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CUERO DE BECERRO NO NATO.

Esta manana cuando fuimos a dejar a los ninos at the school, nos detuvimos para admirar dos perros dalmatas guiados por sus amos. Esa imagen gatillo en mi mente una de mi lejana infancia: la misteriosa libreta del abuelo forrada en cuero de becerro no nato.


Asi nos conto su origen:
-Juan, no mate esa vaquilla que esta prenada!
-No hice caso a la advertencia de su abuela. Como iba a saber mas que yo, si es mujer?
Guardo silencio, como rememorando el suceso…
-Cuando la abri salto la placenta y la mebrana con el becerro adentro; liberandolo lo seque con un saco quintalero y lo oculte de los perros que siempre se acercaban al olor de la sangre. Despues de faenar la madre me dedique a el. Con sumo cuidado le quite la piel, luego de resptregarle bastante sal la fije en la pared con unas estacas de guindo. De vez en cuando la desprendia y la sobaba para un secado flexible. Cuando estuvo a punto la curti como me habia ensenado mi padre y sin mas la transforme en la cubierta de mi libreta de recuerdos. Y nos mostro las paginas escritas con letras firmes y parejas que a veces detenian su andar en la barrera de una vertical roja con una notoria rayita negra para seguir su marcha en el renglon siguiente. Claro que nosotros aun pequenos no sabiamos leer.



Esa tarde el regreso de mi hija me sorprendio con la mirada perdida al final del jardin.
-Todavia, no te has ido a dar una vuelta por el fondo?
-La verdad que no! le dije comenzando a bajar los peldanos de la escala de la terraza.
-Espera, espera!, dijo ella y girando sobre sus talones entro a la cocina para de vuelta entregarme un bol. Anda y veras, agrego con esa sorisa picara que aun a sus titantos le formaban una margarita en su mejilla.

No podia creerlo, en plenos Estados Unidos, en el patio trasero de la casa de mi hija crecian zarzamoras y habian negras y tentadoras moras maduritas!



Despues de unos dias volvi al lugar, en realidad era un angosto callejon por el que en anos anteriores retiraban la basura. Mire de izquierda a dereccha y note que se extendia mas de lo que alcanzaba mi vista. Me decidi a caminar, total en linea recta no creo que me perderia. A mi paso encontre conocidas fragancias; romero, menta, rosa, lilas.
Segui mi andar pues de algun lugar me invitaba el olor de las acacias y los aromos.
De pronto me encontre debajo de uno de ellos y sacudi una de sus ramas bajas para que sus perlas amarillas volvieran a coronar mi pelo.


Lo divise, era un escano de fierro y madera como los de mi ciudad. Corri como hace tiempo no lo hacia; pero al momento de sentarme los descubri.
Eran esos objetos tan amados; el estuche de los lentes del abuelo y su libreta de recuerdos con la cubierta de cuero de becerro no nato. Los estaba apretando contra mi pecho cuando un haz de luz de linterna inundo mi cara.
-Suegra,como pudo llegar tan lejos? Nos tenia preocupados.
Suspirando lo segui y subi a la van que con el motor en marcha nos esperaba en la avenida. Las lagrimas no me permitieron leer. Pero ya en casa subi sin hacer ruido la escalera. Acomodada sobre mi cama descubri que el abuelo en su libreta de recuerdos anoto todas nuestras travesuras. Un ahogado sollozo me obligo a beber un sorbo de agua.


De pronto senti unos apretoncitos en los tobillos. Era mi hija, despertandome para iniciar un nuevo dia.

Texto agregado el 10-01-2012, y leído por 172 visitantes. (1 voto)


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