdo pero tu nombre grabado esta por el tiempo eterno. Tu mi dios, mi más grande sensación, mi mejor perfume, mi mejor loción, aquella que impregna en mi piel la mejor situación, el más dulce recuerdo, y tu a mi costado sin más que decir, sin más que pensar, solo estar para esta situación especial.