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[C:490417]

yuyo:










``Un miedo que se acerca´´













Para todos los que creen en una futura guerra mundial.
23.10.10


























































*No quiero asustarlos, ni aburrirlos. Lo que me motivó a escribir esto, fueron los sucesos actuales en el mundo.
06.08.10

I:``No hay de qué preocuparse´´

Era un día sábado, estaba descansando de la escuela y de sus estúpidas tareas que no eran muy difíciles, que digamos. Siempre lo mismo en matemáticas: sumas y restas con decimales, ecuaciones de primer y segundo grado, operatorias con fracciones… ¿qué querrán estos viejitos?, ¿Qué se nos quede grabado en la cabeza?. Bueno, la cuestión es que era sábado y estaba de lo mejor, sentada en el jardín, despulgando a mi gato. Mi padre estaba arreglándole la bicicleta a mi hermanito y tenía en la mesita – junto con las herramientas- la radio a pilas marca ``panasonic´´.
Tenían la estación 104.5 F. M y tocaban Dust in the wind de ``Kansas´´. No soy tan fanática de ese grupo, me gusta más ``Queen´´ o ``U2´´, también me gustan los ``Beatles´´ o ``Europe´´… y ``Guns’n’ Roses´´ o ``Journey´´, bandas así que tratan de decirnos algunos mensajes o sólo nos contagian con sus ritmos pegajosos,o que nos hablan de una chica sexy o que alguien les rompió el corazón. Cuando grande, esas bandas van a ser mis inspiraciones. Pues, claro, si quiero ser revolucionaria, en algo me voy a tener que inspirar.

-interrumpimos esta transmisión para informarles que Estados Unidos y México se están disputando los territorios marítimos. El presidente estadounidense, ya dio un discurso, en el cual, solicita fuerzas inglesas, ya que el ejercito americano no es suficiente para derrotar a México aliado con Alemania e Irak. Gracias por su atención, continuamos con vuestra sintonía. Ciento cuatro punto cinco,¡ tu día suena mejor!.- escuché de repente.

Sentí algo de miedo… no puede haber guerra. Mi padre era militar y no puede ir a combatir contra México.¿Por qué esos perros estadounidenses no se las arreglan solos?, me importa una mierda que les quiten ese pedazo de mar. Mi padre se quedará acá y no ayudará a nadie.

-tranquilos, todo va a estar bien- dijo mi padre en la cena, cuando comencé a dar ese tema.

-así es, Danielle, tu padre estará bien, si es que va, no le pasará nada… además, es muy viejo para ir.- dijo mi madre. Ella sabía que algo malo ocurría… ¿pero qué?.

Y era domingo, el peor día de todos, junto con el lunes, martes y miércoles.
¡Este día se hace muy corto!.Generalmente, los domingos vamos a ver a mis abuelos, es divertido, pero ese domingo no fue como los otros.
Mi madre nos mandó a ordenar maletas y bolsos con nuestra ropa, con nuestros libros, cuadernos y todo tipo de cosas. Luego, mi padre fue a cargar la camioneta con nuestras colchas y ropa de cama. Mi madre, por su parte, nos dijo que fuéramos al auto y que cargáramos las maletas donde sea.
Partimos a un pueblito y cargamos combustible.

-veo que ya están preparados- dijo el señor que nos atendió. Su cara reflejaba un miedo terrible, como si algo llegara a suceder. Pero, ¿qué?, ¿qué pasaba?

-así es, ¿y usted?- quiso saber mi madre.

-tengo a mi familia en los montes, estarán seguros allá, ¿usted a dónde se dirige?

-justamente voy hacia allá. Ese es un lugar seguro.

-pues, que tengan buen viaje- sonrió él.

-¿por qué vamos a los montes cuando mañana tengo examen de electroestática?- pregunté molesta.pues, ¡claro!, si me pasé la semana estudiando y no voy a dar el maldito examen podía tolerar eso.
-Danielle, querida… no habrá mas escuela… por un tiempo- dijo mi madre, como si estuviera buscando las palabras para hacer sonar mejor la frase.

-¡¿por qué?!- se alteró mi hermana mayor, Pamela- ¿puedes decirme de una vez lo que pasa?

-niños… están comenzando cambios- mi madre se puso seria.

-¡¿por qué no dices de una vez que hay guerra?!- explotó mi hermano Ken, el mayor.

Yo y mi hermano pequeño, Martin nos quedamos paralizados al escuchar a Ken.
¿por qué habría guerra si hace unos meses estaba todo tan bien?. Espanto, sorpresa y pena sentí al escuchar a mi hermano. ¿por qué el se puede enterar primero que Pamela, Martin y yo?. Mis padres, seguramente le dijeron.
Al pasar largas horas en auto, nos dio hambre, por lo tanto, pasamos a una estación de servicio. Pasamos al baño, mi madre llamó a mi padre, almorzamos y… en las noticias dijeron que Rusia, Japón, y Alemania aliada con México e Irak lucharán por más territorios marítimos europeos y asiáticos. Pensaba que esta guerra era por el agua, ya que están dando varias instrucciones para no gastarla mucho.
Seguimos varias horas más, hasta que se atardeció. Mi hermano hizo cambio de turno en el volante con mi mamá, estaba muy cansada que se durmió.

-¿cuándo supiste que habría guerra?- le cuchicheaba yo a Ken.

-hace unas semanas- me respondió- nuestro padre me lo dijo y no quería que ustedes lo supieran, pues, están pequeños, no lo entenderían… ni siquiera Martin, que tiene siete años. Pero, no te asustes, todo va a estar bien. Inglaterra no está metida en líos… aún.


































II: `` Conociendo a los Brickells´´

Llegamos, finalmente, a los montes. Mi padre estaba ahí. Había una casa de dos pisos, con mansardas y muy bonita. Junto a nuestra camioneta, había otra: una Dodge RAM de color rojo, con otros muebles y colchas. De la casa, salió un señor, con cara de amable, una mujer embarazada, de unos cinco meses aproximadamente, un chico de mi edad, creo y un perro.
La mujer llevaba una bandeja con vasos y coca-cola, el hombre nos fue a saludar y el chiquillo nos observaba.

-¡buenas tardes!-nos dijo alegremente- sean bienvenidos a nuestro refugio

-¿refugio?... wow, se está poniendo feo- comenté. El, respondió sonriéndome.

-pues, difícilmente llegarán a los montes, quédate tranquila… sólo eres una niñita y no quiero asustarte. Soy Bill Brickell, padre de familia.

-soy Danielle Johnson… tercera hija de… mis padres, obviamente. Por cierto, su nombre da asco.- me presenté

-creo que tú y Max, mi hijo, se llevarán bien. Él tiene trece años y está en pleno desarrollo y le hará muy bien si se distrae de todo esto.

-también tengo trece años y no puedo dejar de pensar en mi familia, se me haría difícil distraerme de algo tan importante como ellos. No creo poder ayudarlos.
Bill siguió sonriéndome y dijo:

-Max entiende todo lo que sucede y está cambiando, esta noticia creo que nos está cambiando a todos,¿no?-

Asentí.

-bueno- continuó- él se encuentra en tu misma situación. Deberían conversar… pienso yo.

Bill me pareció buena persona. No es católico, es protestante, no toma ni fuma, está completamente sano. Habla alemán, sueco, es muy culto e inteligente.
A la hora de cenar , le ayudé a la señora con las tazas y los platos.

-mi nombre es Danielle Johnson, tengo trece años y me gusta el rock clásico, criticar a los políticos, leer y escribir- me presenté lavando los platos.

-yo soy Rachel Brickell, ex profesora de matemáticas, madre de Max y de su futura hermanita, Julianne… tengo cuarenta años- se presentó sonriente.

-vaya…- asentía yo- que interesante…

-te gusta escribir. ¿qué escribes?- me preguntó.
Hace unos días, mientras criticaba el sistema en mi mente, se me ocurrió escribir un libro que revelara mis pensamientos. Lo titulé: “mis pensamientos’’.Título increíblemente poco original.

-ehh… libros- respondí insegura.

-¡ah!- sonrió- una pequeña escritora en nuestro escondite- y soltó una risa.

Yo sonreí incómoda

-¿qué escribes?, novelas, ensayos, ¿qué?

-bueno, mi libro contiene mis pensamientos acerca de… la actualidad- respondí escogiendo las palabras, como mi mamá.
-¿y lo publicaste? – preguntó enjuagando una taza.

-no, lo pienso publicar cuando termine la guerra – terminé y me fui a mi nuevo cuarto.

La mujer quedó muda cuando nombré >. ¿le arruiné el día?, ¿acaso no tenía idea de lo que pasaba?.
Rachel, una mujer inteligente, alegre, cuarentona y con siete meses de embarazo, me pareció muy agradable.
En la mañana desperté completamente incómoda. Nunca antes había dormido en el suelo, bueno, las camas no se habían armado aún.
Después del desayuno, salí al patio, ahí me recibió “Pat’’, el perro de los Brickells, haciendo gracias.
El patio de este lugar es muy grande, tiene un molino, una bodega, al este tiene un gran bosque y todo parece una gran isla, rodeada por árboles.
Quería conocer el lugar. Fui al bosque, no me alejé mucho de la casa, por miedo a perderme. El bosque era maravilloso, nunca sentí una increíble paz como esa. Fue radiante.
Estaba de lo mejor, sentada en un tronco, disfrutando la paz, cuando llega Max a interrumpir.

-hola – dijo

-hola –le dije. Hubo un momento silencioso.

-am… ¿disfrutas de la paz del bosque?- preguntó

-sí

-pues, quizás no la vuelvas a sentir por mucho tiempo.

-¿de qué hablas?

-de que vienen tiempos peores: Polonia invadirá Inglaterra y van a empezar las crisis, matanzas, bombardeos… tú sabes.

-¡¿cómo sabes eso?!

-lo vi en las noticias hace unas semanas.

-¡pues yo siempre las veo y…!- decía yo, firmemente, pero, al terminar la frase, recordé que hace unas semanas, mis padres no me dejaban ver noticias. Creaban excusas como que me tenía que ir a dormir, de que tenía que hacer tareas o simplemente, apagaban el televisor.

-¿y? –Max esperaba una respuesta.

-pues, ahora te creo… todo esto acaba de comenzar. La tercera guerra mundial, comienza…- murmuré impactada, al darme cuenta de que Max tenía razón.

-soy Max, de seguro que mis padres te han hablado de mí- se presentó.

-pues, claro…algo me han dicho. Soy Danielle.

-¿Danielle?- se extrañó- nunca había escuchado ese nombre.- y hablamos un buen rato.

Para mí, es difícil iniciar una conversación con alguien de mi edad, no sé por qué con Max fue diferente: piensa como yo, tenemos las mismas ideas y odiamos este sistema.
Él es una persona con geniales ideas, inteligente y tierno… cuando me contó como reaccionó al saber que habría una guerra, casi se pone a llorar, eso me dice que es sensible.
Esta familia, en conclusión, es culta, unida y con un gran espíritu… no como nosotros, pero no me gusta comparar.


III: “comienza a sentirse el miedo´´

Pasaron días. Estaba en mi cuarto, bueno, en mi medio cuarto, ya que lo comparto con Pamela, y quería seguir escribiendo mi libro, pero de repente en las noticias de nuestro nuevo televisor en blanco y negro, dicen que están bombardeando Londres.
pensé, mientras moví la cabeza hacia la ventana. Las nubes estaban de un tono rojizo y mi cuarto estaba alumbrado con ese color, pero en baja intensidad… nunca ví algo así en mi vida… espero que no sea la última vez que veo algo así.
Comencé a llorar sin motivo, cuando estaba ya en mi cuarto, quizás por los londinenses que murieron, quizás porque venían tiempos peores, quizás, por lo que en ese momento estaba pasando. Sé que lloré horas y, sin saberlo, me quedé dormida. Sentía como Pamela entraba y salía de la habitación a buscar sus cosas. La sentía reír, reír más y más fuerte, hasta que desperté.

-¿qué pasó? –pregunté confundida.

-pues… nada- respondió y salió de una vez de mi cuarto.

Salí al patio y ví volar como dieciséis aviones de combate. Me entré rápidamente y me encontré a todos reunidos en el comedor al frente de la tele, viendo las noticias,

-no lo puedo creer- murmuró Ken, con los ojos pegados a la pantalla.

-¿qué pasa?... ¿qué ocurre?- no entendía nada de lo que pasaba, hasta que escuché en la tele que dijeron que los polacos ingresarían al centro de Inglaterra por los montes.
Comenzamos otra vez con las maletas. Era de noche, salimos lo más silencioso posible, tratábamos de no cuchichear y evitar devolverse. Las dos familias subimos a un furgón que era de Bill, dejando atrás la Dodge, el auto de mi madre y la camioneta de mi padre.
Me iba mirando por la ventana si es que algún polaco del carajo nos veía, pero estaba oscuro y hacía frío… mi hermano Martin hacía rayas en los vidrios empañados.
Llegamos a no sé dónde. Era un lugar similar a una granja, pero sin animales. Había una casa grande, como de tres pisos, con balcones y hermosos pilares. Tocamos la puerta… nadie atendió.
Bill se hartó de seguir golpeando y por la parte de atrás de la casa, quebró un vidrio… mejor dicho, rompió una ventana completa, entró y nos abrió.
Una vieja nos apuntaba con un rifle.

-¡salgan de mi propiedad! - gritó apuntándonos.
Sus manos blancas y arrugadas, sostenían el gatillo con gran seguridad. Nosotros quedamos paralizados- ¡vamos!, ¿qué esperan?- y dio un tiro hacia el techo para paralizarnos.
En ese momento yo sentía mis latidos rápidos y fuertes , observaba a los otros con sus caras aterrorizadas y le devuelvo la vista a la vieja que, con miedo y seguridad, nos miraba con sus arrugados ojos azules.
Retrocedimos.

-¡alto! -dijo un joven que no se veía- mamá, deja el arma, por favor –se dirigió a la vieja.

-hijo, son unos perros alemanes, nos quitarán todo
El momento de tensión se dejó atrás por la invitación de Jerry a conocer la casa, aunque, eran cerca de las cuatro de la mañana.
El ``palacio´´ era hermoso, lleno de pinturas y hermosísimos adornos.
Llegamos a una habitación en donde estaba una mujer en una camilla, como de un hospital: ella estaba llena de cables, tenía una máscara de oxígeno y estaba rodeada de máquinas. Al parecer, estaba dormida.

-esta… es mi mujer, se llama Eleonor y está… enferma.-dijo Jerry con un aire triste. Parecía que la quería mucho. Yo nunca llegué a querer mucho a alguien… recuerdo cuando me gustó un compañero de curso y nunca me tomó en cuenta, quizás no soy lo suficientemente linda, pero la única vez que hablamos, fue cuando le dije:

-¿tienes una hoja que me puedas prestar?

-no, creo que no
Y eso sería todo.
Después de seguir el tour por la casa, bajamos a comer algo liviano… ya eran cerca de las cinco. Aproveché de observar atentamente a Jerry y a la señora Anne, para saber qué tipo de gente son. Mi conclusión: buena gente.

-¿a qué se dedican?- preguntó Jerry
Mi padre respondió con humildad, pues, nos sentíamos poca cosa en su casa.
-¿y tú, Jerry? –quiso saber mi madre. Él se detuvo y quedó mirando el vacío por un momento. Aproveché de codear a mi madre, porque había dicho algo incómodo para el hijo de la dueña de la mansión.

-bueno… -balbuceo el joven- cuando Eleonor se enfermó, comencé a trabajar en la planta que heredé de mi padre y así obteníamos dinero para las medicinas, para la ropa, para la comida y por las noches suelo ir a trabajar donde mi tío, con cajas y moviendo muebles y ahorro para los tratamientos de ella. Todo sea por y para ella.

-¡já!, todo sea por y para ella, ya te quiero ver cuando esa perra se recupere y te deje por otro hombre –se metió la vieja Anne y Jerry la miraba muy serio

-¿y como es ella? –le pregunté a Jerry, pues sentí que ya la conocía.

-ok… -Jerry hizo una pausa- es… de lo que recuerdo es que… siempre ha sido simpática, buena persona, inteligente y… todo eso –terminó.

-¿saben algo de los polacos? –preguntó Ken.

-escuchamos por la radio que vienen entrando por los montes, luego de quedarse en la bahía como si fueran…-informaba Anne.

-espías –intervino Max.

-si… espías –asintió la vieja- tardarán segundos en llegar hasta acá, por eso debemos partir.

-¿hacia dónde? –preguntó mi padre- venimos en busca de refugio, porque estábamos en los montes, ahora debemos huir, porque no tardarán en llegar hasta acá y seguramente donde quiera que lleguemos a parar, tendremos que huir otra vez. Se me hace que terminaremos muriendo –se alteró-

-¡no pienses esas cosas! –lo tranquilizó mi madre- pronto encontraremos una solución.
Quedamos todos en silencio. De repente sentimos un zumbido suave, que luego obtuvo fuerza hasta que nos dimos cuenta de que eran aviones como los que ví en los montes.

-¡vamos a Londres! –chilló Anne.

-¡¿está loca?!, Londres está hecho mierda –se alteró Max.

-¿y ahora qué? –preguntó Rachel, con sus manos en el vientre.
Quedé paralizada con la vista en el cielo, a través de la ventana: se acercaban más aviones, pero estos ya arrojaban bombas, destruían todo con unas luces que casi nos dejaban ciegos.ya nos veía muertos por uno de esos alemanes malditos.

-¡AHHH! –grité para dar aviso.

-ahora sí que nos vamos –anunció la vejestorio- Jerry, trae tu… ¿Jerry? –comenzó a buscar a su hijo. Estaba con Eleonor, arriba.
No me podía despegar de la ventana, comenzaba a salir el sol tímidamente y todos estaban histéricos.
¿cómo estaría nuestra casa?, nuestros amigos, nuestros familiares… ¡oh!, Dios, como extrañaba a mis amigas. Recuerdo que cuando comenzaron las clases de este año nos tomamos varias fotos con la cámara de Verónica y la subimos a una red social de internet. Me pregunto qué será de ellas.¿estarían igual que yo?
Tocaron fuertemente la puerta y ninguno de nosotros se atrevió a abrir. La derribaron y entró un militar de esos que generalmente muestran en las películas de guerra: alto, musculoso y con armas láser. Nos tomó prisioneros. Nos subieron a unos vehículos verdes y pude ver otros con más gente. Sus caras reflejaban una tristeza gigante y había un aire melancólico.
De la casa, salió Jerry con Eleonor en sus brazos. Seguía dormida, la vieja Anne estaba rezando arriba de estos vehículos cunado partieron… no volví a saber más de Jerry, nos fuimos sin él.













































IV: ``Viviendo en una pesadilla´´
En el traslado me quedé dormida, cuando abrí los ojos me encontré en una especie de la entrada a un ``campo de concentración´´… o al menos eso era. Sentí mucho miedo, los militares eran muy bruscos, además, hablaban en un idioma muy extraño.
Nos hicieron bajar, entramos a una especie de cárcel, nos pusieron en hileras y nos distribuyeron a diferentes partes.
Me hicieron subir a un vehículo similar al anterior, había gente extraña no quedé con mi madre, ni mi padre, ni Pamela, Ken o Martin.¡me encontraba completamente sola!, comencé a llorar y ni siquiera me pude despedir. ¿A qué parte me llevarían estos?, ¿y si me matan?, ¿y si me tocan?... ¡NO!
Esta vez no quise dormir y creo que ninguno de los extraños durmió, me puse a llorar de manera silenciosa, me tapé la cara con las manos para que nadie me viera llorar.No llevaba ningún bolso o maleta, nada de nada, sólo me quedé con la ropa que llevaba puesta.
Tras pasar mucho rato llorando, me comenzó un terrible dolor de cabeza.
Seguimos viajando. Estaba aburrida, a mi lado estaba una señora y al otro lado, estaba un joven de cómo diecinueve o veinte años aproximadamente.
Quería escapar, pero habían militares serios y grandes, eran mis enemigos, entre ellos hablaban un idioma raro. No era polaco, pronunciaban palabras tan conocidas como: ich, kinder, durch y tantas otras, que mi conclusión fue que eran alemanes. ¿dónde estoy?, pues en un vehículo conducido por alemanes, ¿y los polacos? Supongo que se están aquí, en Inglaterra, pero no sé qué harán o hicieron, no entendía nada.
El vehículo se detuvo. Llegamos a otra cárcel, bajamos, nos dejaron en una especie de salón con militares y ahí supe que todo… cambiaría.
Teníamos prohibido hablar entre nosotros, no podíamos comer, nos torturaban, nos privaban de salir a tomar aire libre, ni siquiera podíamos escuchar la radio o leer periódicos pasados, etcétera. ¿y todo esto para qué?, no podía dormir, pensaba a cada rato en mi familia, mis compañeros se quejaban, rezaban, tosían muy fuerte, en fin, no lo pude soportar más y estallé en lágrimas. Nadie me dio un abrazo, ni una palabra de consuelo, ni me acariciaron la cabeza. pensé un día.
Sonó una alarma, todos nos espantamos y salimos a ver qué ocurría, eran como las dos de la mañana.
Los militares salieron, todos se volvieron histéricos, yo no sabía qué hacer.

-disculpe… disculpe…perdón, ¿tiene un segundo? –trataba de preguntarle a la gente, pero no me tomaban en cuenta, corrían aterrados en todas direcciones. Una señora me tomó de la mano y corrimos juntas.

-¡ven! –me dijo cuando me tomó de la mano.
Volvimos a nuestro sitio, similar a la parte donde duermen los presos en una cárcel. Todos mis compañeros que tosían, rezaban y se quejaban estaban ahí, contando sus versiones de lo ocurrido.
Unos decían que eran bombas que cayeron en partes cercanas, otros dijeron que era el fin del mundo, mientras que otro grupo postulaba que algo malo iba a pasar.

-¿qué ocurre? –le pregunté a mi protectora

-sólo son cosas, no pasa nada –respondió asustada.

-señora, ya sé que estamos en plena guerra –le dije, pues ya me tienen cansada con las mentiras y todo eso- y que esto es una especie de campo de exterminio y que vamos a morir aquí… pero no sé por qué diablos sonó la alarma y eso usted lo sabe.

-bueno…
Comenzó a temblar cuando ella estaba respondiendo, las camas se movían, la tierra tenía ondas, los muros se movían, los vidrios tiritaban, la gente tenía pánico, no podían abrir la puerta para salir, comencé a ver grietas en los muros, el techo se nos venía abajo, todo se movía, era un caos enorme. Ví todo opaco, los gritos se alejaban, todo se apagaba y caí.
Desperté en la misma parte, estaba la misma señora, me saludó.

-¿estás mejor?

-¿qué pasó?

-te desmayaste

-ah, ¿sí?

-sí, anoche tembló fuerte

-¿qué intensidad?

-seis coma dos grados en la escala de richter

-oh… ¿y duró mucho?

-más o menos. Hay heridos

-¡mierda!

-no te preocupes

-¿dónde fue el epicentro?

-no sabemos nada. Estos malditos nos tienen aislados de todos, nos hacen la vida imposible –se quejó.

-¿pero cómo sabes que fue de seis coma dos grados?

-solo eso nos dijeron, estabas inconciente

-malditos…

-tranquila, ya quiero ver cuando pierdan

-todos queremos eso… -suspiré- espero que esto termine y estar con mi familia
Salimos al patio en filas. De nuevo sentí el sol en mis brazos, en mi cara, en mis piernas… estaba feliz. Pero los ``nuevos nazis´´ no paran de estar encima. Nos vigilaban a cada rato y como que nos revisaban a la vista no sé para qué.
Así pasé cerca de dos meses: encerrada y una vez a la semana nos revisaban.
Me había mirado al espejo, estaba desnutrida, los huesos de las costillas se me notaban mucho y tenía agujeros en la cara, como las modelos anoréxicas de la tele y tengo miedo de llegar a caerme.
Paso mucha hambre, sufro mucho, nos torturan más que al principio, solo quiero salir de aquí y estar con los míos. ¿Qué será de ellos?.
Me siento sucia, no nos hemos bañado y esto parece película de la segunda guerra mundial, pues como que se relata la vida de generales, prisioneros, dictadores, etcétera. Cuando salga de aquí escribiré un libro que trate de todo esto, aunque sé que habrán muchos, pero sólo quiero que la gente sepa lo que es ser una prisionera tan joven.
Quise contarle esta idea a mi protectora, la busqué por todos lados, pero no la encontré, le pregunté a la gente si la había visto, pero nada. De repente miro hacia fuera y veo a los ``verdes´´ (militares) con una bolsa grande. Tenían unos bultos. Ahí supe que si seguía en ese lugar terminaría dentro de una de esas bolsas.

-que asco… que rabia… que pena –me dije y volví al cuarto.

Éramos más de cuatrocientos mil ingleses en ese centro de exterminio. La suma disminuía cada día, me daba igual si llegaba mi turno o no.
Pasaron dos meses sin saber de los míos. Quizás ya se fueron, la guerra no termina.
Siempre quise ser tan delgada como las chicas de la tele, pero me miraba al espejo y parecía un esqueleto con ropa y cabello. Estaba pálida, ojerosa, débil… en fin, estaba mal.
No pude creer a lo que había llegado: nací en un hospital decente, estudié en un colegio digno, tuve una familia aceptable y moriré en un campo hecho para matar a inocentes.
Era todo eso tan indignante, ni siquiera comemos como gente normal, estos perro arrestan a todo tipo de ingleses para privarlos de la libertad y torturarlos porque sí. Que injusticia, te arrestan por pertenecer a una nación, es decir, ¿acaso una persona no tiene derecho a pertenecer a un país?.




















































V: ``Las religiosas de Santa María´´

Sentía que ya no daba más en una jornada de revisión a la vista. Me dirigí a una parte lejos de ``los verdes´´ y me escapé. Fue fácil: me pasé por debajo de unos alambres, tuve suerte.
Corrí lo más lejos que pude. Llegué a un bosque. Descansé y no tenía comida ni agua y se estaba haciendo de noche. Corrí hacia mi derecha, no había gente pero no quería detenerme por miedo a que me capturaran.
Se oscureció rápidamente. No podía alumbrarme, no tenía velas, ni fuego, ¡nada!.
Me senté, cerré los ojos y traté de dormir. Abrí los ojos y ya estaba amaneciendo… ¡había dormido!. Corrí hacia un pequeño arrollo a lavarme la cara… me dio un poco de asco el agua, pero sin agua, un ser vivo no puede vivir, así que cerré los ojos y bebí agua de arrollo, sin una gota de cloro para desinfectar.
Caminé un buen rato hasta llegar a una parte llena de sombra. Tenía mucha hambre, no llevaba alimentos y ni siquiera tenía agua cerca; seguí caminando con la esperanza de encontrar agua… pero no encontré precisamente eso, si no que algo muy distinto: encontré una capilla y una casa grande al lado. ¡Estaría entre monjes o monjas!
Era un edificio de como tres pisos, muy grande, hermoso, con columnas y balcones. En el jardín tenía la estatua de la Virgen María y más allá había un letrero que no leí.
Este edificio o casa grande estaba al lado de una capilla, donde las monjitas o los monjes se iban a rezar.
No soy muy buena escalando, pero de todos modos logré acceder al recinto pasando por arriba de la reja de acero oxidado con puntas de metal.
Toqué la puerta tres veces: me abrió una monja.

-¿en qué te puedo ayudar? –preguntó amable.
No resistí las fuerzas y me desmayé.
Desperté en una habitación color crema. Había un ropero, una pequeña ventana, y arriba del respaldo de la cama, una cruz. Me pareció raro. Me levanté y… dí un grito. ¡era una completa monja!, estaba vestida igual que la que me recibió, de negro y con un gorrito en la cabeza del mismo color… y con una enorme cruz colgando.¡era un hábito!
Corrí de la habitación a un pasillo donde encontré a dos religiosas a punto de bajar.

-tú debes ser nuestra protegida –dijo una en tono amistoso.

-¿alguna de ustedes sabe que hago vestida así? –me alteré.

-es un disfraz –dijo la otra.

-¿para qué? –me extrañé.

-para protegerte. Te quedarás con nosotras hasta que la guerra acabe- dijo la primera.

-¡pero yo quiero saber de mi familia! –los ojos se me pusieron llorosos- los alemanes se la llevaron…¿me pueden ayudar?

-niña, seguramente están en un campo de… -me explicaba una, tratando de usar palabras no hirientes.

-exterminio –le ayudé

-claro –dijo y bajó la vista.

-nosotras no tenemos esos números telefónicos y si llegáramos a llamar, correríamos peligro… lo mejor sería enviar una carta preguntando si están bien –me dijo la otra.

-lo mejor es que bajes a comer algo, llegaste aquí muy cansada y ya es hora de almorzar… -cambió el tema la primera monja.
Bajamos y habían miles y miles de religiosas, todas eran iguales, sólo la forma de la cara, el color de sus ojos y de piel, la estatura y la voz las diferenciaban.
Nos sentamos a comer. Yo quedé entre Sor Clareé (religiosa uno) y Sor Petunia (religiosa dos).
Todas rezaron algo que yo no pude entender y se persignaron al inicio y al término de esta oración. El almuerzo: sopa de espárragos.

-¿y qué te ha parecido la casa de las religiosas de Santa Maria? –me susurró Sor Clareé.

-muy bonito… pero me siento incómoda entre ustedes, las monjas –le respondí.

-¿cómo te llamas? –quiso saber.

-Danielle Jonson –respondí.

-mi nombre es Sor Clareé –se presentó.

-hola. Ya sabía –sonreí.

Terminó ya la hora del almuerzo y me sentí mucho mejor. La madre superiora, Madre Loreto me mostró la casa.
Era todo tan grande, tan hermoso, habían bibliotecas, salas de reuniones, miles de dormitorios, grandes jardines, salas para hacer mermeladas, manjares, para pintar o bordar, etc.

-cuéntame, Danielle, ¿por qué llegaste hasta acá? –preguntó la Madre Loreto.

-bueno… mmm… en el bosque me dio hambre, y corrí… corrí hasta que encontré esta casa y a ustedes –respondí asustada.

-Danielle, ¿qué hacías en el bosque? –preguntó extrañada.

-me ocultaba. Estaba escapando.

-¿de quién?

-de los ``nuevos nazis´´

-entonces… -se espantó- ¿estabas en un campo de exterminio?

-sí, pero logré escapar. Sólo necesito encontrar a mi familia, con ellos me voy de Inglaterra y volvemos cuando todo esto acabe –le expliqué.

-me temo que no será así –dijo- en primer lugar, no sabes dónde está tu familia, en segundo lugar, si sales, te encontrarán y te matarán, en tercer lugar, hay que esperar a que todo se tranquilice, ánimo, ya vienen tiempos mejores.

-Madre… no sé qué decir –balbuceé a punto de llorar .

-tranquila, piensa que están bien. Tranquilízate, vamos a pedir por ellos, como pedimos por todas las personas que están sufriendo… te ayudaremos a subir el ánimo y verás que te sentirás mejor.

- muy bien –dije y entramos.

Las religiosas tenían una pequeña radio a pilas, que casi me da un ataque de risa al verla… y al escucharla me reí mucho más. Ellas tejían, otras leían, otras escuchaban la radio y yo, con Sor Clareé y con Sor Petunia jugábamos a los puzzles. Me distrajo bastante.

-¿cuántos años tienes, Danielle? –preguntó Sor Petunia.

-trece años –respondí.

-¡qué joven! –se sorprendió- recuerdo cuando tenía tu edad, era una niña rebelde, curiosa y aventurera. Estudié en un colegio de religiosas de Santa María y entré a la congregación… me siento muy feliz de estar aquí –dijo.

-en cambio, yo, era siempre muy callada, estudiosa y mis compañeros siempre se reían de mí… pero me uní a la congregación y es lo mejor que pude hacer –me contó Sor Clareé.

-cuando tenía tu edad, sentía ganas de ayudar a los más necesitados y de acercarme al Señor, por eso, a los diecisiete entré al convento y me integré a la congregación- recordaba la Madre Loreto.

Pensar que estas religiosas antes de entrar al convento tenían una vida como la mía, quizás, no tan similar, quizás, no tan diferente y yo nunca me consideré muy cristiana. Ahora, me doy cuenta de que Dios nos hace favores y nosotros le debemos pagar.
Cuando un familiar está grave, ¿a quién le rezamos para que lo proteja y/o le de fuerzas?, cuando nos sentimos muy cansados, ¿a quién le rogamos para que nos ayude?, en diversas situaciones le hemos pedido algo al Señor…¡y él nos escucha!, pero cuando Él nos pide algo,¿lo cumplimos?... esa es una gran interrogante.
La guerra comenzaba a ponerse peor. Yo en el convento no tenía nada más que hacer que informarme con la radio a pilas. Unas veces tomaba señal y otras veces, no. Un día llegaron unos militares a la casa. Nosotras nos asustamos mucho. Ninguna se atrevía a abrirles, pero yo me ofrecí.

-Danielle, será muy arriesgado para ti –me decía Sor Clareé.

-no se preocupe, sé lo que hago… sólo escóndanse.

-yo me quedaré contigo –dijo la Madre Loreto- tu nombre ficticio será `` Sor Evangelineé ´´

-correcto –dije temblando, y abrí la puerta.

-buenos días –era un tipo inglés, acompañado por unos militares. Me saludó amablemente- ¿puedo pasar?-preguntó. Yo no supe qué decir.

me dije entre mí.

























VI: ``El primer contacto´´

Madre Loreto asintió, y lo dejé pasar.

-¡¡tía!! –gritó muy feliz el hombre.

-¡Jim!, ¡Jim!, ¿cómo estás? –se emocionó Madre Loreto. Yo los veía abrazados y muy felices, así que pensé que eran familiares y que ese Jim era de los buenos.

-Madre –la interrumpí- ¿quién es él?

-él es Jim, mi sobrino, es un militar inglés… quizás él te pueda ayudar a encontrar a tus padres.

-creo que será muy difícil, pero… me encantaría.

-soy Jimmy Rodgers –se presentó.

-yo soy Dani… ¡no!, digo, Sor Monja… ¡no!, digo, Sor… Sor… -había olvidado mi nombre ficticio.

-no te preocupes, Danielle, no finjas, no es necesario. –me ayudó la Madre.

-está bien –dije, e hice pasar a los otros militares. Tomaron té, comieron pan con mermelada, las otras religiosas salieron del escondite… estaban muy asustadas
Subí a mi nuevo cuarto. Arranqué una hoja de una libreta y saqué un lápiz. Comencé a escribir:

Casa de las Religiosas de Santa María.
Diciembre del presente año.

Queridos papá y mamá:
No saben las ganas que tengo de estar con ustedes. ¡quiero abrazarlos y pasarla bien!, como antes...





Texto agregado el 07-12-2011, y leído por 97 visitantes. (0 votos)


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