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Inicio / Cuenteros Locales / arturo_navia / Las dos caras de la única moneda del mendigo.

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No rechacé la invitación sabiendo que me codearía con lo más selecto de la región. Mi jefe, como premio al mejor trabajador del año me invitó a la cena de la empresa; no poseía ningún puesto administrativo, simplemente era un obrero, destacado por la eficiencia y eficacia. La invitación fue personal, así que apenas recibí la noticia, tomé mis tarjetas de crédito y no dude en sacar el mejor traje para estar a la altura de la ocasión.

Siempre me consideré un ser sociable, no me era difícil entablar relaciones de amistad, y menos generar conversaciones ocasionales con un fin de entretenimiento. Pero ese día, el ambiente no me resulto del todo cómodo, no lograba encajar dentro de las dinámicas que se presentaban; el éxito estaba presente en cada persona que asistió a la cena, y yo sabía que en mí también, porque el premio obtenido durante el año se debía a mi esfuerzo y sacrificio, elementos que me han caracterizado desde mi adolescencia.

Soy fumador desde los dieciocho años, por lo cual compré los mejores cigarrillos del mercado y un buen whisky para deleitarme con los presentes, junto a ello, me acercaba con mi sonrisa que representaba amabilidad y disposición para una buena charla. Primero dialogué con un prestigioso abogado de la corporación, contó sus hazañas y como éste resolvía por más de veinte años los problemas jurídicos de la empresa, mano derecha de gran parte de la directiva; ganaba todos los juicios que presentaba el personal desconforme; al mismo tiempo, se acerca un tipo rubio, tan rubio que me daba la impresión de que él con su cabellera ,contribuía aún más a la iluminación de la sala de eventos; era él un accionista exitoso, respetado y muy elegante, su teléfono móvil sonaba cada cinco minutos y en cada diálogo se reiteraba la palabra dólar. Creo que no hubo afinidad con esas personas, ya que ninguna miró mis ojos, sino más bien mis zapatos.

Busqué algo más acogedor, personas cercanas; así fue como llegué al lado del jefe de recursos humanos, pero no conseguí ni siquiera el saludo. Ningún intercambio de palabras en toda la noche, me sentí arruinado.Con el autoestima por el suelo decidí sentarme a escuchar la música ambiente y beberme un par copas, pensaba o más bien me percataba que la gente presente sólo trataba de impresionarse, tanto a sus colegas como superiores, como si se tratase de una entrevista laboral tirando su currículo a la parrilla.

No alcancé a estar dos horas en el evento, sinceramente no fue lo que esperaba, una desilusión más se plasmaba en mi biografía; tomé mi saco y me retiré, ni siquiera despidiéndome del portero, acto que me provocó cierto remordimiento, pero no de relevancia. No tenía vehículo, así que camine por calle Colón a tomar un taxi, miraba el suelo y pateaba piedra que se me topara, ya no importaba lucir bien ni impresionar a nadie. Llegando al puente Esperanza me cruzo con un mendigo sonriente, y sin titubear me pregunta:

-¿Por qué esa cara amigo?- ¿Te ha dañado el corazón tu mujer?

Sorprendido y honestamente conmovido por tal pregunta, me acerco lentamente a él, me recibe en su espacio con una sonrisa traviesa, y al mirar el reflejo de sus ojos, pude percibir ese llamado amistoso, sincero e inocente que transmitían sus palabras.

-¿Por qué me has preguntado eso? Señalé.

-Porque vienes caminando como un perdedor.

Me ofrece un poco de café, lo acepto de inmediato y saco un cigarrillo del bolsillo para amortiguar el frío de la noche.

-¿Qué te ha pasado?

-Tuve una cena por la corporación y no fue del todo agradable, sencillamente no encaje con nadie, quizás fue por mis grandes expectativas.

-Te entiendo señaló el mendigo, pues a mí me ha pasado un millón de veces.

-Lo peor fue que trate de charlar con quien fuera, pero sentí el rechazo, más bien, me sentí en un competición en donde sólo se buscaba el éxito.

-Lo que te ha pasado señaló el mendigo, es que has aprendido una de las grandes lecciones de la vida, y sin darte cuenta te has empoderado de uno de los mayores conocimientos . Te has rodeado por un instante de gente superficial, la que busca sólo lo material y todos son instrumentos para conseguir sus objetivos. Gente que ha visto una sola cara de la moneda, quizás por su historia de vida o cultura, o más bien por capricho; pero que se ha parado desde un solo punto de vista a observar de qué se trata la vida.

-¿Cómo puedes estar seguro de lo que dices?

-Porque si hubiese sido lo contrario, tú no vendrías marchitado, con el peso del fracaso entre los hombros, sabiendo que no eres una mala persona. Tú buscas felicidad no éxito, y el dinero para ti es simplemente para satisfacer tus necesidades, no para venerarlo y multiplicarlo a grandes proporciones en donde te resultará imposible gastarlo.

-Sí, creo que tienes razón, en muchas ocasiones la vida es terriblemente injusta.

-¿Sabías que millones de personas pasan hambre en el mundo, más por exceso de injusticia que por falta de alimento? Por esa misma razón encuentro totalmente indispensable para cultivar tu alma, el conocer la realidad desde todas las perspectivas posibles, ponerte en los zapatos de cualquiera, no importa su condición social, económica o cultural, sino más bien quién es y que entrega; en otras palabras conocer las dos caras de la moneda, porque en ella está la sabiduría y posteriormente la construcción de un mundo mejor.

- Me has abierto aún más los ojos, nunca pensé llevarme tan buena lección fuera de una aula y en el frio de la noche.

Inmediatamente la confianza volvió a mi cuerpo, deje de mirar el piso y mi mirada sólo buscaba el horizonte, con los pulmones llenos de aire agradezco al mendigo por el café y por sus sabias palabras, me pierdo entre la niebla en busca de un taxi que me llevará a mi hogar.

Cerca de las cuatro de la madrugada llego a mi casa, cansado me recuesto en la cama matrimonial; mi mujer tenía el sueño profundo, así que evite las ganas de despertarla y comentar lo sucedido. Cerré los ojos y dormí.

A la mañana siguiente me dirijo temprano al centro de Valparaíso con la intención de poder ver a ese mendigo y preguntar su nombre, llego a su caleta, observo detenidamente y noto que no se encuentra. Pregunto a un mendigo que se encontraba alrededor:

-¡Hey Viejo! -¿Qué es del amigo que estaba ayer, el de pelo corto y bigotes largos?

- Ese loco se ha ido a Santiago esta mañana, ¡No sé por qué espero tanto tiempo! Señaló.

-¿Esperar tiempo?-¿Por qué?

- Rafael es un idiota, vivió mucho tiempo con nosotros sin tener necesidad alguna de mendigar, su familia es propietaria de muchas empresas a lo largo de Chile, y hace un mes recibió una herencia que dejó su padre, lo hacía propietario de una de las más grandes empresas que poseen.

Fue tal el impacto de la noticia que tuve que tomar asiento de inmediato; preguntando:
-¿Pero cómo?

-Así de fácil, él siempre señaló que quería conocer la vida con todas sus aristas, empatizar con quien fuera, ya que era la fuente del conocimiento, siempre señaló no estar ciego ante la vida, observar las dos caras de la moneda; sacando de su bolsillo la única moneda que traía consigo.

Caminé sonriente por más de cincuenta minutos, pensaba en lo mágico que era ese ser. Feliz por él y por la lección que me había transmitido, sentí orgullo de haberlo conocido y manifesté:
Felices los hombres que se codearan con él, el respeto, la admiración, la entrega y el compromiso serán pan de cada día. Sin duda alguna él y su gente contribuirán a la búsqueda de un mundo mejor; al igual que yo.

Miro al cielo y escucho su voz diciendo:
-¿Sabías que millones de personas pasan hambre en el mundo, más por exceso de injusticia que por falta de alimento?



























Texto agregado el 28-12-2011, y leído por 175 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
29-12-2011 No vale si no colocas una segunda parte ,donde lo encuentres como es en realidad.La voy a esperar. En serio!! pantera1
28-12-2011 Siento lástima por las personas de plástico... Buen texto. 5* y saludos de parte de: crimsoncrow
 
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