Para que vienes a mi tumba a decir que me amas, que soy una mujer que vale oro…

¡Basura hablas!... no finjas ahora que puedo ver desde aquí arriba lo que hay en los corazones de los hombres, comprendo que somos hipócritas, solapados y que el amor verdadero es el que nos brinda “DIOS”.

Recuerdo muchas tardes, yo sentada a la orilla del mar; viendo el sol caer, soñaba con encontrarte e invitarte a mi pequeña cabaña a beber una taza de besos tiernos, acompañada de un platito de ternura. Pero nunca se hizo real, las cosas del amor solo estaban en mi cabeza.

Pensaba que tal vez yo era de otro mundo o solamente era una idiota soñadora que debía conformarme solamente con hablarte como si fueras una persona más, a mirarte sin que te dieras cuenta, a quererte en el fondo de mi alma.

Cuanto diera por poderme levantar de aquí y responder lo que dices ahora. Pero nuestro tiempo ya se fue y no te diste cuenta que yo existía hasta el día de mi muerte…