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Inicio / Cuenteros Locales / ElDesletrado / Con esa carta dejó de existir

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Ya era demasiado tarde, no había terminado su segunda copa y salió del bar. Salió como sin rumbo - pero los que lo vieron en el bar sabían adónde iba; él sabía adónde iba. Su mirada reflejaba la tristeza, la amargura y la impotencia que había guardado durante tantos meses.
Poco le importaba el viento áspero que respiraba por la boca, ni el agua que había penetrado sus zapatos al pisar un charco. Él tenía que resolverlo todo en ese momento, la desesperación le carcomía los pensamientos; no tendría problemas, aún conservaba la llave.
Entró al hotel donde ella se hospedaba desde que llegó a la ciudad, el recepcionista lo miró con ojos inquisidores mas no atinó a preguntarle adónde se dirigía; ya lo conocía y sus ojos caían del cansancio.
Miró al recepcionista, lo reconoció, sintió lástima de ver su rostro cansado, con ojeras y con el mismo uniforme gastado que usó y seguirá usando cada día de su vida en ese hotel.
Se distrajo por unos segundos con esos pensamientos, recuperó la calma y subió serenamente por las escaleras, no usó el ascensor; si había que descubrir una verdad lo haría con el mayor de los dramatismos- pensó.
La carta enviada, por debajo de la puerta vieja y carcomida por las polillas, fue recogida esa misma mañana. Él la leyó una y otra vez, sufriendo silenciosamente en cada palabra, cada sílaba que pronunciaba la separación de sus vidas. Sabía que era definitivo. No derramó lágrimas.
Caminó hacia la habitación donde tantas veces se amaron y dijeron promesas - muchas de ellas aún sin cumplir - tomó la llave de su bolsillo derecho, dio vuelta a la llave dentro de la hendidura y abrió, temeroso, la puerta.
Entró con miedo, despacio; como quien no desea seguir por temor a lo desconocido. La disposición de los muebles no había cambiando, se veía todo más limpio; las mismas alhajas en el mismo lugar donde las había visto hace apenas una semana. Miró a todos lados tratando de encontrar algún rastro que su amada haya dejado como señal. Vio en el suelo un par de zapatos volteados, lustrados con total pulcritud, la cama se veía desordenada, como si quien haya reposado allí hubiese tenido una pesadilla.
Dio un par de pasos y sintió unas miradas sobre él, mas no vio a nadie a su alrededor.
Sosegado retrocedió, tomó la manija de la puerta y cerró con sumo cuidado como para no incomodar a nadie.
En medio del pasillo y con la cabeza agachada, parado como un maniquí; pensativo, confirmando que aquellas palabras que habían sido plasmadas en la carta eran ciertas: Si me buscas ya no estaré para ti, ya no me encontrarás.
Dejando atrás los susurros y gemidos de los amantes de aquella habitación recién visitada, dio los primeros pasos, caminaba pensando – Cuánta verdad dijo, ya no está para mí, la que buscaba ya no está aquí; cambió, dejó de existir.

Texto agregado el 13-01-2012, y leído por 90 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
13-01-2012 preciosa historia de amor y a la vez, triste, felicitaciones! juaniramirez
 
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