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24.500-03

¡¡Ya llegó la hora!! ¡¡Ya llegó la hora!!
Claudia de frente al televisor gritaba una y otra vez, ¡¡Vamos, rápido, lo van a decir!!
Con sus ojos llenos de lágrimas y una gran sonrisa en su rostro continuaba invitando a su familia a sentarse frente al televisor, que como nunca tenía el volúmen casi al máximo. Y todos corrieron a ubicarse en los sillones, sillas, y en cojines sobre el suelo, los más ansiosos de pie dando de vez en cuando gritos y saltos de nerviosismo.
Todos sumaban 25, aunque hace siete años atrás sólo eran cinco, Francisca y Gabriel padres de Claudia, Marta y Roberto hermanos de Claudia y la abuela Rosita quien preparaba unas ricas tartaletas para la ocasión.
¿Claudia? No, ella no tenía tiempo para sentarse a ver un programa de televisión en donde mostraban casos reales y al final todos terminaban llorando, no éso no era para ella, por lo tanto se reunía con su grupo de amigas y disfrutaban del baile, el cine o una pizza lo más lejos posible...
Hace siete años atrás, un viernes a las 22:19 hrs. en la avenida principal de la ciudad dos vehículos en sentido contrario habían impactado violentamente, las sirenas que indicaban que bomberos y rescatistas acudían al lugar, parecían envolver toda la ciudad.
Un Jeep rojo sobre la acera había quitado de raíz un árbol que no fue capaz de detener su alocada y descontrolada carrera...
Pero si nisiquiera el vehículo pequeño que se encontraba cincuenta metros más allá por el fuerte impacto, había ayudado a aminorar su desenfrenado recorrido.
Ambulancias rodearon el lugar y policías pedían a curiosos no estorbar.
En el primer vehículo (el Jeep) cinco jóvenes que venían de celebrar el triunfo de su equipo favorito de fútbol, que por la tarde había ganado 5 a 2...¡¡Imagínense, 5 a 2 !! ¡¡Gran triunfo...!!.
Las botellas de cerveza quedaron regadas por la calle mientras el velocímetro marcaba 150 k/h. ¡¡¡Vaya qué bién la estaban pasando...!!! ¿Porqué los detendría una luz roja en la esquina de la plaza de armas?
La larga avenida que fines de semana servía para carreras clandestinas de rugientes motores a las tres de la madrugada, podía también servir en ese momento para celebrar, total al llegar al final de la calle seis cuadras más allá ya se podía entrar a la carretera y fácilmente se lograban altas velocidades que los jóvenes aprovechaban para lucir sus vehículos, motores y "destreza" al volante.
Los cinco jóvenes jamás olvidarían la celebración de esa noche, por lo menos no lo harían dos de ellos, ya que sus otros tres amigos entre gritos de triunfo, brazos en alto y oídos tapados por la fuerte música de la moderna radio del Jeep, no alcanzaron a darse cuenta de nada...
Sus cuerpos al instante reposaron sobre el pavimento... ¿cinturones de seguridad, para qué? "Me estorba" dijo uno, "Quiero plena libertad para moverme con la música" dijo el otro, mientras el tercero que iba junto al conductor dijo: ¿"Quién les pone la musica y les pasa la "chelitas"? "¡Así, sueltito no más...!"
Ahora ya no importa el partido de fútbol, ya no importan los cinturones. Ahora no están y quizá es mejor así, ya no tendrán que soportar un largo interrogatorio policial, pasar la noche tras las rejas, ver el dolor de su familia y escuchar las acusaciones y palabras de dolor, rabia e impotencia de los padres que en este momento culpaban totalmente a Carlos quien iba al volante.
¡¡Asesino!! ¡¡Nos quitaste a nuestro hijo!! ¡¡Asesino, asesino, púdrete en la cárcel!! ¡¡Que jamás te dejen salir!!
Una y otra vez se escuchaban los gritos desgarradores de los familiares de los tres jóvenes que ahora inmóviles descansaban sobre una fría camilla, cubiertos por una blanca sábana por la que se dejaba ver a la altura del rostro de uno de ellos sangre en exceso, ya que el vidrio delantero había hecho su mejor trabajo sobre la piel...
El segundo, su rostro intacto, más al acercarse dejaba ver parte de sus huesos, que como afiladas estacas atravezaban su pecho...
¿Y el tercero?, el tercero parecía un niño pequeño arropado con la blanca sábana como queriendo abrigar y calentar un cuerpo que no siente, que ya no va a despertar, que ya no va a llorar... que ya no tiene nada que celebrar.
¡ 5 a 2 ! Como un mal presagio, en el fútbol el triunfo, y esa noche en la vida de cinco amigos, el dolor... celebraban 5, sobrevivieron 2.
Claudia sentada frente al televisor, palmeando sus manos repetía cantando : "parapa-parapa-para, parapa-parapa-para....24.500-03", sonreía y miraba a Rossana, Sandra y Berta, sus tres amigas que hace un momento se habían unido al grupo.
Compartían felices, felices y agradecidas de Dios, de la vida. Hace siete años atrás como muchas otras noches, temprano, ni siquiera era tarde, 22:19 hrs. Regresaban de disfrutar una hermosa película en el único cine de la ciudad; Habían reído, habían llorado..."La vida es bella", se titulaba y felices la iban comentado en en el pequeño vehículo de Rossana, quien siempre era muy prudente para manejar, por lo tanto salían confiadas.
Rossana fijó su mirada en la luz verde del semáforo de la esquina de la Plaza de Armas de la ciudad, por plena avenida... Venían riendo y recordando como el protagonista de la película en un momento dado había sacado de la mesa principal de una gran fiesta a la actriz, montado sobre un caballo blanco, pintado de colores..."jajajaja, la cara del novio cuando su amada se montó junto al garzón en el caballo y salieron del salón... jajajaja..." De pronto todo dio vueltas y vueltas como si un enorme remolino las hubiese atrapado en plena calle... silencio... sirenas, bocinas, llanto...
Claudia abre sus ojos y desconoce el lugar, desconoce a la mujer que está de pié junto a ella, el olor que no sabe porqué, pero no es la primera vez que lo siente, penetra por su naríz.
¿Dónde he sentido este olor? ¿Y ese sonido intermitente? ¿Dónde lo he escuchado...?
Una voz suave la hace mirar nuevamente a la mujer desconocida. "Claudia, ¿te sientes bién?". Claudia sintió que le tomaba la mano... Nuevamente la voz femenina le habló. "Me llamo Estela, soy tu enfermera, todo está bién, tranquila".
De pronto Claudia se inquieta y presiona la mano de la mujer, "¡¡Mis amigas, ¿dónde están mis amigas? ¡¡ Berta, Rossana, Sandra!!" Su agitado pecho recibe la suave presión de la mano de Estela, calmándola... "Ellas están bién, tranquila, todas llevaban su cinturón de seguridad puesto, pero han pasado un gran susto." "Pe-pe-pero... yo recién me lo había quitado... estaba por llegar a casa ." "Vamos debes descansar(con suave voz Estela le tranquilizó), mañana por la mañana tus padres podrán entrar a verte. Descansa".
Y Claudia cierra sus ojos, estaba cansada, adolorida, confundida... Se deja llevar por el sonido en el monitor y ese olor... que ahora ya le es familiar; Cuando pequeña, de cuatro años, en pleno verano, acostumbraba a caminar descalza en el patio de su casa, y fue allí donde no supo cómo, pisó una tabla que tenía un afilado clavo hacia arriba... Sólo fue como un ardor y algo caliente brotó de su pie... enseguida su padre corrió hacia ella y tomándola en sus brazos la subió al vehículo y la llevó a un gran edificio color blanco con ventanas rojas, personas de blanco la saludaban y un caballero muy amable le revisó, limpió e hizo curación en el pie después de "clavarle" otra vez ¿un clavo? en su pie, pero este era finito, casi no lo sintió. Después de un rato su padre la abrazó y el médico le entregó un dulce y exquisito koyak diciéndole que había sido muy valiente y que ya podía irse para la casa con su papá. ¡Sí! allí fue donde había olido ese aroma, pero ¿porqué esa vez fue todo más rápido? ¿me volverán a dar un koyak? ¡¡Me encantan...!!
Y suavemente Morfeo la abrazó...

¡Abuela, abuela, apúrate ahí está Don Francisco, van a dar el último cómputo, apúrate abuela!.
¡¡24.500-03!! Todos cantaban la cifra bancaria. La inconfundible voz de Don Francisco, emocionado se escucha en todo el cuarto :
¡¡¡ $22.747.822.777 !!! ¡¡¡ $22.747.822.777!!! Y todos saltan de alegría como en los viejos tiempos, se abrazan y dan gracias a Dios por la generosidad del pueblo Chileno; Niños, jóvenes, ancianos, diversas religiones, partidos políticos que difícilmente dialogan, en estos dos días de solidaridad son uno solo, ríen, se abrazan, cantan, colaboran, crean la esperanza, hacen sueños realidad, fortalecen al debilitado, sin diferencias, todos iguales, todos hermanos, todos Chilenos.
Una vez más se ha cumplido con creces la meta de la Teletón. Y en ese living nuevamente Francisca y Gabriel, Marta y Roberto, y la abuela Rosita, aplauden la cifra recién entregada. Ahora más acompañados que nunca de familiares y las tres amigas de siempre de Claudia, las mismas que nunca antes participaban porque disfrutaban aunque sanamente de otras actividades, se abrazan y cantan, mientras en la tele las imágenes muestran sobre el gran estadio,un arcoiris de fuegos artificiales.
Pasa el rato y ya las visitas se despiden y emprenden regreso a sus hogares, Rossana invita a Sandra y a Berta para dejarlas en sus respectivas casas. Todas se despiden con alegría y suben al vehículo con la seguridad que en un dos por tres estarán descansando cada una en sus respectivas camas.
Claudia, desde la puerta, les tira un beso con su mano izquierda, mientras que con la derecha comienza a girar la silla de ruedas que desde hace siete años es su fiel compañera.

Texto agregado el 03-12-2011, y leído por 172 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
25-06-2012 me emociona una historia seguramente real....como cada historia que esconde elm enorme sufrimiento y la lucha de las personas que alguna vez no necesitaron de una silla de ruedas o de una rehanilitacion,...un placer de leerte.... mis cien palomitas al viento para ti.. Isita_Paloma
14-05-2012 Es cierto. Tanta gente que ni lo usa, y de esa absurda manera arriesgan sus vidas. Por suerte los autos nuevos ahora traen una alarma testigo que si no te pones el cinturón, no para de chillar. Muy entretenido tu relato, y especialmente aleccionador. IGnus
16-03-2012 Excelente, un llamado de atención que logro conmoverme.Muchas gracias y ojalá tomemos medidas, sin llegar a perder mas vidas.****** shosha
04-12-2011 Una muy buena narración que invita a tomar siempre las precauciones necesarias al volante que tantas muertes ha dejado, cuidado con los signos de admiración******* jagomez
 
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