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“grandeza o estupidez, altruismo o estupidez, mediocrísmo o sensatez”

Contemplemos:
Estoy sentado en el octavo lugar del camión, veo un hombre que al sentarse cuatro lugares enfrente de mi se le aparto lenta, insinuante e incitantemente una pequeña cantidad de dinero de su bolsillo.

Ahora que hare: le diré al pobre señor que una pequeña cantidad de dinero se le cayó al pasillo del camión, o tomare el papel de un joven aprovechado, abusado y/o posiblemente desesperado.

Si tomo la opción uno puede ser que el señor se sienta tan agradecido conmigo que me invite a sentarla lado suyo, conversaríamos y posteriormente yo descubriría que el futuro económico del señor está asegurado por lómenos unas tres generaciones después que el señor haya muerto, yo posible, o probablemente le preste mas atención por mi desesperada situación, después el señor vera que tengo interés en su plática y definitivamente tal vez pasamos a hablar de la mía, se enterara de lo que hago me querrá patrocinar, posiblemente consiga un buen contrato por los próximos treinta años, y pueda asegurar mi futuro económico con todo y vicios, porque después de todo parafraseando a Abraham Lincoln “el que carece de vicios también carece de virtudes” y esta frase me lleva a otra del maestro Walt Whitman que dice “el camino de los excesos lleva al palacio de la sabiduría”. Y tal vez después conoceré los bajos mundos, por que como saben una vez que me haya hartado de todos mis vicios anteriores probare nuevos caminos como aquella frase de Robert Frost que por cierto dice así: “dos caminos se dividen en el bosque y yo tome el que menos recorrido estaba, y eso lo cambio todo”. Me estremezco de solo pensar en una frase tan acertada que se podría comparar con las de Wilde, Tennyson, Whitman, Thoreau y posiblemente o probablemente Gump.
Pero bueno todavía no tengo una idea clara de que es lo que hare, es mejor dejar una que otra puerta cerrada, porque claro como todos sabemos cuándo cruzas una puerta es muy fácil volverla a cruzar.
Pero bueno el hecho de ser seres humanos nos da derecho a ser malas personas, de tal modo que podría probar un poco de esos perversos vicios.

Esto me recuerda a otra frasecilla que escuche en algún otro lugar que dice así: “el sabio escucha más de lo que habla”, por lo tanto si quiero que mis vanos placeres se hagan realidad tendré que dar la moneda al pobre viejo, para que posiblemente me quiera invitar a sentarse al lado suyo y posiblemente resulte ser un multimillonario que cree que estoy interesado en su plática sin fines relacionados con lo económico para que el pobre viejo me vea que tengo interés en lo que él hace y me invite a participar en lo que posiblemente haga.
Ahora si lo que posiblemente haga es un trabajo legal me sentiré interesado, con una iniciativa emprendedora por los cielos, pero si lo que hace no es un trabajo legal probablemente diría que sí sin pensarlo, y sin voltear atrás y automáticamente alcanza mis viejos bajos placeres.

Pero si le doy la moneda al viejo y posiblemente me invite a sentar al lado suyo, y se da la posibilidad de que sea un multimillonario, que ve que me intereso en su plática, pero resulta que se bajaba del camión antes de lo esperado y solo se despide de mi con un cordial saludo eso me haría explotar, posiblemente lo secuestre para poder reclamar dinero por él para poder alcanzar mis bajos vanos vicios, pero si resulta que no me darán dinero por él, lo más seguro es que lo mate porque ya no me sirve de nada y mínimo pueda conseguir un crimen perfecto. Oh, oh, pero que estupideces estoy diciendo…

Para empezar nunca podría alcanzar el crimen perfecto, la única forma de que el crimen perfecto existiera, es si el humano perfecto existiese.

Mejor me olvido de moverme de mi lugar para darle la moneda al viejo y así me ahorro toda una vida en prisión.

¿Pero, qué tal si el viejo fuera pobre, y esa moneda es de lo que depende para comer hoy?
¿Sería tan cruel como para no dársela?
¿Sentiría pena si no se la diese?
¿Sentiría alegría si se la diese?
Creo que solo hay una forma de averiguarlo.
Puff, que nervios. Creo que jamás había sentido algo así.
Bueno, aquí voy.
¿Estaré haciendo lo correcto?
Detente, ¡DETENTE!
Primero piensa lo que haces.
Recárgate en la barandilla y piensa.
Vamos, ¡VAMOOOOS!
Agarra valor, tú puedes.





Hola señor, ¿disculpe creo que se le ha caído esta moneda?
- Gracias hijo, pero creo que no es mía… oh bueno, aquí me bajo, ¡gracias por tu atención!, ¡que tengas un buen día!

Texto agregado el 15-12-2011, y leído por 152 visitantes. (0 votos)


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