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Como una orquesta que afina sus instrumentos, todo empezó desordenadamente. Los vientos, las cuerdas, la percusión, las voces del coro, todos comenzaron a emitir señales preparándose para el gran concierto.

Veo oscuridad. no, en realidad es penumbra. El cuarto a oscuras esta ligeramente iluminado por lineales haces de luz que provienen de las persianas entreabiertas. Fascinado observo las microscópicas motas de polvo brillar como estrellas al pasar por la luz. Muevo un brazo y el movimiento de aire las agita como en una danza frenética, luego vuelven a la calma.
El movimiento suave de una silueta en el borde de mi área de visión hace girar mi cabeza.
El cuerpo desnudo camina lentamente hacia mi. Las marcas en la piel definen claramente aquellos lugares que nunca estuvieron expuestos a las caricias del sol. Un minúsculo triangulo de luz titila como un lejano faro en la distancia de la noche apareciendo y desapareciendo con cada paso en la unión de sus piernas y su cuerpo. La cintura estrecha resalta el movimiento ascendente de las caderas, los pechos se sacuden suavemente acompañando el ritmo de sus pasos, sus perfectos centros se desplazan casi danzando. La boca entreabierta, los ojos entrecerrados, el cabello suelto.

Percibo aromas, en la oscuridad del cuarto huelo su perfume, todo el ambiente se llena de olores. Identifico una esencia de limón en sus cabellos, el perfume impregnado en su piel combinado con su suave transpiración es el mas fuerte de los almizcles, hay un aroma especial que mi mente identifica, es único, es el olor del momento que se aproxima. La suave humedad del cuarto proporciona una mezcla irrepetible.

Sus labios se unen a los míos, las lenguas exploran, clasifican, ¿almendras?, ¿menta? Los labios se separan, los míos buscan recorriendo otros destinos de su cuerpo, el suave sabor a sal esta en todos lados.

Manos y lenguas exploran lentamente, suben y bajan, entran y salen, la piel se eriza, rozo sus pechos con mis dedos y noto que se endurecen al contacto, allí abajo también ocurre algo similar, la piel, la humedad, el calor, sus dientes muerden el labio inferior, su cuerpo tiembla.

El silencio del cuarto ha desaparecido, solo escucho su ronca respiración, a veces un suave gemido, a veces un suspiro, mi cabeza sobre su pecho detecta su corazón, los latidos se hacen cada vez mas fuertes mas rápidos. Como cortina de fondo, el bolero de Ravel marca el ritmo suavemente. Los movimientos generan roces, los cuerpos se preparan para la unión, las sabanas susurran bajo ellos.

Los cuerpos se enfrentan, se acomodan, mirándola a los ojos me deslizo en su interior. Su cintura se eleva, su espalda se arquea para facilitar la unión. Su boca se abre, sus ojos se cierran. Su perfume inunda el cuarto, sus gemidos y susurros también, sus ojos se abren su boca busca la mía. La piel pegada a la piel, los cuerpos no pueden estar más unidos. Los minutos transcurren eternos. El ritmo aumenta. De pronto, en un instante su respiración se detiene por completo, las pupilas de sus ojos se dilatan, el cuerpo se sacude vigorosamente y luego se detiene, rígido, el cuello se estira, la cabeza se hecha hacia atrás, la boca se abre...


En el laboratorio de la universidad, el doctor Malcom interrumpe su trabajo. Frustrado desconecta las terminales sensoras insertadas en el cerebro que yace inerte sobre la mesa de trabajo. Otra vez la sensación de fracaso. Disgustado anota en su computadora.

Cerebro N° 54.
Fecha de ablación: 17 de junio de 2012
Donante: Sujeto caucásico, masculino, 60 años.
Ocho horas desde la muerte, incisión transversal bajo el bulbo raquídeo.
Se procedió a estímulos químicos y eléctricos sin resultados aparentes. No se observaron actividades en ninguno de los lóbulos, el EEG no detecto anomalía eléctrica ni química en la corteza.


Luego hecha un vistazo triste sobre la mesa de trabajo, el block de notas está lleno de anotaciones escritas de su puño y letra

Mapa del cerebro:
Ubicación de los recuerdos El Deseo… ¿Dónde se almacena? Las Sensaciones… ¿Donde se alojan?... y las fantasías?...


El doctor sumergió el cerebro en el líquido del recipiente de vidrio etiquetado con el número cincuenta y cuatro, lo guardo cuidadosamente en la cámara refrigerada. Apagó la computadora, luego la luz y salió del cuarto echando llave a la puerta.

Texto agregado el 08-01-2012, y leído por 359 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
22-09-2014 Je je je.. hay cosas que la ciencia nunca resolvera, no esta a su alcance. ¿Individuo caucásico...? ¡bien! Cinco aullidos sensoriales yar
16-01-2012 Habras de tener cuidado con esa fecha.Felicitaciones. pantera1
13-01-2012 Perfecta sincronia de relato! Felicitaciones!! blueyes
08-01-2012 Guau, que historia. Genialmente narrada.**** senoraosa
08-01-2012 Felicitaciones me gusto como vas hilvanando los sentidos.***** esclavo_moderno
08-01-2012 Que bueno!! El jardín impenetrable de los sentidos, narras muy bien, felicitote =D mis cariños dulce-quimera
 
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