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 UNA BUENA ACCION
 
 
 
 Hace mucho tiempo, vivía una familia muy feliz en  el medio del bosque: Mamá ,Gata  Rosalinda, papá Gato, conocido como  don Gatuno  con tres pequeños hijos de nombre, Gatín, Gatón y Gatina.
 
 ¡Por fin habían llegado las vacaciones! Y por un largo tiempo no verían a doña Margarita, la que era su maestra!
 
 Ella también estaba contenta, porque tenía programado un gran paseo. Estrenaría su coqueto sombrerito de trébol y se cubriría del sol con su sombrillita de campanilla azul.
 Con sus elegantes pasitos. Por un tiempo se tomaría sus vacaciones.
 Tal vez visitaría a su comadre doña Coneja y pero no llevaría ningún regalo porque entre tantos conejitos no sabría cuál sería su ahijado.
 
 Los tres gatitos también disfrutaban del verano y lo hacían a orillas del río, hamacándose, prendidos de las ramas del sauce llorón.
 Gatina siempre se preguntaba   ¿porqué tendría ese nombre? Y corrió a averiguarlo con doña Rosalinda. se llama Sauce Llorón, porque derrama lágrimas.- No, no llora como lo hacen ustedes.-  Y no es que esté triste, ese es su trabajo, ¿O cómo se formarían los ríos?-
 
 Un día, correteando por el bosque encontraron dos caramelos. Mamá gata se enojaría si peleaban por esa causa, ya que ellos eran tres. Y si lo partían en cuatro  el problema no se resolvería. Y pensaban y pensaban, hasta que decidieron preguntarle a doña Lechuza que  era una sabia, que al ver el colorido del papel se relamió los labios, -mmmmmm. ¡A mí! ¡A mí!, - dijo, saboreando de ante mano.
 Los tres hermanitos, se dijeron -¡a ella noooo!-  Y siguieron su camino, preguntando. Y se encontraron con don Grillo, que estaba ensayando una linda melodía en
 su violín ¡ ñiñiñiñiñiñiñiñi iiiiiiiiiii ñiñiñiñiñiñiiñiiiñi! -¡A quien le interesa saber esas pequeñeces, yo que soy un gran artista!-.
 
 Siguieron su camino sin saber que hacer con el cuarto pedacito de caramelo y fue entonces cuando se le apareció la Dueña del Monte.
 ¡Que largo era su moreno pelo!, ¡Sus ojos alumbraban toda la penumbra del bosque! Y con una voz suave como campanas de plata!. Preguntó que les pasaba.- ¡Yoooo!- Maullaron los tres y contaron. el motivo de sus penas.
 La princesa del monte decidió ayudarlos y antes de desaparecer, les dejo una sugerencia: -“Aquel que haga una primera buena  acción, será el dueño del cuarto ya famoso pedazo de golosina-”.
 
 Y los tres se miraron y se preguntaron, ¿qué era una buena acción?..
 Y se encontraron con  Nicomedes, el caballo de la granja más cercana, quien de muy mala gana contestó- ¡Y yo que sé!-.
 
 Se sentaron a orillas de un pequeño arroyo, tan pequeño que parecía un hilo de cocer, a meditar ante tan terrible problema. Fue cuando vieron a doña Hormiga, la abuela de todas las hormigas, caminar con dificultad llevando sobre su espalda una gran hoja, hacia su casa. Gatina alivianó   su peso. Gatón, la ayudó a deslizarse y Gatín la cargó en sus espaldas   para que cruzara el arroyito, que para doña Hormiga era lo mismo que un mar.
 Por segunda vez, se presentó la princesa del bosque y haciendo palmas, plaf, plaf , plaf
 -¡Veo, con mucha alegría que han aprendido la lección!.- Lo que acaban de hacer. ¡Es una buena acción! Y las buenas acciones siempre tienen premio-. De ese  pequeño trozo de caramelo, con mi varita mágica lo transformaré en tres grandes paquetes llenos de golosinas y regalos, pero tendrán que saber compartirlo-.
 
 Y cuentan los que vivieron en esa época que alcanzó para todos. y aún hoy siguen repartiendo entre los amigos, las confituras y obsequios que siguen saliendo de las tres bolsas.
 Los papás de los tres gatitos estaban muy felices y muy orgullosos, porque sus pequeños
 jamás olvidarían lo que es una buena acción  por el resto de sus vidas.
 
 Seguirían compartieron entre todos los que se acercaban a su hogar   practicando lo aprendido  y así consiguieron el cariño de todos los habitantes del gran bosque
 
 Y  la bella dueña del lugar, sonreía desde lo alto.
 
 
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