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Una Vida …de Cuento


Capítulo VI


De Cómo, Juan, Siguió su vida entrelazándose con la efervescencia política, lo mismo en San Diego, Los Ángeles, Monterrey, San Gabriel y en todos los pueblos de aquellas californias. De cómo narra en su particular forma, las vidas y pasiones de aquellos hombres y mujeres conectados con el quehacer del desarrollo del país y de sus propias vidas que intentaban ordenar y conformar en medio de excesos personales que no se pudieron desvincular de la cosa pública
.

Tal cual vimos en el Capítulo anterior, Juan, nos contó el cómo concluyó la hegemonía del General Figueroa en la administración de California, y cómo a su muerte, fue sucedido, en el mando Civil, por Castro, y por Gutiérrez en lo Militar, quedando luego únicamente este último con ambos poderes hasta la llegada de Don Mariano Chico.

Veamos ahora, como Juan nos narró los hechos subsecuentes que para él fueron importantes de este personaje, que como ya es costumbre en sus descripciones, de los temas políticos y sociales, de los que rescata las cuestiones de pasiones mundanas de aquellos relevantes hombres.

Es momento aquí, de recapacitar que, en lo que hemos visto de la vida de Juan Bauitista Esparza o Victoriano Vega, como se hacía llamar, nuestro personaje, no refiere nada relativo a su familia, que si bien habla de su esposa, únicamente la cita para afirmar que la deja para irse a otro pueblo a trabajar.

De las cuestiones religiosas, no refiere nada en absoluto, pese a que el centro de cada uno de los núcleos de población en que se ubican su citas y narrativa, son Misiones Franciscanas, no han asomado hechos o situaciones en las que se incluyan en a los ministros de las iglesias, que si bien se ha referido a ellas, lo ha hecho sólo como edificios y nada más.

Este hombre, Juan, es un ser muy maltratado por la vida respecto de nuestra perspectiva histórica, quizá un tanto “normal” en su entorno social y costumbrista de la época o da la realidad que le tocó vivir, ya que desde el día que nace, lo hace en circunstancias de inestabilidad e incomodidad, viendo su primera luz en un barco militar lejos de su padre, quien ha de morir prácticamente a en su alumbramiento y dejado de su madre al ser amamantado de nodriza, quien finalmente se queda a criarlo al abandono subsecuente, por la disposición de esa señora como carne de guerra a manos de los militares, que no bien dejaron sin padre a Juan, sino que igual se llevaron a su madre.

Una orfandad de padre y madre que no se arregló en definitiva con la vuelta de la madre, ya que igual no recibió una buena vida al reencontrarse con ella.

Luego su alta como militar le dieron una reciedumbre que aflora en lo que nos narra, ya que ni aún viejo como lo está, cuando esto que a la vista tenemos y que nos lega en las letras que dicta a Don Thomas Savage, a sus 67 años; nos reporta rasgos de dureza y frialdad de vida e indubitablemente de una vida castrense; es Juan pues, un soldado en todo y para todo.

Como parte de esta investigación que abro a Usted en este Ensayo, veremos una perspectiva humana diferente, ya que, estimado amigo lector, a poco nos iremos conectando con otras narraciones respecto de la vida cotidiana de algunos otros personajes igualmente significativos; desde los primeros años de la presencia de españoles y mexicanos desde su llegada a San Diego para luego extenderse al Norte; en su momento tocaré igualmente, narraciones más posteriores a esta época, que hoy me ocupa en este personaje que escogí para iniciar el adentrarnos a la cotidianeidad tanto de la California Continental y la California Peninsular, como concibo yo a Las Californias, al negarme a las expresiones formales y coloquiales, que a la una llaman California, y a la otra, simplemente “Baja”; cuando California es sólo una; que ahora es binacional, pero sigue siendo sociológicamente “Una Sola Comarca”.

Veamos a continuación, las cosas que para Juan, quedaron marcadas y que nos narró como hechos importantes de su vida:

A Don Mariano Chico nunca lo ví aunque sí supe que estuvo en Los Angeles muy airado por la ejecución de dos criminales llevada aá efecto ese mismo año de 1836 por un Consejo Popular. Aludo al caso del fusilamiento de Gervacio Alipaz y María Del Rosario Villa, hija de Francisco Villa y mujer de un tal Félix, hijo del Sargento Félix
Alipaz le trastornó la cabeza á La Charo Villa y se la llevó – en el camino se encontró el marido con ellos y reclamó á su mujer que volviera para la casa. El resultado fue Alipaz, asesinó a Félix y que La Charo fue cómplice en el delito. Cuando el pueblo supo de la ocurrencia, no paráron las diligencias hasta conseguir la captura de los criminales. Estos fueron sometidos inmediatamente a un consejo del pueblo presidido por Don Victor Prudon, que había venido con nosotros en la Colonia como Preceptor, y frances de nacimiento. El Consejo Popular los sentenció á muerte, y la sentencia se llevó a efecto sin oposición de por parte de las autoridades, que lo eran los Alcaldes Don Manuel Requena y Don Tiburcio Tobías.
Alipaz y la mujer fueron fusilados por una fuerza nombrada por el pueblo, á espaldas de la casa de Don Abel Stearns hácia la loma – la casa en la Plaza más abajo de la iglesia.
Yo no me hallé en esos sucesos; estaba en San Luis Rey cuando nos llegó la noticia con todos sus pormenores – Salí para Los Angeles, y me encontré con un pueblo todavía agitado – Don Juan Sepulveda me llevó al Juzgado para que declarase que la ejecución había sido justa y arreglada – Yo me negué á ir. Y Sepulveda me amenazó con que me impondrían algun castigo sí me negaba á obedecer . Fui pues al Juzgado, pero el Alcalde Requena me recusó fundado en que yo no había sido testigo ocular – De esa manera me escapé de verme mezclado directa ó indirectamente con ese asunto, por causa del cual estuvieron presos mucho tiempo en la Misión de San Gabriel Don Victor Prudon, Don Francisco Araujo y Don Manuel Arzaga, en un cuarto más delante de la guardia, estando aquí de comandante el teniente de la Compañía Escuadrón de Mazatlan Don Juan María Ibarra, negro muy feo- él era de los negros de la costa de Mazatlan .
Prudon y los otros dos fuéron finalmente desterrados del territorio de California. Araujo fue echado por órden del Gobernador Don Carlos Antonio Carrillo en 1837, y no volvió a California. El habia sido cadete en la Compañia de Monterrey durante el mando del General Figueroa – Se dijo que murió o fue matado en Mazatlan por causa de una mujer llamada Luz Valencia, que vivia en Los Angeles y se fue con él – era ella de una familia de muy mala conducta que hubo aquí en aquellos años.
Arzaga se fue a Guimas, pero á los 6 ú 8 meses volvió a Los Angeles en donde habia dejado a su familia .
De Prudon no sé si llegó á salir de California- Sé que él despues figuró mucho en Sonoma al lado del General Vallejo, y aun creo que fue Secretario del Gobernador Alvarado un poco de tiempo. Nunca lo ví más desde que estuvo preso en la Misión de San Gabriel
.

No cabe duda de la extraordinaria habilidad de nuestro andariego Juan, por lo que aquí nos cuenta, le atraían las cosas de faldas y los problemas de otros, al grado de irse a mezclar hasta más no poder en asuntos que sin ser propios, su afán de estar cerca de ellos lo llevaron a terrenos peligrosos y con peligro de involucrarse más de lo debido, como el caso que renglones arriba leímos.

La suerte o sus propias andanzas, lo cierto está, en que nos hemos de topar siempre con los nombres de aquellos que ahora la historia nos recuerda, como los que fueron formando Las Californias en sus épocas tempranas.

Texto agregado el 14-12-2011, y leído por 155 visitantes. (0 votos)


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